SADIE
El señor Black me había llamado a mi… a mí.
¿Qué demonios acababa de suceder? Y si, por más que mirara fijamente mi teléfono no iba a tener respuestas.
¿Porque quería que lo vea en el Waldorf? Nunca asisto a eventos con él y además... me llamo por mi nombre... ¡nunca jamás lo hace!
No tenía idea que sucedía... y encima quería que me vista sexy, dios, la gala de beneficencia era de etiqueta y no sabía si contaba con un vestido acorde a la situación y que además tenía que ser sexy claramente. No me quedo más remedio que llamar a Rosie que era la más adecuada para este tipo de cosas.
―Hola Cariño― dijo al responder.
―Dios menos mal que contestaste, dime por favor que no estas ocupada porque tengo una emergencia y.… y...
―Jesús, Sadie respira y háblame.
―Mi jefe necesita que vaya a un evento de etiqueta y su auto está en camino a recogerme y además debo vestirme sexy.
―Ok si es una emergencia, en cinco estoy deja la puerta abierta.
Exhalo tratando de aplacar los nervios para entrar al baño y darme una ducha rápida, tengo el pelo bien asique no será necesario lavarlo. Apenas tuve tiempo de ponerme la bata después del baño cuando me encontré Rosie que ya estaba en mi habitación desplegando vestido tras vestido.
―No tienes idea de cómo me estas salvando― la abrace―. No tengo ni idea de que hacer.
―Soy oficialmente tu hada madrina esta noche― reímos por su comentario mientras empezaba a medirme vestidos―. Ahora desnúdate.
Me quite la bata y busque mi ropa interior al tiempo que ella hacia mala cara por cada conjunto que yo iba sacando, demasiado decente o poco sexy según ella. Termine eligiendo un sujetador sin tirantes y bragas negras a juego.
Clásico, de todas maneras, no es como si alguien lo fuera a ver esta noche.
―No― dije a un vestido blanco, parecería una novia―. Tampoco― tiro uno n***o a la cama demasiado corto―. No, no― voló uno rojo―. Ese puede ser sí.
―Sadie... ¿Rosa? ― cuestiono.
―Si, puedo llevarlo además es hermoso y sexy justo como quiere mi jefe.
Me ayudo a vestirme y cuando el vestido estaba listo me mire al espejo asombrándome por completo, era sin tirantes y muy ceñido al cuerpo con una abertura en la pierna, parecía casi una segunda piel.
―De acuerdo, quizás tenías razón y no fue una buena idea― jadee alisando mi vestido.
―Estas loca, parece hecho para ti― tiro de mi hacia el tocador y me hiso un recogido en el pelo y un maquillaje sutil. Tenía unos aretes plateados al igual que mis sandalias.
―Listo― dije levantándome, tome el bolso rosa haciendo juego con el vestido y estaba por salir de la habitación cuando su voz de orden me detuvo.
―Alto― me gire para verla―. Quítate las bragas.
― ¿Que? No― negué―. ¿Acaso estás loca o qué?
―Se te notan las bragas Sadie, se ve mal― se acercó a mi―. Quítatelas no queda de otra.
No sé en cuantos idiomas eche una maldición, pero tenía razón, se notaban y no se veía bonito, me negaba a andar más denuda, pero me levante el vestido y me las quite. Me quedé mirándome nuevamente, no me reconocí el vestido era increíble a pesar de que me sentía expuesta, era un rosa oscuro y de una tela como seda o satén que brillaba un poco. El maquillaje era sutil pero impecable y mi cabello recogido alargaba más mi cuello.
Mi teléfono sonó con un mensaje de chofer del señor Black avisándome que ya se encontraba en la entrada de mi edificio.
―Ok ya es hora de irme― suspire―. ¿Crees que no hare el ridículo?
―Claro que no― dijo sacudiendo la cabeza―. Vas a volarle la cabeza a cada persona allí como la maldita diosa que eres― una ola de nervios me invadió.
―Dios, esto es una locura, jamás hice algo así y tú sabes lo torpe que me pongo cuando estoy nerviosa.
―Vas a estar bien, Sadie tú tienes un don natural con las personas― dijo―. Arrasa con ellos campeona.
