Una semana después…
POV’S Kenna:
—Señorita…— escucho como me llama con suavidad una de las sirvientas de este lugar y, sin muchos ánimos, me giro a mirarla— La señora me ha enviado a buscarla. Dice que la están esperando…
Ya es hora ¿Eh?
Aprieto mis labios e intento sonreír para disimular mi cara de pena, pues no siento otra cosa en este momento que no sea amarga y dolorosa pena.
—Está bien— mi voz sale en apenas un hilo de voz y siento como todo mi cuerpo tiembla, aunque no lo demuestro— Dile a mi madre que ya bajo. Mis maletas…
—Ya se encuentran en el auto, señorita— me informa rápidamente la joven mujer y no puedo evitar sorprenderme— Sólo la están esperando usted.
Sin poder evitarlo suelto una risa amarga y niego con la cabeza.
—Vaya, que rápidos son— hablo entre dientes— Al menos deberían fingir que les duele un poco mi partida…
—¿Disculpe?— me pregunta la joven muchacha y yo niego con la cabeza.
—No es nada— le digo restándole importancia al asunto— Ahora abajo, por favor, dile a mi madre que pronto estaré con ella.
La mujer asiente haciendo una leve reverencia antes de desaparecer del umbral de la puerta donde se encontraba. Cuando ella se va no puedo evitar dejar salir un suspiro de pesadez de mis labios y mi mirada llena de tristeza recorre el lugar el cual fue mi refugio en estos 20 años de vida que tengo.
Hoy es el día que, por demanda de la señora Wright, debo irme a vivir a la mansión Wright para ser “entrenada” como la “esposa perfecta” para el futuro marido para el cual me han comprado. Anoche no pude dormir nada, ni siquiera me quedan lágrimas que derramar y es por ello que no sé cómo liberar estos sentimientos que se hallan encerrados en mi interior.
Voy camino al infierno.
Aprieto mis manos en apretados puños hasta enterrar mis uñas en las palmas de mis manos y tengo que respirar profundo, pues siento que en cualquier momento entraré en un ataque de pánico debido a todo lo que está pasando en mi vida. Mi miserable vida será todavía más miserable gracias a mis padres que me ven como un negocio y no como una hija.
Estuve estos últimos días pensando, mentalizando mi nueva vida para poderla aceptar con mayor facilidad, pero…
Está siendo tan difícil.
Debo reaccionar, si no bajo ahora lo más probable es que mi madre suba y me lleve a rastras hasta el coche y lo menos que quiero ahora es pasar mayor vergüenza gracias a mi madre. Sé que ya debería haberme resignado, pero es tan malditamente difícil. No he podido dormir bien, he tenido pesadillas sobre lo que viviré en ese lugar y, peor aún, pronto conoceré a mi futuro esposo y no podré evitar odiarlo y sentir asco hacia él por haber accedido a comprarme, pero, aunque no lo quiera, estoy en sus manos. Fueron mis propios padres a los que no siquiera les importó venderme como si fuese yo algún objeto y, si mis propios padres hicieron eso, no quiero ni imaginar lo que sufriré en esa casa.
Mi mirada se detiene en el espejo a cuerpo completo que tengo a unos cuantos pasos de mí. Ante mis ojos se encuentra una mujer vestida completamente de n***o y su rizado cabello tan libre como nunca. Ese cabello tan azabache tan abundante y brillante es tan oscuro como la ropa que trae puesta y hace ver a esa mujer que ven mis ojos más pálida de lo normal.
Parezco un cadáver.
Quizás sí lo soy, me siento muerta estando viva, pero no hay más que pueda hacer que resignarme a vivir así. Tendré que ser obediente para que me hagan el menor daño posible. Odio el dolor y lo menos que quiero es que me lastimen y es por ello que deberé obedecer y ser lo más invisible posible.
De todas formas estoy acostumbrada.
