La noche había caído profundamente sobre el castillo, pero para Alina, el sueño era un lujo inalcanzable. Los ecos de las palabras de Kael y el extraño comportamiento de Lord Gavric la atormentaban. Cada sombra parecía esconder secretos, y el aire se sentía cargado con una presencia invisible.
Sentada junto a la ventana de su habitación, miraba la luna llena, cuya luz parecía intensificar el brillo de la marca en su mano. De repente, un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos.
“¿Kael?” preguntó, pero no hubo respuesta. Alina se acercó con cautela y abrió la puerta. Nadie estaba allí, pero un pequeño pergamino descansaba en el suelo.
Lo recogió, desplegándolo para encontrar un mensaje escrito con una letra elegante pero apresurada:
“Si deseas respuestas, ven al jardín del este. Pero ven sola.”
La Decisión Peligrosa
El corazón de Alina latía con fuerza. Sabía que Kael jamás aprobaría que se aventurara sola a una reunión misteriosa en medio de la noche. Sin embargo, la promesa de respuestas era demasiado tentadora.
Se vistió rápidamente, tomando un manto oscuro para mezclarse con las sombras. Cada paso que daba hacia el jardín del este era un desafío a su instinto, que le gritaba que regresara. Pero algo en su interior, algo más allá del miedo, la empujaba a continuar.
Al llegar al jardín, las flores nocturnas brillaban con un tenue resplandor bajo la luz de la luna. Una figura encapuchada esperaba junto a la fuente central.
“¿Eres tú quien envió el mensaje?” Alina preguntó, tratando de mantener su voz firme.
La figura se giró lentamente, revelando el rostro de una mujer que Alina no reconoció. Sus ojos eran de un verde intenso, y su expresión transmitía una mezcla de urgencia y tristeza.
“Alteza, he venido a advertirte,” dijo la mujer en un tono bajo pero intenso.
“¿Advertirme de qué? ¿Quién eres?”
La mujer hizo una ligera reverencia. “Mi nombre es Selene. Fui enviada por aquellos que han observado los eventos de esta noche con preocupación. El sello que rompiste… has desatado más de lo que imaginas.”
El Peligro Latente
Antes de que Alina pudiera responder, un sonido de pasos cercanos las interrumpió. Selene la agarró del brazo y la llevó a un rincón oscuro del jardín. Desde su escondite, ambas observaron a un grupo de figuras que avanzaban sigilosamente.
Eran cinco hombres, todos vestidos con capas oscuras que los camuflaban con la noche. Uno de ellos sostenía una lámpara de aceite, cuya luz parpadeante revelaba sus rostros. Alina reconoció a uno de ellos: Lord Gavric.
“¿Estás segura de que ella vendrá?” preguntó uno de los hombres a Gavric.
“Lo hará,” respondió Gavric. “La princesa no puede resistirse a buscar respuestas, y nosotros no podemos permitir que el Heraldo de la Luna permanezca fuera de nuestro control.”
Las palabras de Gavric cayeron sobre Alina como un balde de agua fría. No solo sabían sobre la profecía, sino que también planeaban manipularla para sus propios fines.
Selene la miró con seriedad. “Ahora entiendes por qué vine. No todos los que te rodean son tus aliados. Algunos quieren usar tu poder, otros quieren destruirte antes de que lo descubras.”
El Pacto Oculto
Selene guió a Alina lejos del jardín y hacia un pasadizo secreto que llevaba a una cueva oculta bajo el castillo. Allí, encendió una antorcha, revelando paredes cubiertas de símbolos antiguos similares a los del libro que Alina había encontrado.
“Este lugar pertenece a la Orden de la Luna Eterna,” explicó Selene. “Un grupo que juró proteger el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Kael, aunque no lo sepa completamente, está ligado a nuestra causa. Pero ahora que el sello ha sido roto, la balanza se inclina hacia el caos.”
Alina la observó con desconfianza. “¿Por qué debería confiar en ti? Apenas te conozco.”
Selene suspiró, sacando un colgante de su cuello. Era un pequeño medallón con el mismo símbolo que marcaba la mano de Alina.
“Porque soy como tú, princesa. También soy una marcada por la luna. Y sé lo que significa cargar con este destino.”
La revelación dejó a Alina sin palabras. Por primera vez, sintió que no estaba sola en su lucha, pero también comprendió que el camino sería mucho más complicado de lo que había imaginado.
Kael, La Encrucijada
Mientras tanto, Kael, que había notado la ausencia de Alina en su habitación, estaba recorriendo el castillo en su búsqueda. Su instinto le decía que algo estaba terriblemente mal, y la idea de que Alina estuviera en peligro lo llenaba de una mezcla de miedo y furia.
Finalmente, llegó al jardín del este, donde encontró los restos de la reunión de Gavric y sus hombres. Escondido entre las sombras, escuchó suficiente para confirmar sus peores sospechas: el consejo del castillo no solo conocía la profecía, sino que planeaba traicionar a Alina.
Kael sabía que no podía enfrentarse a ellos directamente sin pruebas. En su lugar, decidió buscar a Alina, rezando para que no fuera demasiado tarde.
El Pacto De Sangre
En la cueva, Selene continuó explicando el propósito de la Orden y el peligro que enfrentaban.
“Para protegerte y fortalecerte, debemos formar un pacto,” dijo Selene, sacando un pequeño cuchillo ceremonial. “Unir nuestras energías asegurará que podamos resistir los ataques que están por venir. Pero debes decidir por ti misma.”
Alina dudó, mirando la hoja que Selene le ofrecía. Todo en su interior le decía que se detuviera, que huyera, pero otra parte de ella sabía que no tenía opción.
Con un suspiro tembloroso, tomó el cuchillo y cortó ligeramente su palma, dejando que una gota de sangre cayera sobre el símbolo del suelo. Selene hizo lo mismo, y al instante, un brillo plateado envolvió la cueva.
“El pacto está hecho,” dijo Selene solemnemente. “Ahora somos hermanas bajo la luna.”
Una Alianza Peligrosa
Cuando Alina y Selene salieron de la cueva, encontraron a Kael esperándolas en la entrada. Sus ojos brillaban con una mezcla de alivio y enojo.
“¿Dónde estabas?” exigió.
“Conociendo a alguien que puede ayudarnos,” respondió Alina, señalando a Selene.
Kael estudió a Selene con desconfianza, pero finalmente asintió. “No importa quién seas. Si puedes protegerla, entonces eres bienvenida. Pero primero debemos actuar rápido. Gavric y sus hombres están tramando algo, y si no los detenemos, será el fin de todos nosotros.”
Con esas palabras, el trío se dirigió hacia el castillo, sabiendo que los secretos que habían descubierto eran solo el comienzo de una lucha mucho mayor.