Evelina siguió a Anton fuera de la habitación, pero no sin echar una última mirada a Adrián, quien seguía ocupado con su piano. No pudo evitar fruncir el ceño justo antes de que sus ojos volvieran a concentrarse en lo que tenía delante mientras caminaba. Anton la acompañó hasta el sofá del salón, donde la invitó a sentarse. Ella lo miró pacientemente mientras él tomaba asiento a su lado. La conversación parecía ser muy seria, así que Evelina se apresuró a adoptar una actitud receptiva. —Hablar por el señor Dimitrov es bastante sencillo. La mayoría de la gente en la oficina sabe qué hacer para no molestar al señor Dimitrov. Las únicas veces que necesitarás ayudarle a hablar son en reuniones con mucha gente y ruidos fuertes, pero en reuniones privadas, prácticamente habla por sí solo. Lo ú