Respiro profundo y par de veces hasta poder tranquilizarme y así armarme de valor para salir de la habitación y dirigirme hacia la planta baja dónde me espera mi “amada” familia que me despedirá entre llanto (nótese el sarcasmo)
En estos últimos días he estado encerrada en mi habitación lamentando mi suerte. Para mí todos los días son iguales, es igual para mí un lunes que un viernes o la noche y el día, pero ha habido algo últimamente que no ha sido igual que todos los días.
¿Saben? Quisiera reírme de la ironía. La señora Wright se ve que es una señora estricta y conservadora por lo cual debe ser perfeccionista al comprar cualquier cosa, es por ella que ella exige que la mercancía sea “de primera”. Todavía recuerdo lo que dijo aquella noche en la fiesta del hotel:
“La virtud y la pureza de la novia para nosotros es primordial. No queremos sorpresas desagradables en un futuro.”
Pues han sido estafados.
Una pequeña y amarga sonrisa se posa en mis labios, mientras bajo las escaleras. Los Wright querían una novia virgen y mis padres me vendieron como una novia pura pero la mercancía que ellos compraron ya está manchada. Ya no soy virgen y, por más que lo he intentado, no puedo sacarme de la mente a ese hombre al cual le entregué mi virginidad.
Ni siquiera sé su nombre, pero su imagen no se va de mi mente. La manera en la que me miraba, la forma tan amable en la que me trató, todo lo que me dijo; curiosamente, al pensar en él, se alivian un poco mis males ya que sé que ese desgraciado que me compró no tendrá mi primera vez. Es un pequeño triunfo en medio de tanta desgracia.
Quisiera tener el valor de gritárselo a la señora Wright, quisiera decirle que la novia por la que han pagado una fortuna entera no es lo que ellos piensan y que mis padres los estafaron. En mi mente se ve genial, pero sé que en la vida real no lo sería y sólo me ocasionaría más de un problema.
Me guardaré esta satisfacción sólo para mí.
Termino de bajar las escaleras con las piernas temblando como si fuesen fideos, pero no me detengo y comienzo a caminar hacia la salida. Si me detengo siquiera un segundo perderé todo el valor y correré hacia mí habitación de nuevo para encontrar un lugar en el cual esconderme.
Sinceramente no sé que me espera en la mansión Wright, pero he imaginado un sinfín de escenarios y cada uno es peor que el anterior. Sólo espero tener el suficiente valor de resistir esto. Quisiera poder despertar de esta pesadilla al que algunos llaman “realidad”
No puedes escapar del destino por mucho tiempo.
—¡Hasta que al fin te dignas en aparecer, niña!— salgo de mis pensamientos al oír esa exclamación impaciente y me encuentro con que es mi madre la que me habla así— ¿Qué tanto hacías? ¡Se te hace tarde!
Nada debería sorprenderme a estas alturas.
Muerdo mi labio con fuerza y me armo de toda la calma que puedo reunir para enfrentar esta situación. Lo primero que veo cuando salgo es a mi madre con gesto impaciente, a mi padre mirándome con frialdad y a Kenia con una mueca de completo aburrimiento. Tengo una familia verdaderamente sorprendente.
Camino hasta llegar a ellos y alcanzo a ver, a los pies de la escalera, el auto estacionado que me llevará al infierno junto con Igor, el chófer. Al ver eso siento como mis entrañas se contraen dolorosamente y siento que la realidad lentamente cae encima de mí.
No quiero ir.
—Recuerda no hacer nada que manche mi buen apellido, Kenna— habla con frialdad mi padre y, en lugar de parecer una despedida, parece más una advertencia— No quiero recibir quejas de los Wright y que afecte nuestro negocio porque lo pagarás muy caro si es así.
Padre, por favor no me dejes ir.
Mantengo mi expresión seria y sin emociones cuando por dentro siento que estoy llorando de manera desconsolada y busco en la mirada de mi padre un pequeño atisbo de tristeza que me demuestre que me quiere siquiera un poco, pero en esa mirada no hay nada.
