"Refugio Verde" Así fue como le llamamos, bueno, como se me ocurrió ponerle y Antonio estuvo de acuerdo, a aquel lugar tan bonito, agradable y apartado del resto, donde se podía estar a solas con uno mismo.
No dejaba de pensar en mi huída con Antonio luego de haber sido el centro de atención en aquella fiesta tan aburrida para mi gusto; el pobre de Marco fue quien quedó abandonado, aunque estoy segura que a alguien se encontró para hablar, ya que le encanta hablar y se le da con facilidad.
Fue divertido, y no por la fiesta, sino por nuestra manera de cambiar el ambiente.
Mientras me retiraba la mascarilla del rostro, recibí un mensaje de Joselyn diciendo que llegaría tarde esta noche, para que supiera y no me preocupara.
«Al menos aprendió la lección»
Sequé mi rostro y apliqué un gel hidratante para estar lista para dormir. Me gusta mucho cuidar mi piel, creo que es lo más esencial en cuanto a estética, porque sin necesidad de maquillaje o accesorios, si tienes una piel radiante y hermosa será el complemento perfecto. Y el frío de este país ha contribuído a la mejora de mi piel, ya que antes, en donde nací, el sol es muy fuerte y templado por lo que el calor es asfixiante, mi pobre piel sufría, tenía poros abiertos, líneas de expresión en la frente y mucha grasa.
Me acosté en la cama, revisando una última vez el teléfono y comenzaron a llegarme mensajes de Maro.
—¿Y qué rayos le pasa a este? Ay no...
Quité las notificaciones de los mensajes sin leer, y seguí mirando el inicio de mi i********:. La curiosidad me ganó y abrí los mensajes.
"Tamara ¿A dónde te has ido?"
"¿Por qué te fuiste? Pensé que te estabas divirtiendo"
"Por cierto, que te has lucido bailando, parecías la estrella de la noche"
"Pero, sinceramente me siento algo mal porque te fuiste y me dejaste solo, cuando te había invitado para que compartieramos juntos..."
"¿Te fuiste con Antonio? Si soy una molestia para ti, entonces dímelo, por favor"
"Hedel..."
Lo que vino inmediatamente a mi mente era que, Maro estaba ebrio. Nunca me había escrito tantos mensajes, y seguidos menos.
Decidí omitir responderle, ya era mi momento de descansar, y por lo que puedo darme cuenta (ya que sigue enviendo mensajes sin detenerse) está ebrio, no vale la pena responderle y en ese estado mucho menos.
Apagué las luces y me lancé a la cama.
Extrañamente al cerrar mis ojos, apareció la imagen del profesor Guilles, y seguido de eso, el momento en que me salvó de ser atropellada por un auto.
Ni siquiera estaba pensando en él ¿pero, cómo es que llegó a mi mente tan de repente?
Qué extraño.
***
Joselyn debió haber llegado de madrugada, porque ni sentí cuando cuando llegó a casa, supongo que estaba profundamente dormida.
—¿En dónde andabas? Que llegaste tan tarde... —Pregunté mientras estaba desayunando. Ella hacía café— ¿Saliste con Walter?
—Ah... ¿Walter? —se veía dudosa— no, no salí con él, salí con unos amigos.
—Con unos amigos... —repetí pensativa.
—Ay si, ya deja de sobrepensar en mi. Ten —me puso la taza de café en frente y se fue con su desayuno a la habitación.
—¡Qué delicada amanecimos hoy! —exclamé.
Pero mejor sería darle su espacio, tampoco es algo que hace por primera vez, mi prima es así, a veces tan misteriosa y otras tan expresiva que se vuelve muy pesada.
Al terminar mi desayuno salí directo a la universidad, en el transcurso del viaje en el autobús aproveché el tiempo para repasar los apuntes, hoy sería mi primer examen desde que ingresé a está universidad, por lo que con muchísima más razón debo dar todo mi esfuerzo para que esta beca sea totalmente digna.
El tema era muy extenso, y admito que me preocupaba que fuese agregar a la evaluación algunos temas de los que más se me dificultó entender, no obstante, me preocupaba el contenido de Química Aplicada, algunos ejercicios los entendí, pero otros no y no tuve el tiempo suficiente para repasar.
Finalmente llegué, y bajé con el cuaderno en mi mano, el teléfono en la otra y la mochila de un lado. Leyendo y fijandome de no tropezar, tan concentrada caminé al tiempo que repasaba mis apuntes, pasé primeramente por la oficina principal y seguidamente al salón.
—Buenos —dije con voz alta hasta bajarla— días...
