POV'S Kenna:
...Quisiera al menos…Haberle preguntado su nombre...
Suspiro con profundidad y me lamento no haber recordado preguntarle su nombre, así su recuerdo tendría un nombre y no sería sólo un rostro sin nombre. Creo que jamás lo volveré a ver, así que será mejor que borre el deseo de saber su nombre, porque eso ya no será posible…
—Señorita…
Igor me saca de mis pensamientos y tengo que sacudir levemente la cabeza para alejar todos esos pensamientos de mí.
—¿Sí?— respondo y fijo mi mirada en el frente.
—Estamos a punto de llegar— me informa y siento como toda mi sangre se vuelve hielo.
¿Tan pronto?
Abrazo mi cuerpo y no puedo evitar temblar, sintiendo constantes escalofríos recorrer mi columna vertebral. Tal parece que estaba tan perdida en mis pensamientos que ni siquiera fui capaz de ser consciente del tiempo que llevamos ya en el auto. No fui consciente que ya llevamos tanto tiempo que estamos a punto de llegar a la mansión de los Wright.
Por lo que oí, su mansión se encuentra un poco retirada, aunque sigue dentro de la zona de lujo de Seattle, al parecer, a ellos les gusta mucho su privacidad y por ello compraron la mansión que se encuentra más alejada de las otras. Es un lugar lindo y tranquilo por lo que he escuchado y, por lo que estoy viendo a través de la ventana, así parece.
Las enormes mansiones con sus monumentales jardines son pocas y algunas tienen unas paredes tan altas que no dejan ver el interior. Creo que las personas que viven aquí valoran mucho su privacidad. Igor me dijo que estábamos cerca, pero, entre más nos adentramos, menos casas veo y sólo veo vegetación y árboles. Es un bosque bastante bonito, pero me parece un poco sorprendente lo lejos que viven.
—Igor ¿No te habrás equivocado de dirección?— le pregunto al ver que pasan los minutos y todavía no veo nada.
—Es el camino correcto, señorita— me informa— Sólo que ese lugar se encuentra un poco retirado.
Hago una mueca, hasta que, ante mis ojos, se en irgue a lo lejos de manera majestuosa una enorme mansión que se asemeja a un castillo antiguo bien conservado. Es una estructura bastante grande, elegante y bonita, pero conserva el estilo antiguo que lo hace más bonito. Parece tener el mismo tamaño que la mansión de mis padres, pero el diseño es bastante diferente ya que la mansión de mis padres tiene un diseño más moderno.
El auto continua avanzando y, entre más nos acercamos, más insoportable se hace más presente en mi pecho. Otra vez me siento tan horrible, no quiero estar aquí. No quiero que hagan lo que quieren conmigo. Miles de imágenes atroces recorren mi mente en menos de un instante, imágenes en las cuales yo estoy siendo humillada, maltratada y herida. Esas imágenes sólo están para hacerme sufrir.
Miro mis manos en un intento de tranquilizar todos mis nerviosa ya que si sigo mirando al frente, solo entraré en pánico lo cual no es muy conveniente para mí en estos momentos. Ya debería haberme mentalizado que esto iba a ocurrir, pero ahora que me encuentro aquí se siente más y más real. Quisiera que ocurriera un milagro que me impidiera este aquí, pero no creo ser tan afortunada para merecer un milagro.
Mi suerte es terrible.
El auto se detiene justo frente a la entrada y, a través de la pestañas, vislumbro dos siluetas paradas a los pies de las escaleras que conducen a la entrada de la mansión como si estuviesen esperando por mí. No me atrevo a alzar mi mirada y ver de quienes se tratan, sólo puedo ver unos tacones de mujer y unos zapatos de hombre. Al notar eso mi corazón da un brinco que me hace doler el pecho. Hay dos opciones, la primera es que sea la señora Wright junto a su esposo o sea la señora Wright junto a su hijo…Mi “prometido”
Muerdo con fuerza mi labio cuando Igor baja del auto y siento como todo mi cuerpo tiembla sin parar. La última opción es aterradora, pero es la más acertada y eso me da miedo, ni siquiera me atrevo a mirar más arriba para verle la cara al hombre que se encuentra al lado de la señora Wright. No quiero enfrentarme a la realidad aún, pero me veo obligada a hacerlo cuando veo que Igor abre la puerta a mi lado.
Bien, Kenna…Bienvenida a tu infierno.
Tomo una bocanada de aire y en un arranque de valor decido bajar del auto antes de pensarlo dos veces, pero me gana el pánico y me quedo hecha una roca sin moverme de mi lugar y sólo mirando mis pies como si fuesen la cosa más interesante del mundo ¿Ahora que hago? ¿Qué digo? ¡No lo sé! Mi mente es un total lío y no soy capaz de pensar.
—Antes que nada, deberías saludar y mirar la cara de las personas que se encuentran frente a ti— escucho la voz tajante de la señora Wright y trago grueso— ¿No le parece, señorita Phillips?
Mi quijada tiembla como si tuviese un frío terrible calando mis huesos y, además, siento el aire cada vez más escaso. Siento que me falta valor, pero debo obedecer a la señora Wright, después de todo ella fue quien me compró para su hijo ¿No? También quiero evitar problemas y apenas estoy llegando así que lo más conveniente sería hacer lo que ella me dice.
Poco a poco alzo la mirada para enfrentarme a las personas que se encuentran frente a mí, pero, al hacerlo, me encuentro con una sorpresa tan grande que hace que el color abandone mi rostro y que los latidos de mi corazón se detengan por completo.
