Mr. Black

Capitulo 3

MAXWELL

Me desperté sigiloso dispuesto a abandonar la habitación de la mujer cuyo nombre no recordaba, anoche salí a beber y en algún punto la castaña exuberante que dormía profundamente llamo mi atención.

Y tengo debilidad por las castañas.

No me resistí a pasar la noche con ella y fue una muy buena, pero fue solo eso una noche, nada más, ni siquiera recuerdo su nombre y no me aflige porque no volveré a verla. Disfruto mucho de las mujeres, pero mi vida entera es mi trabajo y no hay manera de que cambie eso por estar detrás de un par de piernas bonitas.

Y a pesar de eso lo intente, salí con Kate Bradshaw más tiempo que con cualquiera y hasta llegue a pensar que era hora ya de establecerme y en el fulgor de ese frenesí le propuse matrimonio. Kate es probablemente la mujer más hermosa que conocí jamás, y con una personalidad bastante moldeable a la mía, mentiría si dijera que estaba profundamente enamorado de ella, pero aprendí a quererla y eso es lo más cercano al amor que alguien como yo pudiera sentir.

Obviamente no fue suficiente y cuando empujo por mas y fui incapaz de dárselo me dejo, rompió nuestro compromiso y se fue. Dejé de lado mis cavilaciones y una vez fuera del apartamento me subí a mi coche y me fui rumbo a mi casa a darme una ducha y cambiarme antes de ir a la oficina.

Llegué como siempre ocho treinta de la mañana y me dispuse a mi largo día de trabajo, reuniones, informes y mil cosas más ocuparon mi cabeza hasta que mi asistente entro a mi oficina sin tocar la puerta.

No me gustaba que irrumpieran sin tocar, pero ella era a la única que se lo permitía.

Mire la hora eran casi las siete.

―Señor Black si no se retira ahora perderá su reserva― dijo descolgando mi saco y entregándomelo. Tenía razón ya debería irme, odiaba la impuntualidad en mí y más en los demás.

Cerré mi portátil, tomé mi maletín y me puse en pie dispuesto a salir de la oficina.

―La reserva ya está hecha en Oriole― hablo detrás de mí―. ¿Quiere que le envié el menú al teléfono?

―No hace falta― guardé mi teléfono en el bolsillo y me puse el saco.

―Buenas noches señor Black.

Salí de ahí pensando en la propuesta que más tarde cuando volviera iba a tener que estudiar detalladamente. Llegue bien de tiempo al restaurante, pero no había señales de mi hermano aun, la recepcionista me llevo a mi mesa y no me paso desapercibida alguna que otra mirada femenina del lugar.

Yo era pésimo en lo que a una relación se refiere, me costaba involucrarme sentimentalmente y era frio y distante por naturaleza, pero eso no quitaba que siempre terminaba de alguna forma enredado con el mismo tipo de mujer.

Mujeres en busca del amante multimillonario que las llene de regalos y viajes y ese era un papel que yo no estaba empeñado en desarrollar, pero ahí estaba yo cayendo siempre en el mismo patrón. Kate no escapaba a eso, pero lo había sabido simular un poco mejor y yo me había acostumbrado a ella.

Habíamos sido la pareja soñada para los tabloides por algún tiempo, la súper modelo y el CEO millonario.

Media hora después mi hermano claramente me había dejado plantado, asique aprovechado que ya estaba aquí tome una cena ligera antes de irme. Sin embargo, mis planes rápidamente cambiaron cuando una rubia de ojos celeste se sentó frente a mí con una copa.

― ¿Necesitas compañía, lindo? ― dijo con voz sugerente antes de llevarse la copa de vino a esos labios rojos y carnosos que ya me había imaginado en una parte especifica de mi cuerpo, solo sonreí antes de levantarme y pagar la cuenta.

Tenía trabajo por hacer, pero podría romper mi patrón unas horas esta noche…

Llegue a casa entrada la madrugada, adiós leer ese informe. Me metí rápido a la ducha y duré un buen rato bajo el agua relajante.

Salí me puse el pijama y le dejé una nota de voz a mi hermano reprendiéndolo por haberme dejado plantado, no iba a obtener respuesta lo sabía, Samuel no daba explicaciones. También pensé que debía dejar de acostarme con cuanta mujer se me cruzara.

¿Era divertido en el momento? Si

¿Lo disfrutaba? También, pero no era sano, debía enfocarme en lo importante.

Me acosté para tratar de dormir unas horas antes de ir a la oficina, que era el único lugar además de mi casa en donde me sentía realmente en paz.

Ocho treinta de la mañana estaba entrando en mi oficina como cada día de mi vida, seguido por mi asistente que ya tenía la agenda lista y mi café preferido. No tenía idea porque, pero desde hace tres años el suyo era el primero que tomaba para comenzar el día.

Ella habla mucho, con sus buenos días y buenas noches, no contesto, nunca lo hago y a ella parece no importarle, además, es la primera asistente que fue lo suficientemente eficiente para permanecer a mi lado tanto tiempo.

Es muy buena en su trabajo y funcionamos bastante bien juntos, siempre tiene todo antes que se lo pida, no interrumpe cuando estoy al teléfono y tiene mi café preferido, quizás es por ello que le dejo pasar ciertas libertades como entrar sin tocar a mi oficina o que hable hasta por los codos cuando yo prefiero no hacerlo y valoro el silencio.

Hoy iba a ser un día agotador que no parecía mejorar con la gala beneficia a la que debía asistir, odiaba esos eventos, pero no podía saltármelos, no cuando manejo una empresa que factura millones al año.

―Tiene reunión a las diez y doce del mediodía― anuncio Sadie mientras dejaba mi café en mi escritorio―. Llamo su hermano dijo que no va a responder a su nota de voz pero que quiere verlo mañana y ya tiene listo el traje para esta noche.

No respondí, pero di un asentimiento de cabeza, mi asistente se giró y salió de mi oficina tan pronto mis ojos se posaron en mi portátil para estudiar el proyecto que debería de haber estudiado anoche.

No sé en qué momento se había pasado el día, pero levante la vista cuando mi asistente me informo que ya era hora de partir para arreglarme para la gala. No quería ir, pero las obligaciones estaban, ante todo.

Me fui a casa para darme una ducha y relajarme antes de salir, lo único que deseaba era volver lo más temprano posible.

Odiaba este tipo de cosas.