Capítulo 1: La Luna Y El Bosque
La luna llena iluminaba el bosque con una luz plateada que hacía que las sombras parecieran cobrar vida. El aire estaba impregnado de una frescura peculiar, propia de las noches de otoño, cuando el viento soplaba en dirección a los misterios que se ocultaban entre los árboles. La niebla comenzó a ascender lentamente, envolviendo el suelo en una capa de misterio, como si la misma tierra tratara de ocultar lo que estaba a punto de suceder.
Alina caminaba por el sendero solitario del bosque, con la mirada fija en el horizonte, sin detenerse a pensar en el porqué de su presencia en ese lugar. La princesa del Reino de Aeloria, heredera al trono de un reino que había sido marcado por siglos de conflicto con los vampiros, sentía que esa noche algo diferente la estaba llamando. Las voces de la corte y las obligaciones de su título siempre la habían mantenido atada al palacio, pero algo en su interior le decía que esa noche, bajo la luz de la luna, debía enfrentarse a lo desconocido.
Con cada paso que daba, la atmósfera parecía volverse más densa, y la sensación de estar siendo observada no la dejaba tranquila. Había algo en el aire, algo que despertaba sus sentidos y la hacía sentir como si estuviera caminando por un límite entre dos mundos. Pero Alina no sabía qué era exactamente lo que la atraía hacia este lugar. Solo sabía que había una conexión que no podía ignorar.
De repente, un sonido sutil cortó el aire: un crujido entre los arbustos. Alina se detuvo en seco, sus ojos recorriendo el bosque, buscando la fuente de ese sonido. Una presencia, oscura y poderosa, se acercaba lentamente, y en su interior, algo comenzó a palpitar con fuerza. No era miedo lo que sentía, sino una extraña mezcla de expectación y reconocimiento.
En ese preciso instante, de entre las sombras, emergió una figura alta y esbelta. Un hombre, pero no uno común. Su piel era pálida como la luna que brillaba sobre ellos, sus ojos rojos como rubíes brillaban con una intensidad que parecía penetrar el alma. Era un vampiro, aunque su apariencia era diferente a la de aquellos que Alina había visto en los relatos. Él no parecía ser un simple cazador, sino algo más, algo más antiguo y poderoso.
“¿Quién eres?” preguntó Alina con voz firme, aunque su corazón latía acelerado.
El vampiro la observó por un largo momento, sin decir una palabra. Su presencia era como una ola invisible que la envolvía, una fuerza a la que era difícil resistirse. Finalmente, habló, su voz baja, pero clara, resonando en la quietud del bosque.
“Soy Kael”, dijo, con una calma que contrastaba con la tensión palpable entre ellos. “Y tú, princesa Alina, tienes mucho que descubrir.”
Alina frunció el ceño. La forma en que lo decía, como si ya lo conociera, la desconcertaba. ¿Cómo podía saber su nombre? No podía ser un simple encuentro fortuito. Había algo detrás de sus palabras, algo que la conectaba a este vampiro en particular.
“¿Qué quieres de mí?” preguntó, su tono más desafiante, aunque una parte de ella deseaba conocer la verdad detrás de sus palabras.
Kael dio un paso hacia ella, sus ojos nunca apartándose de los de Alina. “Lo que quiero no es tan simple. Lo que tú necesitas entender es mucho más grande que un deseo personal. El destino de tu reino, de todos los reinos, está a punto de cambiar. Y tú eres la clave para todo.”
La princesa, aunque desconcertada, no podía evitar sentirse atraída por la verdad que había en sus palabras. Siempre había sentido que había algo más grande que ella misma, algo que la conectaba con el mundo de los vampiros y con los oscuros secretos de su propio linaje. A pesar de su posición en la corte, nunca había encajado completamente en la vida que le habían asignado.
“¿El destino de mi reino?” repitió Alina, pensativa. “No entiendo. ¿Qué tienes que ver tú en todo esto?”
“Mucho más de lo que imaginas”, respondió Kael. “Este bosque, la luna, las sombras… todo está relacionado. Y tú, princesa, tienes un poder en tu interior que puede cambiar el rumbo de todo. Pero solo si eliges aceptar lo que eres.”
Alina retrocedió un paso, su mente abrumada por las palabras de Kael. ¿Qué quería decir con “aceptar lo que eres”? ¿Acaso no lo había hecho ya al aceptar su destino como heredera del trono? Pero algo en sus palabras la hizo dudar. ¿Qué se escondía en su interior? ¿Era posible que hubiera algo más, algo que ni siquiera ella conocía?
“¿Qué debo hacer?” preguntó Alina, sus ojos buscando respuestas en los de Kael.
“Ven conmigo”, dijo él, extendiendo la mano hacia ella. “La oscuridad que se avecina es más grande que cualquier guerra que hayas conocido. Si no actúas ahora, todo lo que amas se desmoronará. Pero tienes una oportunidad, Alina. Una oportunidad para cambiarlo todo.”
La princesa lo miró por un largo momento, contemplando sus palabras, el aire pesado entre ellos. El destino de su reino, de su gente, estaba en juego. Pero lo que Kael decía parecía tan improbable, tan alejado de la realidad que conocía. ¿Cómo podría ella, una simple princesa, ser la clave para evitar la destrucción de todo?
“¿Por qué yo?” preguntó, finalmente. “Soy solo una princesa. No soy una heroína.”
“Porque dentro de ti hay algo que va más allá de cualquier título o linaje. Algo que te conecta con el origen mismo de este mundo. Algo que no puedes ignorar.”
Alina miró su mano extendida, indecisa. La luna brillaba sobre ellos, como si la misma naturaleza estuviera observando el momento crucial que definiría su futuro. En ese instante, algo en su interior despertó, un llamado profundo que no podía ignorar.
“Está bien”, dijo finalmente, tomando su mano. Una decisión que cambiaría su vida para siempre.
Y así comenzó el viaje de Alina, la princesa humana, y Kael, el misterioso vampiro, cuyo destino estaba entrelazado de una manera que aún no podían comprender. Juntos, caminarían por un sendero oscuro y peligroso, enfrentando los secretos de su linaje, las fuerzas que amenazaban con destruirlos, y los sentimientos que nacían en sus corazones en medio de la incertidumbre. Un viaje que los llevaría más allá de los límites de la razón, donde la luna sería su única guía en la oscuridad.