¿Qué hace él aquí?
Parpadeo múltiples veces pues creo que estoy soñando. Lo he pensando tanto últimamente que quizás enloquecí y lo estoy viendo de nuevo, pero mi sorpresa y mi terror son aún más grandes que mis ganas de salir huyendo cuando veo que el hombre que se encuentra al lado de la señora Wright es nada más y nada menos el hombre de la fiesta, ese hombre con el que pasé aquella noche que se convirtió en una marca grabada en mi mente.
Es el hombre que tomó mi primera vez.
Claro que es él. Nunca podría olvidar ese rostro que a la luz del día luce todavía más perfecto. No ha desaparecido de mi mente en todo este tiempo y ahora se encuentran frente a mí mirándome con esos ojos azules y una expresión indescifrable en su atractivo rostro. Nuestras miradas se conectan y siento que el mundo entero se detiene y también siento mi mundo tambalearse como su hubiese un seísmo sacudiéndolo. Creo que he dejado de respirar y también creo que me desmayaré en cualquier momento.
—¿Qué haces ahí como una estatua?— me pregunta con crueldad la señora y es cuando aparto mi mirada del hombre para centrarme en ella— ¿Tus padres no te enseñaron modales? Acércate para que pueda presentarte.
Ella es bastante brusca.
Mi mirada vuelve a esa mirada azulina que parece haberse petrificado en mí y no puedo evitar temblar, dudando incluso de mi existencia misma. No sé que hace ese hombre aquí, pensé que jamás lo volvería a ver y ahora está aquí, al lado de la mujer que es la madre del hombre que se convertirá en mi marido…
Un segundo.
Mi ceño se frunce mirándolo fijamente como si quisiera leer hasta el último de sus secretos ¿Acaso él es…?
—Le agradecería apresurarse. No tenemos todo el día— habla con impaciencia la señora Wright y yo reacciono de inmediato.
Poco a poco empiezo a acercarme, pero en cada paso mis piernas tiemblan más y más. Ese hombre ¿Acaso es mi prometido? No ha dicho una sola palabra, sólo yace ahí petrificado como si ni siquiera respirase, pero su mirada no se aparta en ningún momento de mí ¿Me recordará? ¿Acaso me reconoce como la chiquilla esa que le quitó su virginidad? No entiendo estoy muy confundida, si él está aquí y más al lado de la señora Wright recibiéndome significa que él es mi prometido, el hombre para el cual me compraron ¿No es así?
¿Todo fue planeado?
Es irónico que yo haya querido perder mi virginidad antes de la boda justamente para no darle algo tan preciado al hombre que me compró y ahora resulta que sí me acosté con el hombre que será mi futuro esposo, lo que quiere decir que le entregué mi virginidad al hombre equivocado, pero fue mi elección.
No sé porqué, pero me duele el pecho, me duele de tal manera que siento que me asfixio y es una sensación terrible.
Al llegar cerca de ellos alcanzo a ver como la señora Wright recorre su mirada por mi cuerpo como si me estuviese evaluando. Algo similar hizo en la fiesta y sigo sintiéndome incómoda cuando hace eso, pero creo que debo acostumbrarme. Ahora mismo sólo puedo concentrar mi atención en este hombre, me siento engañada, siento que caí en una trampa y no sé cómo voy a escapar. Quizás todo fue planeado, aunque no creo que la señora Wright lo sepa, pues ella fue muy clara cuando dijo que la pureza era lo primordial en una novia.
Y yo no soy pura.
—Ya me conoces y sabes porqué estás aquí ¿No es así?— me pregunta y yo lentamente asiento— Ahora mismo estás a prueba para ver si eres lo suficientemente buena para convertirte en la esposa de mi hijo…
Entiendo lo que dice…
Ella trata de decir que aún no es un hecho el que yo vaya a casarme con él, si cometo algún error no habrá negocio y ellos no le darán a mis padres el dinero prometido lo cual ocasionaría un terrible problema. Podría ser descalificada adrede para no tener que casarme, pero tengo el presentimiento que el precio que pagaré por ello será demasiado caro y que mis padres no estarán muy contentos si llego a fallar.
Me matarían…
—Debes obedecerme y escuchar todo lo que te digo ¿Entiendes?— vuelve a preguntar y yo vuelvo a asentir ya que no tengo ánimos de hablar, las palabras simplemente no saldrían— Ahora te voy a presentar a mi hijo…
Cómo lo supuse él es el hombre con el que me casaré.
Mi mirada y la de él se vuelven a conectar y siento una punzada en mi corazón. Por mucho tiempo estuve imaginando el rostro del despreciable hombre que me compró, pero ahora que me encuentro con esa mirada tan limpia siento que esa imagen se distorsiona. Me lo imaginé como un hombre horrible, me dijeron que era diez años mayor que yo y también me lo imaginé con una mirada aterradora, pero ahora me encuentro con esto y, lo peor de todo, es que sigo pensando que su mirada es dulce.
No, no puede ser así.
—Él es Aslan Wright…
¿Así que se llama Aslan? Por fin el hombre de mis recuerdos tiene nombre y ya podré maldecir mil veces ese nombre por haberme comprado. Es increíble que a estas alturas piense que su nombre es bonito y que encaja perfectamente con él.
—Como te dije es mi hijo y, quizás en un futuro…— veo como él aprieta sus labios y su mirada se ensombrece un poco ¿Por qué…?— Se convertirá en tu cuñado.
¿¡QUÉ!?