MAXWELL Con la cadera apoyada en la encimera de la cocina, bebí un sorbo de whisky mientras no podía dejar de mirar a Sadie que estaba acurrucada en el sofá leyendo un libro, con un vaso de vino sobre la rodilla. Vestida con una camiseta roja y unos pantalones cortos azul claro que enseñaban mucha pierna, era un brillante estallido de color en mi salón. No sólo en la habitación, también en mi vida. Normalmente me habría servido mi whisky y me habría ido directamente a mi despacho, no obstante, en lugar de eso, me quedé mirándola con los ojos recorriendo su piel y su cabello color fuego sedoso. No pudiendo dejar de pensar en todas las formas en que quería follármela esta noche. Como si sintiera mis ojos clavados en ella, levantó la vista y el atisbo de timidez en su rostro me volvió l