MAXWELL
Quite las pelusas imaginarias de mi smoking y me acerque al bar del hotel Waldorf, la música era suave de fondo y un puñado de personas conversaban alrededor.
Aún estaba tomando coraje para hacer acto de presencia en el salón principal, después de mucho tiempo era la primera vez que asistía a esta clase de eventos solo. Aunque si tenía que ser totalmente sincero no quería estar aquí en lo absoluto, si bien consideraba algo altruista y que estaba bien donar dinero, los eventos no eran mi parte favorita de la cuestión. Simplemente podía enviar un cheque, pero la finalidad de esto era más bien establecer contactos.
Yo no necesitaba hacer tal cosa o presumir, pero aquí estaba de todos modos, mi hermano como siempre, se las había arreglado para no asistir.
Tome asiento en la barra y llame al camarero para que me sirvan un trago de wiski, por un momento mi mente divago que era bueno estar solo, sin una cita a la cual atender. Podía llegar al horario que quisiera e irme cuando así lo considerara, sin contar en las aburridas o tensas charlas que a veces podían producirse.
Yo no era un hombre de mucha conversación prefería el entendimiento de la cama.
Tal vez lo mejor era entrar en una etapa de soltero alargada, basta de citas o bueno, sexo casual de una noche, iba a tomar tiempo para mí. Quizás hasta me tomaría vacaciones, algo que no sabía lo que era en años y pasar tiempo de calidad conmigo mismo.
Si, la idea era tan buena que casi estaba convencido de hacerlo, una hermosa ciudad y yo. Quizás una playa, tomar sol y descansar frente al mar.
Joder, a quien quería engañar, como iba a irme y dejar la oficina si ese era el único lugar donde yo me relajaba. Además, no confiaba en nadie para dirigir lo que era mío.
No confiaba en nadie en general.
Eso lo aprendí a los golpes, la gente siempre tenía segundas intenciones sobre todo si tenías mucho dinero y eras una persona tan influyente como yo.
A veces por fracciones de segundos me sentía solo, pero así era mejor.
Mi familia me lo había demostrado más de lo que me gustaba admitir, sobre todo mi padre. El me mostro que no se puede confiar en la gente, ha medida que fui creciendo vi como había engañado a mi madre, más veces de las que puedo recordar. Ella confió ciegamente en él y eso fue su perdición, pero había aprendido la lección y yo no cometería ese error.
―Maxwell… hola― esa voz. Suave y sensual.
―Kate…― murmure con sorpresa―. ¿Que haces aquí?
―Lo mismo que tu― se sentó en la barra con una copa entre sus finos dedos―. Tomando una copa.
―No sabía que vendrías― bebí un sorbo de mi trago―. Hace bastante no sé nada de ti.
― ¿Estas solo esta noche? ― carraspeo y me miro.
―Mi cita está retrasada― mentí, sin saber muy bien porque, que importaba si estaba solo o no.
Pero, estaba claro que no le daría el placer de saberme solo después de haberme dejado, el camarero le entrego otro trago y se levantó.
―Ya veo... que tengas buena noche Maxwell.
―Igual tu Kate.
Luego de eso se marchó y le di otro sorbo a mi bebida, me había impactado más de lo que pensaba haberla visto, siempre había sido hermosa eso no era un secreto, pero había algo en ella distinto... un brillo diferente, quien sabe.
Me obligue a sacarla de mi mente mientras terminaba mi trago.
Me adentre en el salón de baile que estaba lleno de gente, hombres de smoking y mujeres en suntuosos vestidos de gala, los camareros atendiendo aquí y allá con bandejas llenas de champagne.
A lo lejos divise a mi mayor rival comercial Drew Henderson, altanero, ególatra y multimillonario, dueño de la segunda trasnacional más grande de Chicago porque, obviamente la mía era la primera. Nos detestábamos y no era un secreto, pero en público guardábamos las formas.
―Black― dijo parándose frente a mí―. Pensé que no tendríamos el placer de verte por aquí.
―Bueno siempre tengo el acto altruista de dejar que la gente disfrute de mi presencia― ironice.
―Siempre tan humilde― contrataco―. Quisiera presentarte a mi prometida― un brillo malicioso se posó en sus ojos―. Pero, creo que quizás ya la conoces.
Drew era el típico playboy, demasiado cómodo con su estatus por lo que su declaración me tomo por sorpresa, ya me lamentaba por la pobre chica que había tenido la mala idea de caer en sus garras.
―Lo lamento por ella― atine a decir y él se rio.
― ¿Y tú? ― pregunto―. ¿Vienes solo o con una cita?
Abrí la boca para contestarle, pero fue como si mis palabras se hubieran atorado en mi garganta, el aire se me cerro a medida que vi a Kate acercarse hasta nosotros, pude apreciar ahora el vestido dorado que llevaba puesto con una abertura a mitad de su pierna o como caía en ondas su cabello, pero no fue eso en si lo que me dejo paralizado.
Fue el hecho o la forma en que Henderson rodeo su cintura y la atrajo hacia él, lo que me dejo sin aire.
