Narrador Omnisciente:
—E-Espere…Ummm…¿Por…Por qué sigue…?— la mujer de rizados cabellos ni siquiera podía hablar correctamente— ¿¡Por qué sigue tocando lugares extraños!?
El hombre de cabello castaño y mirada azulada se detuvo por completo y miró a la mujer que yacía sonrojada bajo su cuerpo y no pudo evitar pensar que lucía linda y adorable debajo de él.
—Entonces ¿No debería tocar?— preguntó el hombre con una sonrisa traviesa— ¿Qué cosa no debería tocar?
“¡Se hace el inocente!” Kenna estaba en extremo sonrojada, acalorada y avergonzada. Desde hace ya un rato que el hombre sólo se dedicaba a besar y toquetear su cuerpo a su antojo. Ella se estaba sintiendo rara, entre la vergüenza y el calor sentía una emoción tomar posesión de su pecho, además, sentía un cosquilleo intento alojarse en su vientre, mientras que su intimidad palpitaba en exceso y se encontraba muy húmeda, tanto que pensaba que se había orinado sin darse cuenta ya que sus bragas se encontraban completamente mojadas.
—S-Sus manos…— habló temblorosamente la mujer apartando su mirada de aquellos ojos que la veían con gran intensidad— Se pasean por todo mi cuerpo y eso…Me hace sentir rara.
—¿No le gusta?— preguntó de pronto el hombre colocando sus brazos a cada lado de la cabeza de Kenna e inclinándose un poco sin dejar caer todo su cuerpo sobre ella— ¿Es desagradable?
Kenna volvió a mirar al hombre que se encontraba encima de ella y, al estar tan cerca, pudo ver a la perfección aquellos ojos hambrientos que la miraban como un feroz depredador mira a su presa. Esa mirada tan feroz hizo que la mujer temblara y no precisamente de miedo.
Su pulso errático y su sangre caliente delataban su nivel de excitación, aunque eso ella no lo sabía y lo asociaba con su nerviosismo extremo.
—No lo odio— admitió ella en a penas un murmullo que sólo el hombre pudo escuchar— P-Pero…—sus mejillas estaban completamente encendidas, como si pudieran derretirse en cualquier momento— Ahí abajo se siente muy raro…
El hombre ladeó su rostro y miró fijamente a la chica temblorosa y avergonzada debajo de él.
—¿Raro?— volvió a preguntar queriendo contener una sonrisa, pues sabía a lo que ella se refería, pero quería molestarla un poco— ¿Podría ser más específica?
Kenna Phillips se sentía algo ebria, como si hubiese tomado más alcohol después de la última copa que tomó en la fiesta, pero eso no era así ya que ella no había tomado siquiera una gota de alcohol después de ello. La excitación tenía nublados sus pensamientos y su razonamiento estaba colgando de un hilo, se sentía avergonzada y nerviosa de encontrarse, teóricamente, desnuda ante aquel completo desconocido con el cual ella pidió pasar la noche.
Ella trago grueso, mientras sus brazos cubrían a duras penas sus senos expuestos.
—P-Pues…—titubeó en gran manera— Se siente caliente y pal-palpitante…
El hombre misterioso tenso su cuerpo al oírla hablar así y esas palabras viajaron directamente a su ya endurecido m*****o que parecía que iba a explotar en cualquier momento dentro de su ropa interior. La mujer se notaba nerviosa, sin ninguna experiencia en el ámbito s****l, era bastante torpe al besar y parecía querer esconderse a todo momento, pero, para aquel hombre, esa mujer…
Era tentación pura.
Él humedeció sus labios y sintió un feroz deseo de lanzarse sobre ella y hacerla suya de una vez por todas, pero sabía que debía controlarse ya que no quería asustarla y era su primera vez, así que debía ser lo más paciente posible.
—¿Qué más?— pidió más detalles sintiendo su sangre hervir con fuerza y concentrarse en su pene que rogaba por salir y enterrarse en aquel cuerpo virgen que estaba a su disposición.
Kenna notó que la mirada de su acompañante se hizo más intensa y, aunque había una parte de ella que temía que ese hombre la devorase por completo debido al hambre que había en su mirada, no pudo evitar sentir un estremecimiento y el deseo de querer fundirse en aquel masculino cuerpo la invadió por completo.
—Está muy mojada— respondió sin pensar sintiéndome muy avergonzada al segundo siguiente— Y…Y siento un hormigueo.
Esa respuesta fue devastadora para el sistema de aquel hombre que hizo su corazón palpitar con fuerza y sus músculos contraerse. Bajo suyo se encontraba una hermosa y sudorosa mujer que lucía acalorada y sonrojada por todo aquello que estaba pasando entre los dos, sus ojos negros se encontraban vidriosos y no sabía a dónde mirar debido a la vergüenza que ella sentía carcomiendo todo su ser, su cuerpo era pequeño, pero muy bien proporcionado con pecas notorias esparcidas en sus hombros y espalda, su piel era suave y sensible, al mínimo toque del hombre ella se estremecía con fuerza y parecía no saber que hacer con todas aquellas sensaciones que recorrían su cuerpo.
El elegante peinado de Kenna estaba deshecho y algunos de sus rizos se habían escapado y se encontraban esparcidos por la cama y algunos caían en su rostro dándole una imagen erótica ante los ojos del hombre. Él había aceptado aquella insistente propuesta de pasar la noche con la mujer de cabellos rizados con la esperanza de convencerla de desistir de esa idea, pero, ahora, había perdido por completo el control sobre su cuerpo.
