La verdad es que desde Marcia, no había conseguido entablar una conversación tan interesante para mí con cualquier otra persona que formara parte de mi círculo de amistades. Ella, estando viva se parecía en sólo un poco a Diana, pero era evidente que las hubiera diferenciado mucho el hecho de que una de estas era más dócil y a veces influenciable, mientras la otra, sigue siendo, más soberbia y determinada.
E inevitablemente ya empezaba yo a darme cuenta de la diferencia entre el afecto que sentía por cada una de ambas, incluso por la que ya no estaba físicamente presente. Aunque el remordimiento y sentimiento de culpabilidad e impotencia por Marcia aún chocaban contra las paredes internas de mi cráneo, tenía claro que siempre la consideré como una hermana; pero in
