Capítulo 3

2119 Words
Brooke Pov: …¿¡QUE QUÉ…!? Cubro mi boca para evitar que un jadeo salga de mis labios y sin poder evitarlo me sonrojo en gran manera debido a sus atrevidas palabras ¿Cómo se le ocurre a este trío de ineptas hacer semejante pregunta? Sabía que nada bueno saldría de esas mentes sin cerebro ¡¿Qué le interesa si soy o no soy virgen!? Esto de verdad es el colmo de su descaro… Entonces empiezan las risas escandalosas de esas brujas y yo hago un gran esfuerzo para que no noten que estoy aquí oyendo sus idioteces, de alguna forma me avergüenza que ellas anden indagando sobre mi intimidad y hablando de ella con tal libertad ¿Qué ganan ellas con tal información? Es mi problema si soy o no soy virgen ¿Acaso yo voy por la empresa preguntando quienes se han acostado con ellas? ¡No! Porque no me interesa la generosidad que ellas tengan para compartir sus cuerpos con otros. Además, tendría que pasar todo el día preguntando y me quedaría sin dedos para contar con cuántas personas han estado estás tres mujeres. Es mucho esfuerzo por nada. Sería una perdida de tiempo. — ¿Cómo crees, Sam? ¿La has visto? ¡Es horrenda! Casi me siento pena por la pobre —dice en medio de su frenética carcajada la rubia Marie— Me da lastima por los que tienen que soportar tal fealdad todos los días. Aprieto mis labios, sintiendo el enojo corroerme las entrañas. Mi angelito de la razón retiene a duras penas a mi diablesa interior que se encuentra furibunda y quiere salir a darle una lección a esas tres hienas burlonas que piensan que todo es un chiste, cuando el verdadero chiste es su falta de inteligencia. Debo hacerle caso a mi angelito, sé que él tiene razón al decirme que nada bueno sacaría de una pelea y que, además, ellas son tres y yo solo una. Por más rabia que sienta no soy ninguna boxeadora y perdería contra ellas en un santiamén. Debería estar acostumbrada a este tipo de comentarios de su parte y de parte de todo el mundo que me rodea, sé que no soportan mi apariencia desaliñada, pero no me interesa ser agradable ante sus ojos, perdí el interés de ser bonita hace o quizás nunca lo tuve. La belleza puede costar demasiado y yo no estoy dispuesta a pagar ese precio. —Marie tiene razón; esa cosa lo más cercano que ha estado de un hombre ha sido al mocoso puberto ese de mensajería—se burla con desagrado la bruja castaña y me enciendo por dentro cuando menciona a William— Ellos harían buena pareja, entre cosas horrorosas se deben entender. Mi diablesa interior se enciende aún más y mi angelito de la razón también se enfurece con ella, pero aún así no deja ir a mi diablesa, pues sabe que si la suelta ella y yo haremos mil y un locuras. No me molesta tanto que digan esas cosas de mí, pero no entiendo el afán de estás víboras venenosas en meterse con todo el mundo intentando llamar la atención de la manera más cínica que pueda existir. Calma, Brooke. Respiro profundo y logro apaciguarme, nunca he sido buena peleando, es más, creo que nunca he peleado en mi vida, es por ello que siempre me han molestado; así que me alegra tener a mi angelito de la razón junto a mí, gracias a él me he evitado muchos malos ratos en mi vida. Bueno, se preguntarán ¿Quién es William? William es un chico bastante bueno, amable y caballeroso que, a su corta edad, es un gran trabajador; él es una de las pocas personas con la que entablo conversación en Beauté, estas brujas no deberían ni mencionarlo porque él, a diferencia de ellas, si tiene un corazón y no un pedazo de carne podrida dentro del pecho. En algunas ocasiones cuando él visita el área de finanzas se sienta a hablar conmigo y me trata muy bien; nunca se burló de mi apariencia, ni mucho menos hizo alguna mueca al verme como lo han hecho muchas personas y eso se lo agradezco. Él es mucho mejor persona que cualquiera de estás tres muñecas de plástico que lo único que tienen de humanidad es su corazón podrido que late con pura maldad. Cuando quisiera que tuvieran un escarmiento. —Es una pregunta estúpida lo sé— dice la pelirroja en medio de un suspiro de desinterés total—Ella prefiere el peso laboral que el caliente cuerpo de un hombre sobre ella; la muy patética no sabe de lo que se pierde, pero díganme ustedes, chicas ¿Qué hombre haría el sacrificio de acostarse con ese esperpento?