―Maxwell ella es Kate, mi prometida― gesticulo―. Pero creo, como dije, que ya se conocen ¿Cierto?
Esto tenía que ser una jodida broma.
―Cierto― dije secamente, Kate inclino la cabeza y me sonrió, realmente tenia demasiadas ganas de largarme, no podía creer lo que había escuchado o estaba viendo.
Kate con mi peor enemigo y comprometidos.
Eso me sorprendió por demás, pero lo que verdaderamente me sorprendió fue la fuerte punzada de celos que me ataco al verlos juntos, al ver su mano en su cintura. Jamás había sido celoso con nada por eso fue fácil saber que esos celoso radicaban en la idea de que, de todos los hombres, ella se haya involucrado con él.
― ¿Tu cita ya llego? ― pregunto Kate―. Nos encantaría conocerla.
―Si, Maxwell― secundo Henderson―. ¿Donde esta? ¿O es alguien imaginario?
Idiota.
―Solo está un poco demorada― saque el teléfono de mi bolsillo―. Si me disculpan debo llamarla.
Mi mascara de impasibilidad se mantuvo hasta que los tuve fuera de mi radar, me apresure a salir del salón y ubicar un lugar donde nadie me molestara y empecé a buscar en mi teléfono cada número potencialmente útil en la lista de contactos.
Genial, ahora necesitaba una cita y yo solo me había metido en este problema.
La cuestión era ¿A quién demonios llamaba? Fui vagando por los nombres ignorando aquellos contactos profesionales. Mis ex estaban descartadas de plano, y de las conquistas de una noche ni me molestaba en anotar su número.
Volví a empezar desde el principio esperando que milagrosamente un nombre apareciera, no iba a dejar que me restregaran su compromiso en la cara, como que me llamaba Maxwell Black que iba a tener una mujer a mi lado esta noche.
Cerré los ojos y suspiré.
Dos veces había pasado de largo ese nombre que era el único que no había considerado como una opción, pero estaba ahí… Sadie Evans, mi asistente.
Era claramente la mejor que había tenido y el hecho de que me aguantara tanto tiempo lo demostraba porque, si soy honesto antes de ella todas renunciaban antes de terminar el mes. Eran muy flojas y esperaban que todo sea fácil y yo no era ni fácil ni amable, quería simplemente que hagan su trabajo, cosa que Sadie hiso a la perfección.
No voy a negar que al principio pensé que fracasaría y sería una más del montón, su carácter era muy dulce, demasiadas sonrisas y muy bonita, pero me cerro la boca porque era más dura que una roca.
Muy inteligente y muy eficaz y yo recompensaba esas cosas muy bien con un por demás generoso salario.
Pero, esto era diferente, ser mi cita era otra cosa y no estaba seguro de que pudiera funcionar, fruncí el ceño pensando que Sadie no era ese tipo de chica y no era el tipo de mujer con la que generalmente se me relacionaba. Era muy bonita de cara, ojos azules y un pelo del color del fuego, podía imaginármela en un vestido de noche, pero no sabía si era lo correcto. Ella claramente no era la clase de mujer con la que yo saldría y quizás no podría engañar a Kate y a Henderson.
Además, otro factor importante es que Kate la conocía y sabría enseguida que estaría mintiendo. O quizás no, una chispa fugaz cruzo por mi cabeza cuando recordé como Kate miraba con celos a Sadie cada vez que venía a la empresa.
Por algún tiempo pensó que me follaba a mi asistente, nunca paso, yo no mezclaba el trabajo con el placer.
Jamás.
Deje de dudar cuando entendí que Sadie se metería con ella como ninguna otra y generaría los celos de mi ex prometida al instante y eso era justamente lo que quería lograr. Marqué su número y apreté la tecla de llamar.
― ¿Hola? ― dijo ella medio dudosa―. ¿Señor Black?
―Te necesito en el salón del Waldorf― dije.
―Si claro... ― Se hiso un silencio―. ¿Espera que?
―En el Waldorf.
―Se dónde queda, pero no entiendo para que me necesita allí señor Black― mire el reloj no podía seguir perdiendo tiempo necesitaba que este aquí ya.
―Mándame tu dirección que enviare mi auto a recogerte.
―Aguarde, Señor Black, no comprendo.
―Señorita Evans― murmure―. Solo venga, le pagare las horas extras.
―De acuerdo― dijo notablemente confundida. Dejo escapar un suspiro, nunca era tan lenta por el amor de dios.
―Sadie enfócate, dirección― casi ordene―. Un auto te recogerá y te traerá al hotel.
―Yo... Ummm. Está bien.
―Y ponte algo sexy. Avísame por mensaje cuando llegues.
Colgué y unos segundos después el mensaje con la dirección de su casa llego…
Buena chica.
Arregle todo para que mi chofer la recogiera, guarde mi teléfono y suspire, no demoraría más de quince minutos en estar aquí porque no vivía tan lejos. Merodearía por el lugar sin llamar la atención hasta que ella llegara. Quizás me uniría a algún grupo a compartir alguna platica filantrópica.
Solo tenía que esperar que Sadie estuviera aquí.