Menos de diez minutos después ya estábamos estacionados frente al Hotel Waldorf, le envié un mensaje al señor Black tal como me había pedido avisándole que ya me encontraba aquí, el chofer abrió la puerta para mi sorprendiéndome y tomando una rápida exhalación bajé del auto.
El señor Black ya estaba esperándome, vestido impecablemente con el smoking n***o que yo misma había preparado para él. Me miró fijamente y me puse tensa, no estaba acostumbrada a que me miré o me hable o que note que existía, básicamente, tome coraje y establecí que no podía dejar que me pusiera nerviosa, estaba aquí por algo asique debía ver que necesitaba y como podía solucionarlo.
Al fin y al cabo, esto eran horas extras de la oficina. Enderece la espalada, levante mis hombros y camine hacia él.
―Señor Black ¿Qué puedo hacer por usted? ― parpadeo varias veces y abrió la boca para volver a cerrarla.
― ¿Que?
― ¿Que hago aquí señor? Dijo que era una emergencia― murmure―. ¿El vestido está bien? Es lo más sexy que conseguí con tan poco tiempo.
Sus ojos azueles cual témpanos de hielo me recorrieron de arriba abajo y jamás me había sentido tan desnuda como ahora, me sonroje al instante y estaba segura que con tan meticulosa inspección él ya podía notar que no llevaba ropa interior.
Esto había sido una pésima idea.
―El vestido es…― dijo totalmente ido, pero sin dejar de mirarme.
―Si el vestido, señor Black― ¿Qué le pasaba? ―. ¿Esta usted bien?
― ¿Que? Si por supuesto― parpadeo y volvió en si al parecer―. El vestido está bien y es Maxwell esta noche.
Se aliso el traje y me tomo del brazo llevándonos al interior del hotel, cruzamos el lobby de entrada y nos dirigimos hasta un salón bastante grande lleno de gente.
―Maxwell― dije probando su nombre en mi boca, sonó maravilloso―. ¿Porque estoy aquí?
―Serás mi novia esta noche― frene en seco pensando que había escuchado malditamente mal. ¿Qué?
―Perdón, creo que mi oído esta atrofiado― me solté―. ¿Que acaba de decir?
Su mandíbula se tensó al igual que sus hombros, en otro momento como hace diez minutos atrás eso me habría aterrado hasta la medula, lo conocía, nadie lo cuestionaba en nada, jamás, nunca. Pero siempre había una primera vez para todo, sobre todo cuando me saca de mi casa un viernes por la noche, me hace vestir así y me suelta semejante bomba.
No señor, yo merecía la explicación del asunto antes de decidir obedecer o no.
―Sé que esto se ve mal― dijo igual de tenso que antes―. Pero, no tengo mucho tiempo para explicarte solo tienes que fingir ser mi novia cuando te presente.
― Pero soy su asistente― dije mostrando lo obvio―. ¿Debo fingir ser otra persona? ¿Cambiarme el nombre?
―No, Sadie― su rostro se suavizo un segundo―. Tu eres tú.
―Ohh― dije solo para molestarlo, sobre todo porque estaba empezando a parecerme divertido la forma en que su ceño se fruncía―. Asique vamos a pretender que se tiras a su asistente.
―No me tiro a mi asistente, eres mi novia― dijo con fastidio―. ¿Puedes hacerlo o no?
―De acuerdo, estoy dentro.
―Perfecto.
―Esto le saldrá más caro que horas extras.
―Tutéame, Sadie se supone que eres mi novia esta noche― murmuro―. Y lo que quieras lo tendrás.
―Genial― dije sonriendo―. Te lo hare saber más tarde.
―Hecho― dijo estirando su mano frente a mí, le tendí la mía y el la sujeto con fuerza sin romper el contacto visual. Nunca me había mirado tanto y ya creí que una dosis de alcohol seria bien recibidas en mi cuerpo.
No había forma de que sobreviviera a esto sin una copa.
Trague cuando soltó mi mano y la poso en mi espalda baja, no podía dejar de pensar que no llevaba bragas y en lo bien que se veía el señor Black en smoking. Quería no hacerlo, pero no notarlo era imposible, no es como si antes no me hubiera dado cuenta de lo atractivo que es.
