Bruce no fue un objetivo muy complicado, pensé que sería peligroso, rápido y agresivo; sin embargo, con dos o tres rayas de coca no era más que otro drogado más que ansiaba no tener problemas esa noche y a juzgar con la facilidad que obtuve el móvil, probablemente no tendría nada. Pero mediante ese dispositivo podría localizar más pistas antes de que él pusiera a sus contactos en conocimiento acerca de mi abordaje y el secuestro de su móvil. Minutos más tarde, después de pasarle a un lado al vigilante de la quinta ignorando sus miradas lascivas y saludando brevemente al perro que corrió a lamerme una mano, me adentré a la casa intentando hacer el menor ruido posible. —¿Dónde estabas? —me sobresaltó la voz de Jorge en la cocina. Intenté acostumbrarme