Evelina caminó lentamente hacia la ducha. El cristal rápidamente se volvió borroso debido a la condensación que cubría su interior. Su respiración era agitada mientras deshacía el moño que se había hecho y dejaba que el agua cayera en cascada sobre su cabello. —No estoy segura de cómo podría ayudarte mientras estás en la ducha —señaló ella. Adrián la miró, pero volvió a lo que estaba haciendo. Había algo hipnotizador en él. Incluso cuando ella intentaba no mirar, siempre se encontraba observándolo mientras se lavaba el pelo y enjabonaba su hermoso cuerpo. Evelina sabía que el síndrome de Asperger era una forma de autismo, y también sabía que Adrián no era idiota. Parecía perfectamente capaz de cuidar de sí mismo. La única pregunta que le quedaba era para qué la necesitaba. Estaba claro q