Al entrar ya todos estaban en sus asientos, incluyendo al profesor Guilles. Un silencio tan sepulcral y aquellas miradas tan fijas en mí, me hicieron sentir tan minúscula e incómoda.
«¿Y ahora qué pasa? ¿Por qué me miran tan raro?»
Algunos parecían aguantar la risa, mientras que otros de manera burlona lo hacían.
¿Me habré perdido de algo mientras no estaba?
—Buenos días, señorita Gutiérrez.
Señorita Gutiérrez...
Por ese tono, esa mirada tan sombría, los chicos actuando extraño conmigo... ¿Acaso hice algo malo contra el profesor?
Despacio iba a sentarme pero justo cuando iba a hacerlo, él me llamó.
—Por favor, su móvil. Déjalo en el cajón, no queremos más distracciones de las que ya hubieron.
Incógnitas florecian y no dejaba de sentirme tan perdida. Voltee buscando a Antonio con la mirada hasta que di con él, le hice un gesto de confusión, pero quedé más confundida e intrigada cuando me dijo que al salir hablaríamos.
Debía esperarme, mientras mi curiosidad carcomia mi alma.
—Dejen todo, que solo quiero ver sus lápices y borradores. Les iré haciendo entrega de sus exámenes, y el tiempo lo tomaré justo al terminar las entregas.
Cuánta tensión había...
Su manera de hablar esta vez sonaba muy diferente a las anteriores. Con cada momento que convivía con el profesor Guilles iba descubriendo una nueva faceta de él, y aunque despertaba mi curiosidad, también me hacía sentir un poco mal. Cuando pienso que es alguien tan jocoso, perspicaz y amable, se vuelve, tan inesperadamente, un ser inexpresivo, frío y hasta intimidante.
Fui la segunda en terminar, el primero fue Maro. Aunque no fui yo sola, Antonio terminó al mismo tiempo que yo lo hice.
El profesor tomó ambos exámenes y ni siquiera me miró, sino que miró inexpresivamente a Antonio.
¿Que pasaría por su mente?
Al menos todos estaban centrados en lo que hacían y no me sentía tan cargada de ojos sobre mí.
Cuando el tiempo de la prueba terminó, el profesor nos dio una pequeña introducción de lo que sería el próximo tema. De allí finalizamos y todos tan desesperados tomaron sus teléfonos y salieron.
Antonio, Marco y Maro esperaban por mi afuera del Salón.
—Tamara.
Voltee cuando estaba a punto de salir.
—¿Sí, profesor?
Se quedó un momento en silencio, parecía querer decir algo pero no sabía cómo.
—Nada, solo... Concéntrate más en tus estudios. —Me mostró su mano que sostenía los exámenes.
Asentí sin entender aquella respuesta tan repentina.
—Claro... Bien, ya me voy. Hasta luego.
Definitivamente debía hablar con los muchachos, porque no entendía el comportamiento del profesor ni del resto de mis compañeros. Otro detalle que me sorprendió fue el que ninguna de las chicas se quedó esta vez, para hablar con el profesor. Sin duda algo sucedió, algo muy serio que ni las chicas se acercaron a él.
—¿Que fue lo que pasó? —fue lo que pregunté apenas me reuní con ellos.
—Lo que está pasando, querrás decir. —Comentó Marco— Que estás metida en el ajo.
—Eso sucede por haberme dejado solo, Tamara —repica Maro subiéndose las gafas—, ¿Ves las consecuencias de tus actos?
Me preguntaba si no se avergonzaba de todos los mensajes que me envió como loco anoche, Maro.
—¿Pero de qué hablan? —fruncí el ceño.
—Pasa que te han grabado bailando en la fiesta de ayer, te han subido a las redes, te has hecho viral, todos aquí te han visto, bueno... —corrigió— nos han visto porque yo también aparezco allí. El profesor al entrar al salón que vio el comportamiento extraño de los muchachos, ellos le mostraron el video y su reacción en vez de ser la de reírse, que vamos, que el profe es joven y su sentido del humor debería ser más divertido, pero no. Su reacción fue de la hostia.
No me lo podía creer. Es decir, si sabían que me habían grabado, pero... ¿Hacerme viral? ¿Pero qué tiene de especial bailar en medio de una fiesta? ¿El algoritmo de las redes está tan vacío que mostró solo ese vídeo, o qué?
—¿De verdad? —pregunté anhelando oir un "es broma" A pesar de sentir que era cierto.
—Mira, nena. —Marco acercó su teléfono y me mostró.
Y con una excelente grabación, buen ángulo e iluminación, el que grabó se lleva el premio del año.
Increíble el cómo me filmaron bailando como si me importara un comino el mundo, y en ese momento así fue. Ahora sí me importa, porque podría meterme en problemas... Mi conducta debe ser impecable, y esto... Esto no ayuda.
