CAPÍTULO QUINCE Riley estaba en completa oscuridad. No sabía dónde estaba, pero podía oír una voz gritando. “¡Mamá! ¡Mamá!”. ¡Era la voz de April! “Pero ¿dónde está?”, se preguntó Riley. “Y ¿dónde estoy yo?”. Entendió que estaba en el garaje de los Pennington otra vez. Estaba incluso más oscuro que antes, y era un gran espacio sin paredes a la vista. Luego una luz se encendió encima de ella. Levantó la mirada y vio cristales agrupados. Era una de las lámparas de araña grotescas de Andrew Farrell. “¡Una lámpara de araña en un garaje!”, pensó Riley. Era vulgar y raro. Y no alumbraba nada bien, pero sí iluminaba un círculo de puertas cerradas a su alrededor. Oyó la voz de April otra vez. “¡Mamá!”. Riley intentó responder, pero su voz no salía de su garganta. ¿De dónde venía la v