—No creo que haya problemas en tanto obedezcas a los Wright— ahora la que habla es mi madre— Esperemos que le gustes aunque sea un poco al hijo mayor, así apresurará la boda y podremos obtener más rápido el dinero, aunque…— su mirada con sus ojos negros me recorren de arriba abajo y puedo ver como hace una mueca de disconformidad— No creo que tengamos tanta suerte contigo como para que ese hombre se fije en ti.
Madre, al menos demuestra que te duele un poco.
No vale la pena, debo entender que no vale la pena y que así es mi familia, perro no puedo evitar que duela, sigue doliendo a horrores a pesar de que ya han pasado muchos días desde que me enteré de este trato atroz que me roba la vida en cada respiro.
—Vamos, Kenna ¡Sonríe!— se burla de mí mi hermana y es que ¿Cómo puedo reír en esta situación? — Vas a conocer a tu futuro esposo, no vas a tu funeral— una sonrisa malvada se posa en su rostro— Espero pronto recibir una invitación a tu boda.
Mi boda. Que desgracia.
Respiro profundo para tranquilizar la inquietud que siento corroer mis entrañas. Esto era inevitable, tarde o temprano mis padres iban a hacer algo como esto, debería saberlo ya, pero, aún así…Duele.
—Yo…—intento hablar, pero mi madre me interrumpe.
—Ya basta de palabrerías sin sentido ¡Se hace tarde!— me apresura tomando mi brazo y prácticamente me arrastra hasta el auto— Esa mujer esquizofrénica sufre de delirios de grandeza y tiene una terrible obsesión con la puntualidad— habla rápidamente, mientras yo vigilo de no tropezar en las escaleras, pues ella me lleva prácticamente a rastras— Es mejor que te vayas ahora, ese lugar no queda muy lejos, pero es mejor que ya ye vaya para allá.
Hago una mueca al sentir dolor en el brazo que es tratado tan bruscamente por mi madre, pero no me quejo audiblemente y sólo me dejo manejar como si fuese yo alguna muñeca de trapo. Ella solo me suelta cuando nos encontramos en el auto, mientras Igor abre la puerta para que yo pueda entrar. Mis padres no quieren perder el tiempo y, la verdad, yo tampoco quiero perder el tiempo buscando en ellos algún signo de arrepentimiento o algo así.
Ellos no me quieren.
Miro el auto y después dirijo mi mirada hacia el lugar que ha sido mi hogar toda mi vida y también veo a mi familia, a la familia que se les hace tan fácil venderme como si fuese yo un trozo de carne de primera o algo así. Ahora debo ser fuerte y tener valor, porque lo que me espera no será para nada fácil, si en esta casa que es mi hogar y estoy rodeada por mi familia que llevan mi sangre no me quieren, mucho menos me querrán en el hogar donde me han comprado y dónde, para ellos, sólo soy hija de unos seres detestables. Yo también me siento así.
Mi mirada fría y carente de vida se posa en mi madre, en mi padre y en Kenia que me miran desde lo alto de las escaleras. Ni siquiera sé acercan para despedirse. Bien, no queda más que decir.
—Adiós.
Eso es lo último que digo antes de subirme al auto y hago un enorme esfuerzo por contener mis lágrimas. He llorado lo suficiente estos últimos días, no quiero llorar más y que, al llegar a la mansión Wright, se note que estoy destruida, quiero verme lo más fuerte posible frente a las personas que me compraron.
Tan pronto como estoy dentro del auto, Igor se sube y arranca con rapidez el motor. Parece que todos tienen una prisa extraordinaria en que me vaya de aquí. Antes de que el auto empiece la marcha, veo por la ventana a mis padres y a mi hermana que parecen platicar animadamente, como si no estuviesen vendiendo a su propia hija.
