Mi mente no estaba donde tenía que estar, me sentía rara y tenía una lista kilométrica de tareas pendientes, pero me senté en mi mesa con los ojos desenfocados. La cabeza en las nubes, o más concretamente, en el señor Black.
No podía dejar de pensar en él, en su aroma, en su tacto, en su cuerpo junto al mío y en cómo se había sentido, el calor entre nosotros había sido abrasador y sólo había sido el principio.
Sin miedo a equivocarme podía afirmar que me había dado el mejor sexo que había tenido en toda mi vida.
Toda... Mi... Vida.
Nunca había tenido tantos orgasmos tan seguidos y siempre había pensado que los orgasmos múltiples eran un mito. Bueno mito cancelado.
Pero no fueron sólo los cinco orgasmos en una noche lo que lo hizo increíble, fue... todo. La fiesta, como me sostenía mie