Al igual que las demás mujeres yo no era de piedra o ciega en todo caso, por lo tanto, no era inmune a sus encantos, pero era mi jefe y a lo largo de los años aprendí a ignorar eso y enfocarme en lo importante. No era muy profesional de mi parte pensar en lo estúpidamente atractivo que era, o en su tan tonificado y musculoso cuerpo.
Pero de nuevo todos estos años trabajando para el hicieron que llegara a conocerlo mínimamente y sabía a ciencia cierta que yo no era su tipo.
Decidí firmemente ignorar el calor de su mano en mi espalda mientras nos guiaba por el salón, dios, todos se quedaban mirándolo, el hombre a mi lado emanaba confianza y seguridad, no era arrogancia, no, era saber que su presencia imponía. Su cuerpo, sus ojos, ese cabello tan prolijamente peinado, sus manos y su postura, todo el gritaba que estaba al mando.
Joder.
Joder.
Joder.
Mientras él se detenía para conversar con un hombre yo aproveche para tomar una copa de champagne, la necesitaba. La sostuve entre mis dedos y me di cuenta que quizás mi labial se había corrido, me incline hacia el cuándo quedo solo y le susurre.
― ¿Mi labial está bien? ― se quedó estático.
― ¿Que?
― ¿Que si mi labial está bien? ― sus ojos cayeron inmediatamente a mi boca y paso su lengua por sus labios mientras yo trataba de aprender a respirar de nuevo. ¿Qué demonios?
―Se ve perfecto.
―Estupendo.
― ¿Cuanto has bebido? ― pregunto.
―Solo una copa― suspire―. Si debo hacerme pasar por tu novia en este vestido al menos déjame beber.
―No sabía que bebías― me reí.
―Hay muchas cosas que no sabes de mí.
Me miró fijamente por una fracción de segundos demasiado larga hasta que su mirada se ensombreció con algo detrás de mí y volvió a ser el Señor Black frio y distante que conocía.
Drew Henderson, su archirrival se acercó vistiendo un traje hecho a medida que le quedaba impecable y una mujer a su lado.
Kate Bradshaw, su ex prometida.
Henderson me sonrió, con esa sonrisa arrogante que siempre cargaba y luego miro a mi jefe.
―Black parece que tu cita finalmente llego― me miro fijo―. Tengo la sensación de haberte visto antes.
―Es su asistente― dijo secamente la víbora.
Joder esta mujer si pudiera matarme ya lo habría hecho.
―Ella es Sadie Evans, mi novia― anuncio el señor Black―. Y también mi asistente.
―Que original Maxwell― pincho Henderson―. El cliché del jefe y la secretaria, pero debo reconocerte que es bellísima.
Mi jefe se tensó de inmediato y todas las fichas empezaron a encajar en mi cabeza, ahora entendía perfectamente porque me había hecho venir. No importaba si el necesitaba que finja, así lo haría, nunca me había caído bien esa mujer asique esto sería muy divertido.
―Del cliché salen las mejores historias de amor― dije acariciando el brazo de mi jefe, estaba tenso y si quería que sea creíble debía relajarse un poco. Kate no volvió a abrir la boca.
El señor Black se aclaró la garganta y por un segundo pensé que me había pasado, pero en su lugar tomo mi mano y entrelazo nuestros dedos en un agarre sutil. Me miro a los ojos.
―Ella es mi mejor cliché― abrí la boca, sabía que era una mentira, pero sus ojos me congelaron en mi lugar―. No sé qué hice para que me diera una oportunidad, pero fue lo mejor que me paso en la vida.
Cuando volví en si noté la incredulidad de Henderson y la molestia de Kate que apretaba sus uñas en el brazo de su acompañante. Se marcharon luego de eso como si nada hubiera pasado. Mi jefe exhalo un suspiro y me soltó.
―Eso fue... ― murmure―. Interesante.
―Lo sé.
―Henderson y Kate― dije aun medio aturdida por el encuentro.
―Lo sé― dijo secamente―. Créeme lo sé.
Su mano volvió a mi espalda y fuimos hasta la barra, pidió un wiski y me miro.
―Vodka― pedí.