Pagarán por esto, la vida se encargará de cobrarles la avaricia que ahora mismo están expresando. Para mantener su extravagante nivel de vida se atrevieron a vender a una de sus hijas, este crimen atroz no puede quedar impune.
Ni siquiera sé que pasará conmigo.
Mientras el auto avanza no puedo evitar perderme en un sinfín de pensamientos inconclusos. Recuerdos de mi niñez vienen a mí, no tuve una niñez muy feliz que digamos, carente del cariño de mi madre e ignorada por completo por mi padre, las únicas que cuidaban de mí eran las niñeras.
Cómo hija de una familia adinerada lo tuve todo, tantos juguetes que ni siquiera cabían en el cuarto de juegos, tanta ropa y tantos lujos que al poco tiempo vi innecesarios. Lo tuve todo, pero me faltó cariño, nadie nunca me demostró amor. Nadie excepto…
“Tiene ideas hermosas, señorita.”
De repente empiezo a escuchar su suave y dulce voz resonar en mi mente inquietando mi corazón. Me remuevo en mi asiento y me dedico a ver por la ventana, mientras la imagen de ciertos ojos azules no escapa de mi mente.
“Es usted la señorita más hermosa que he conocido, tenía curiosidad de saber cómo se vería sin él antifaz, pero la realidad ha superado mis expectativas; es usted bellísima ¿Sabe? Sus ojos me recuerdan al cielo nocturno, tan oscuro como la noche, pero brillan de manera encantadora, es como si tuviese las estrellas del cielo atrapadas en sus ojos tan hermosos.”
Su sólo recuerdo hace que mi corazón se acelere, ni siquiera sé cuál es su nombre, fue sólo una aventura de una noche, puede que para él no haya significado nada y ya me haya olvidado, pero yo aún lo recuerdo. Su manera de mirarme, su manera de hablar, puedo recordarlo todo. En mis 20 años de vida ha sido el único que me ha tratado bien y el que ha expresado por mí algo cercano al cariño, aunque, quizás, sea sólo mi imaginación.
No es normal, no es normal pensar tanto en un hombre que solo vivió conmigo una aventura de una noche, pero ¿Cómo puedo olvidarlo? De cierto manera su recuerdo me da consuelo. Hice una locura, lo sé, pero no me arrepiento de haberlo hecho porque esa locura, se convirtió en un hermoso recuerdo.
“¿Sabe algo? Es usted hermosa. Capaz de encantar hasta un hombre de roca. A sus pies puede tener al hombre que desee ¿Por qué insiste en hacer esto con un completo desconocido?”
Sonrío sin poder evitarlo y su recuerdo sigue apareciendo sacándome aunque sea por un segundo de esta horrible realidad. Recuerdo su renuencia en aceptar acostarse conmigo, también recuerdo que quiso que yo le temiese. Sé que no era un completo desconocido, pero ¿Cómo una a temerle? Si su mirada era tan clara como el agua y tan sincera como la palabra misma. Él es un hombre tan guapo, el más guapo que he conocido en mi vida y, sobre todo, tiene sentimientos hermoso y lo sé con sólo ver su mirada.
Toda mi vida he vivido rodeada de miradas llenas de avaricia, envidia, poder, arrogancia y odio, así que fue fácil para mí ver que su mirada era diferente a todas esas. Una mirada tan limpia, como si ninguna pizca de odio la hubiese tocado nunca.
“Tiene un encanto que hechiza y creo que es en sus ojos donde está mi cautiverio.”
Yo creo que fue él quien me hechizó a mí, pues es increíble que en estos días no he podido borrar su recuerdo de mi mente como si fuese un hechizo que me hace recordarlo. La verdad, no me molesta que su recuerdo venga a mí, creo que su recuerdo será el consuelo que tendré toda la vida, pues su manera de mirarme era algo especial y todo lo que me dijo. Fue un momento hermoso lleno de nerviosismo y terror, pero fue muy hermoso.
Quisiera al menos…Haberle preguntado su nombre.