—la bruja mayor le habla a sus esclavas en tono burlón y siento como mi sangre se calienta a cada segundo que pasa —Si yo fuese hombre ni con una ramita tocó a esa cosa ¿Y si me infecta? Ella habla de mí como si tuviese alguna enfermedad contagiosa. Que risa, entre ella y yo la más propensa a tener una enfermedad es ella porque quién sabe que tipo de cosas se ha metido en su cuerpo. —¡Tienes razón!— Aprieto mis labios sintiéndome impotente al no tener el valor de hacer algo contra estás tres hienas plásticas. —Hay que darle un premio al hombre que se atreva a tocar tal costal de estiércol— habla asqueada la de cabello castaño —Yo vomitaría del asco… Muerdo mi labio con fuerza queriendo salir y agarrarle los cabellos rojizos a la bruja mayor y arrancárselos con mis propias manos. En mi mente se ve verdaderamente épico, pero dudo que en la vida real yo sea tan fuerte como para enfrentarme a esas tres brujas que, además, parecen una jirafas de cuello estirado. Nunca dejaré de sentir rabia ante estás personas que solo por mi apariencia me maltratan, me señalan y me acusan a pesar de que yo nunca les hice algún mal. Yo a estás tres cacatúas nunca les he hecho ningún mal, así que no logro entender porqué me maltratan tanto y dicen cosas tan malas sobre mí. Debería estar acostumbrada, pues siempre son así conmigo, pero me da rabia, me irrita que piensen que tienen derecho a hablar de mí así. Son hermosas, pero totalmente podridas por dentro. Ellas ríen como hienas dementes, carentes de varios tornillos en sus bonitas cabezas y escucho pasos y como sus voces se van alejando, para luego oír como la puerta es abierta y cerrada nuevamente. El ambiente vuelve a sumergirse en ese sepulcral silencio que tanto me gusta. Se han ido. Respiro profundo para calmar la ira que se encuentra encerrada en mi interior; nunca fui una persona violenta, nunca me defendí de mis agresores, solo esperaba que se cansasen y me dejasen sola. Normalmente no pasaba de un golpe o un insulto para que luego se aburrieran de molestarme y se fueran dejándome a mí sola sanando mis heridas. Siempre me funcionó, pero en consecuencia dejaba una nueva herida en mi alma. Las personas son crueles, tanto que dejan de lado su humanidad. Sacudo mi cabeza para alejar ese tipo de pensamientos y me dispongo a salir del cubículo en el cual estaba encerrada. Miro para ambos lados antes de salir completamente para cerciorarme que no hay nada y efectivamente así es. ¡Que alivio! Suspiro llena de alivio y salgo por completo del cubículo. De verdad creí que no podría salir, esas tres brujas no descansan hasta liberar todas sus maldiciones, no saben cuánto me encantaría agarrar sus escobas y rompérselas en sus bonitas cabezas para ver si reviven sus neuronas moribundas. Me recibe un enorme espejo que recubre toda la pared y también los pulcros lavados del baño de damas; este baño tiene un diseño futurista con sus azulejos blancos con manchas doradas que le dan un toque de lujo a este lugar. Brilla por quién eres… Es el lema de Beauté, pero es difícil brillar cuando han apagado tu luz más de una vez. Sonrió con amargura mirando a la triste y deprimente mujer que me mira con lastima y me doy cuenta que esa mujer soy yo. A veces tienes ansias de brillar, pero hay personas que no toleran tu luz e intentan apagarla de cualquier manera; bueno, cada vez que yo intentaba brillar