Me llevé las manos a la cara, y Antonio me abrazó.
—Ya, ya... Que estamos juntos en esto, literalmente. Saldremos de esto.
—Solo espero que esto no me cause problemas con la universidad. —Murmuré de hombros caídos.
Maro quiso hablar conmigo a solas, pero llegó su grupito de amigos y se lo llevaron, mientras yo me quedé con Marco y Antonio.
***
Al día siguiente ya habían hecho entrega de los exámenes. Pegué un grito el cual Antonio ahogó al tapar mi boca con su mano, pues la emoción de haber sacado la nota completa mi hizo estallar.
Horas después, tuve que quedarme por el turno de la tarde en la cafetería. Algunos de mis compañeros estaban en otras clases o clubes, mientras que otros ya se habían ido hacía rato.
Eva seguía actuando de manera rara conmigo, se veía sin ánimos, me hablaba lo necesario y no hacia contacto visual conmigo.
—¿Eva, estás bien? Te noto un poco diferente.
—Todo bien.
Y ante aquella respuesta tan fría y cortante, recogí mis cosas, me despedí y salí de la cafetería.
Quise dar un paseo por la Universidad, dejando atrás el tema de Eva que solo me causaba estrés. Decidí dar un paseo ya que siendo tan grande, aún habían lugares que no había visto, como el Salón de teatro el cual es tan grande y pulido, hasta que llegué a la piscina de natación.
A estas horas, me dijeron, que los muchachos se toman descanso. Y efectivamente, cuando llegué los pocos que estaban salieron y se fueron.
Entonces quedé sola.
—Wow... Que grande es, y tan limpia. —Decía en mi soliloquio.
Saqué mi teléfono y tomé algunas fotos, luego intenté tomarme varias selfies.
—Tamara, aquí estás.
Una voz con acento diferente me sorprendió, voltee y venía caminando a mi dirección.
—¿Profesor Guilles? ¿Me estaba buscando?
Él asintió, traía su maletín en mano, se veía algo cansado.
—¿Traes tu examen contigo?
Busqué en mi mochila y lo saqué con una inmensa sonrisa.
—¡Claro! Mi primer examen y todo un éxito. ¿Por?
—Tienes que devolvermelo. Que he cometido un error, y agregué puntos que no iban... Por lo que debemos repetir la evaluación.
Mi expresión cambió drásticamente en fracciones de segundos, haciendo que la molestia e injusticia me invadiera.
Me negué, no me parecía profesional de su parte, a pesar que el seguía insistiendo y dándome razones.
—¿Pero por qué? No tiene sentido, ya está hecho y usted lo evaluó. Incluso lo mostré al director y a todo el secretariado. Mi nota fue la única excelente. —Reclame.
—Con más razón, no puedes tener equivocaciones así, y como eres aplicada se qué volverás a salir bien en la siguiente evaluación. Ya tengo todos los exámenes, solo me falta el tuyo...
Él se acercó para tomar el examen en mi mano, pero rápidamente la quité.
—No, profe, es mi primer examen y no me parece justo...
—Tamara, solo dame, que más de la mitad no es lo que iba a evaluar.
Se acercó nuevamente e intentó tomar las hojas pero lo esquivé.
—No, profe... Lo siento, no se lo daré. Usted fue quien se equivocó, no yo.
Su mirada alzó las cejas y pasó la mano por sus cabellos desde la frente hacia atrás. Se veía estresado, pero yo estaba más.
—Tamara... Dame.
Se acercó nuevamente, y allí comenzamos un forzajeo donde él intentaba quitarme a la fuerza las hojas. Dejó su maletín en el suelo, y yo me eché hacia atrás.
—Ya dejé de insistir.
—¡Por Dios, Tamara!
Su expresión era enojada, y empezamos a discutir mientras yo seguía esquivandolo.
De un momento a otro, no pude esquivarlo y el pudo quitarme el examen, solo que mis pies se resbalaron y me tomé de él, a lo que ambos caímos a la piscina.
Dejé escapar un grito.
Lentamente, una caída que se sintió como un deja vu.
Segunda caída, está vez a la piscina ¿qué significa esto?
Me agarré fuertemente de él mientras trataba de mantenerme en la superficie, mis pies no tocaban el piso y eso me hacía estar en pánico.
Guindada a su cuello estaba, no sabía que podía ser tan profunda la piscina.
Nuestras miradas tan cerca se encontraron, mi corazón estaba acelerado, supongo que él lo pudo sentir, que estaba muerta del susto y de los nervios.
Por todo el lío, al final ni pudo tener el examen y terminamos ambos dentro y empapados de agua.