SADIE
Hay algo masoquista en los seres humanos y no necesariamente está relacionado a una práctica s****l, sino más bien a la inevitable tarea del ejercicio físico que muchas personas como yo nos imponemos, pero no queremos.
De mas esta decir que ninguna actividad física era mi favorita, ni mía ni de mi mejor amiga Rose, pero nos gustaba la buena vida gastronómica y beber alcohol y eso no era compatible para mantener la figura.
― ¿Por favor dime que ya terminamos? ― la cara de Rose era de sufrimiento puro, corría a mi lado en la cinta contigua. Ya habíamos pasado por la escaladora y habíamos hecho sentadillas y abdominales. Mire mi reloj confirmando el tiempo que llevábamos aquí.
―Casi, nos falta media milla― suspiro con pesar y siguió moviendo su coleta rubia impecablemente peinada.
―No sé por qué te sigo en estas cosas― se quejó.
Rose y yo habíamos sido mejores amigas desde la preparatoria, nos mudamos juntas al iniciar la universidad y a pesar de que ya no vivimos juntas seguiamos siendo las mejores amigas del mundo.
Rose era preciosa, rubia de ojos azules pero lo que más llamaba la atención siempre de ella era su rostro angelical, podías jurar que no mataba una mosca, pero ambas sabíamos que tenía un carácter de los mil demonios. Ella no se daba cuenta lo genial que era, siempre tendía a minimizarse aun cuando era un genio.
En cambio, yo me consideraba bonita, no hermosa, el hecho de ser pelirroja con una personalidad vivaz llamaba la atención, siempre me decían que era por demás optimista lo cual era cierto, me costaba ver el lado negativo de las cosas y aunque a veces no era bueno yo siempre prefería quedarme con lo mejor.
― ¿Eres consciente de que nos sometemos a esta tortura solo para comer esa pizza que viene del mismo cielo sin restricciones cierto? ― pregunto mi amiga.
―Yo no niego ni afirmo nada― terminamos nuestra rutina, nos duchamos y una vez lista abandonos el gimnasio.
―Fue una buena rutina hoy Sadie.
Fuimos caminando a nuestra cafetería favorita para tomar nuestra merecida merienda, si, uno pensaría que después de una sesión de gimnasio declinaríamos por algo más fitness, pero claramente la lógica no es algo que nos caracterice.
Además, lo merecíamos.
Jack estaba trabajando cuando llegamos y Rose en automático lo saludo guiñándole el ojo, elegimos una mesa cerca de la ventana, el lugar era chico, pero bastante acogedor y éramos muy fans del café de aquí. Bueno de los postres también.
― ¿Agua Saborizada chicas? ― Jack ya estaba atendiéndonos.
―Ya nos conoces dulzura― dijo Rose sonriéndole.
Jack le devolvió el guiño de ojos, pero solo era un juego entre ellos puesto que el, tenía novia. Era bastante lindo eso no se negaba y era el crush de Rose desde hacía tiempo, pero él no estaba disponible.
Rose no se ataba a ninguna relación, pero le gustaba el coqueteo, además de comer y beber claro, y su culposo gusto por las comedias románticas. Ambas pedimos un café con una porción de tarta de manzana para mi amiga y lemon pie para mí.
Esto era el jodido cielo.
― ¿Como estuvo el finde? ― pregunto Rose dando un bocado a su tarta―. ¿Algo divertido?
―Bueno... ― suspire―. Ni si quiera sé cómo expresarlo.
― ¿Quieres contarme? ― me sonrió―. En realidad, no era pregunta, debes hacerlo.
¿Como contar las experiencias de mis citas? Habían sido una más mala que la otra y ya estaba dispuesta a tirar la toalla un tiempo y dejar que las cosas fluyan y lleguen solas. A este punto no sabía si tenía mala suerte, el problema era yo o que idealizaba mucho las cosas.
―Pensé que iríamos a almorzar, pero luego cancelo para que mejor cenemos― comencé―. Me dije que no había problemas solo era un cambio de planes. La cena era en su casa.
― ¿En primera cita?
―Sí, no estaba muy segura, pero me había parecido bastante lindo asique acepte. Cuando llegué a su casa me recibió bien, el ambiente era cómodo y agradable― conté―. Tomamos unas copas de vino y cuando miré con más detalle el lugar me di cuenta que había montón de fotos de una chica que era bastante parecida a mí.
― ¿Que? Eso es raro.
―Hay más― seguí―. La chica de la foto era su ex novia y el problema no era que nos parecíamos, sino que él me pidió si me podía llamar como a ella porque yo era muy parecida y el aun no la superaba.
― ¡No! ― exclamo sorprendida―. Dime que te fuiste de ahí.
―Claramente― sacudí mi cabeza al recordarlo―. Me termine la copa de vino le deje el número de mi terapeuta y me fui.
―Oh cariño― tomo mis manos―. Lo siento mucho.
―Tengo pésima suerte― suspire―. A este paso me quedare soltera viviendo con un gato al que voy a llamar micifuz.
―No exageres, tomate un tiempo para ti y salte de todo ese estrés de las citas, la soltería tiene sus ventajas― dijo―. Y cuando menos lo esperes ese hombre que estas esperando llegara solo. Vera lo hermosa que eres, tu encantadora sonrisa y se enamorara perdidamente de ti.
―Gracias― dije.
―Enserio Sadie, eres hermosa, inteligente, la persona más dulce del mundo― apretó mi mano―. Te lo repito ese hombre está ahí fuera esperando por ti, uno de estos días conocerás al amor de tu vida y te amara por toda su existencia.
Le devolví el apretón de manos.
―Brindo por ello― levante mi taza casi vacía y Rose hiso lo mismo en esta especia de brindis.
Quizás tenía razón y ese hombre que me enamoraría estaba ahí fuera en algún lugar, y a pesar de que era consciente de mi mala suerte aun podía soñar con que eso suceda.