a mi manera siempre apagaban mi luz, era como encender una vela bajo el mar. Imposible. Me miro fijamente al espejo. Llevo puesta una falda sin forma que me llega hasta más abajo de las rodillas, es de color negra; un suéter de lana enorme de color gris que hace que mi cuerpo tenga una figura extraña, pero logro mi objetivo que es ocultar la verdadera figura de mi cuerpo; junto unas medias que cubren mis piernas y unos zapatos bajos. En mi área no me exigen uniforme lo cual agradezco, pues, aunque los uniformes de Beauté son hermosos, no creo que a mí me queden tan bien como a las otras tantas mujeres que trabajan aquí. Son tan ajustados, hechos a la medida y a mí no me gusta mostrar mi feo cuerpo porque todos me mirarían y en sus miradas habría tanta maldad que me harían temblar de pánico. A mí no me gusta mostrar mi figura y mucho menos me gusta mostrar piel, me hace sentir incomoda. Entre más holgada mi ropa, mejor es para mí; me ayuda a esconderme. Mi rostro es adornado por unos anteojos que son para resolver mi problema de leve miopía y hacen que mis ojos no destaquen mucho, mi vista no está tan dañada, pero siempre uso lentes como un tipo de escudo, llevarlos me hace sentir más segura. Cuando estaba en la escuela había un grupo de chicas que siempre me molestan, ellas siempre decían que mis ojos tenían un color raro y que eran feos, mis ojos son de color un tono verde tenue y apagado, pero dependiendo de mi estado de animo pueden cambiar su color, es raro, pero así me sucede; a veces son un poco más intensos y a veces más opacos, a veces más claros u oscuros, por eso fue tachada de fenómeno. Mi cabello es castaño claro con algunos mechones más claros, es un cabello feo y sin brillo, por eso siempre lo tengo amarrado en un recogido algo desordenado; tengo algunas pecas adornan el puente de mi nariz y mis mejillas. Comparado con la estatura de esas palmeras andantes que han salido aquí, yo soy mucho más pequeña, diría que tamaño duende con 1,60 cm y mi cuerpo, mi cuerpo tiene mucha más carne que la de esos esqueletos, pero es justamente esas curvas lo que me hace sentir incómoda con mi cuerpo. Todo eso combinado forman al famoso Espectro Jones, ese fantasma anti-moda que se la pasa encerrado en el área de finanzas; a veces dudan de que soy mujer e incluso yo lo dudo. Soy tan poco femenina que incluso los cosméticos me odian y yo también les tengo el mismo cariño (nótese el sarcasmo, por favor.) Mi belleza es tan nula como mi vida amorosa. Agacho mi cabeza y aprieto mis puños. Nunca tuve novio, pues jamás un hombre se ha interesado en mí para llegar a tener una relación estable, me parecían hermosas algunas parejas que vi en la universidad y algunas que veo pasar por la calle de vez en cuando, parece tan hermoso estar enamorado; incluso me entretengo dibujando parejas en el parque de vez en cuando o leyendo de amores increíbles que me hacen suspirar o llorar con su travesía para poder estar juntos; pero cuando vuelvo a mi realidad me doy cuenta que eso es algo tan inalcanzable para mí. Inalcanzable. Sin poder evitarlo una sonrisa algo sombría se posa en mis labios y miro a mi reflejo. —Si esas arpías lo supieran…—me susurro a mí misma y siento una pequeña satisfacción alojada en mi pecho, no tiene sentido que me sienta bien con algo así, pero no puedo evitarlo—Que no soy virgen ¿Me creerían? Lo dudo. Pero eso sí paso, hace mucho, pero sí pasó y nadie podrá borrar ese hecho que aún me persigue como si fuese mi propia sombra. Esa noche un desconocido me tomó entre sus brazos y me hizo suya con tanta pasión que por un momento creí que no me soltaría nunca; pero no le di tiempo de capturarme, pues yo hui de él para nunca más volverlo a ver. Espero…No verlo nunca más. Eso sería muy vergonzoso para mí…
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