La respiración errática del hombre se alteró todavía más, mientras el deseo intensificó su fuerza en su interior y siseo bajo tratando de contenerse un poco de todo aquello que estaba sintiendo. Él sabía que era la primera vez de Kenna, sabía que las primeras veces podrían ser dolorosas, así que él quería tener cuidado.
El hombre suspiró con profundidad llamando la atención de la mujer que lo miraba con una mezcla de miedo y deseo. Una combinación mortal para el hombre.
—Me está volviendo loco…— admitió acercándose al delicado rostro de la mujer de cabello rizado— ¿Acaso desea volverse una adicción para mí?
La mente de Kenna no pudo entender muy bien a qué se refería el hombre, pero tampoco tuvo tiempo para pensar ya que él volvió a capturar sus labios entre los suyos en un ardiente beso que descolocó sus pensamientos.
“¿Por qué sería adictivo algo que sólo ocurrirá una noche?” Se preguntó la mujer pelinegra, sintiéndose mareada ante tan ardiente beso que parecía querer devorarla por completo. Ella todavía era una completa inexperta a la hora de besar, pero ya podía seguirle el ritmo al hombre a duras penas.
Aquel ardor que los consumía a ambos era insoportable para nosotros cuerpos que sólo deseaban fundirse mutuamente el uno en el otro.
La mujer abrió sus ojos como platos cuando sintió una mano traviesa tocar aquella zona que nadie había tocado antes. Unos dedos traviesos jugaban con su húmeda intimidad haciendo que una corriente eléctrica la recorriera de pies a cabeza y concentrará su ardor en su vientre.
Para ella no era precisamente una sensación desagradable, pero era tan extraña que hizo que los dedos de sus pies se encogieran y su estómago doliera de una rara manera. Los ágiles dedos del hombre hurgaban su intimidad y jugueteaban con el pequeño botoncito palpitante quien parecía querer llamar la atención.
La mujer gimió alto y arqueó su espalda al sentir placer desbordante y también sentía como cada vez más su intimidad se humedecía.
El hombre, por su parte, se deleitaba al ver a esa mujer sudorosa y sonrojada hacer tanta expresiones debido al incontenible placer que parecía consumirla lentamente. Sus ojos llorosos parecían rogarle que acabase con aquella placentera tortura, aunque la verdadera tortura era para él mismo.
Él se relamió los labios y quiso concentrarse en el placer de la joven de cabellos azabache, pero era casi imposible para él hacerlo ya que la tentadora imagen que tenía debajo de él era tentación pura para su sistema. Ver las expresiones que hacía, la manera en la que se retorcía como si rogase silenciosamente por su toque que la enloquecía.
Ambos cuerpos ardían en un gran deseo que no podían controlar y poco a poco se enredaban más y más en las redes de aquella aventura fugagz que vivían aquella noche.
Kenna trataba de mantener su mente en su lugar, pero las desbordantes sensaciones que la inundaban le imposibilitaban esa labor y sólo fue capaz de encerrarse en su propio mundo donde el placer corroía hasta la fibra más pequeña de su cuerpo. Ella se aferro con fuerza a las sábanas de aquella cama como si quisiera mantenerse aferrada a la realidad, porque sentía que estaba a punto de tocar las estrellas y esa incontrolable sensación que la recorría la hacía sentir asustada.
Un estremecimiento intenso la recorrió al sentir algo húmedo en su pecho y, al bajar la mirada, se dió cuenta que era la lengua de aquel hombre que se paseaba por el valle de sus desnudos pechos hasta tomar su pezón rosa con su boca.
Ella abrió su boca sin emitir sonido alguno y sintió que se ahogaba en medido e aquella intensas emociones que la embargaban con fuerza. Su parte íntima era estimulada por los dedos del hombre, mientras su pecho era devorado por el mismo y eso hacía que todo fuese más intenso e insoportable para ella.
En un arrebato, ella no lo soportó y se abrazó con fuerza al hombre sintiendo que perdería aún más la cabeza.
—P-Por favor…— rogó sollozante sin saber que hacer con tanto placer— S-Siento un fuerte hormigueo en mi vientre y eso me hace sentir extraña— admitió — S-Sólo…Sólo…Termine con esto. Haga algo ya…
“Me vuelve loco esta mujer” Pensó el hombre sintiendo una punzada insoportable en su zona íntima. Ya era demasiado tarde para controlarse, la dulzura e inocencia que en un principio lo habían intrigado ahora mismo lo estaban seduciendo a tal punto que sentía que perdía el control sobre sí mismo.
Kenna sintió como todo movimiento del hombre cesó dejándola extrañamente inconforme, pero todo el calor volvió a subir a su rostro cuando sintió que los ágiles dedos del hombre encima de ella quitaban la única prenda que aún se hallaba en su cuerpo.
Con sus ojos cristalizados, observó como el hombre la miraba con ferocidad, pero, a su vez, con dulzura, mientras dejaba caer la prenda en algún lugar de la habitación. Seguidamente, él se quitó su propia ropa interior que era la única que mantenía a su hombría cubierta y, cuando liberó aquel m*****o palpitante y caliente que parecía a punto de explotar en cualquier momento.
Cuando Kenna vió aquella “arma letal” su corazón se detuvo y sus ojos se aguantaron atemorizados ya que era la primera vez en su vida que veía el pene de un hombre y más en ese estado tan excitado. Un pensamiento fugaz voló por su mente en aquel momento y ese pensamiento la hizo temblar:
“Esto…Me va a doler a horrores.”