Esperamos en silencio mientras el camarero nos traía nuestros tragos, si bien tenía una leve idea luego de toda esa escena del porque estaba aquí necesitaba que el hombre a mi lado sea un poco más específico.
― ¿Vas a decirme de que se trata esto? ― pregunté cuando vi que nos íbamos a quedar aquí sentados.
Mi jefe con esa mirada imperturbable se aclaró la garganta antes de responder.
―Ellos están comprometidos.
―Pude suponerlo si― me giré para mirarlo―. ¿Es reciente? ― tenia que preguntar ya que llevaba menos de cinco meses separado de esa víbora.
―No lo sé, Sadie― suspiro―. Nunca me interesa la vida de nadie, pero ciertamente me tomo por sorpresa.
Este hombre estaba siendo abierto conmigo, bueno algo, pero ya era mucho más de lo que alguna vez imagine. Es decir, ni siquiera algo así imagine ya que solo me ofrecía monosílabos.
Era tan extraño tener una conversación con él, casi era irreal y es por ese motivo que atribuyo mi breve distracción en sus labios.
A quien quiero engañar tiene una boca muy bonita y tan tentadora….
―Maxwell está claro que mi llegada como supuesta novia tuya es para darle celos― trate de ser cautelosa porque podía mandarme al infierno en un microsegundo―. ¿Estas celoso de ella? ¿Quieres regresar?
Por una fracción de segundos me miro y negó con la cabeza, luego suspiro y quito su vista de mí.
―No.… si... no estoy celoso, no soy un hombre celoso― me mantuve en silencio―. Y en cuanto a regresar tampoco lo sé. ¿Estoy mal si estoy considerándolo Sadie?
―No― dije simplemente―. Solo si quieres hacerlo por las razones correctas.
― ¿Crees que quiero recuperarla porque esta con el idiota de Henderson? ― me pregunto.
―Sí, creo que al final de la noche es una cuestión más de ego que de nostalgia.
―Puede ser, pero eso no quita que la quiero de vuelta― dijo bebiéndose de un sorbo su trago.
Dejamos las bebidas y empezamos a circular entre los grupos, yo seguí fingiendo ser su novia y no volvimos a tocar el tema de su ex, que cada tanto la veía enviarme dardos venenosos desde lejos. Su roce era sutil, a veces en el brazo o la mano, pero generalmente su mano estaba en mi espalda baja.
Me quede a su lado para lo que sea que necesitara y sonreía cuando me presentaba a la gente, cuando el cansancio empezó a pesar en mí se ofreció a llevarme a casa a pesar de mi negativa. Salimos del hotel con su mano aun en mi espalda, el chofer ya esperaba por nosotros.
Dato de color... jamás me había subido a su auto.
El camino a casa fue silencioso y yo me obligue a alejar todos los pensamientos que tenía respecto a esta noche, sobre todo aquellos que involucraban su mano tocándome la espalda baja, no me di cuenta cuando habíamos llegado asique me dispuse a bajar.
―Te acompaño hasta la puerta.
Podría haberle dicho que no era necesario, pero no es como si fuera a hacerme caso de todos modos, bajo de su lado y se acercó a mi mientras caminábamos hasta la entrada de mi edificio. Bueno oficialmente estaba incomoda porque estaba apretando mi bolso con una fuerza extrema.
Es decir ¿Qué e supone que diga ahora? ¿Fingimos que nada paso? ¿Nos damos un abrazo y las buenas noches? Todo esto era tan raro.
―Bueno nos.… nos vemos en la empresa.
―Si― dijo―. El lunes, claro.
―Buenas noches Señor Black.
―Buenas Noches señorita Evans― me miro a los ojos y eso robo una sonrisa.
Estaba a punto de meter las llaves en la cerradura para entrar cuando su voz me detuvo, mire por encima de mi hombro.
―Sadie― lo mire―. Gracias.
Y con solo eso mi respiración se atoro en mi pecho mientras lo veía subirse al auto e irse, jamás me había agradecido algo y eso solo acentuó la marea de sensaciones que estaba atravesando esta noche.
Sacudí mi cabeza, el lunes el volvería ser el mismo Señor Black de siempre, pero mientras tanto Rosie se moriría cuando le cuente todo lo que había pasado esta noche.