Capítulo 12: Nadie toca lo que me pertenece

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Darkness Pov: Delicioso. Gimo con satisfacción de manera suave al sentir el dulce sabor del vino que invadir mi paladar y de inmediato siento como se relaja mi tensionado cuerpo. El líquido color rojo intenso acaricia mi garganta con su delicioso sabor de manera delicada. Este si es un vino de calidad, su delicioso sabor lo comprueba. Miro la copa que tengo en mi mano y agito con parsimonia su contenido, mirando con fijeza ese delicioso líquido que ha logrado relajarme un poco. Me cruzo de piernas sintiendo el efecto relajante de ese suave licor que me recorre el cuerpo. Tengo que tranquilizarme y es por ello que he decidido tomar este delicioso vino que me han ofrecido en este hotel en el cual me encuentro. No tengo ánimos de regresar a la mansión y es por ello que pedí una habitación en la suite imperial para pasar la noche aquí. Debo aquietar a mi fiera, por qué si no, podría cometer más de una locura innecesaria. Está noche no sé me apetece hacer tanto esfuerzo en cosas insignificantes, mejor concentro mis energías en cosas mucho más jugosas y provechosas. La vida no es lo suficientemente larga como para perder el tiempo. Mi mirada recorre todo el lugar analizándolo con detenimiento. Este lugar es bastante lujoso y amplio, no puedo quejarme por la carencia de alguna cosa, pues el lugar es bastante decente. El gran ventanal permite la completa visibilidad de la moderna ciudad de Seattle iluminada por sus imponentes rascacielos. En medio de la habitación se encuentra una cómoda cama King Size de gran tamaño adornada por sabanas blancas de seda y el reluciente piso le dan armonía a todo lo que me rodea. Estoy inundada por una tranquilidad etérea que hace que mi sangre deje de hervir y se calme mi ira. Debo controlarme, mi explosiva personalidad puede desencadenar sangre y muerte a su paso, pero ahora no tengo ánimos de matar, aunque una gran parte de mí quiera hacerlo. Además, no quiero asustar al adorable corderito que se encuentra durmiendo profundamente en la cama que adorna la habitación. Mi corderito. Dejo la copa en la mesita que se encuentra a mi lado y me acomodo en el sillón en el cual me encuentro sentada para poder verlo dormir mejor. Es tan adorable la expresión de calma que inunda su semblante mientras duerme, su pálida piel y sus labios entreabiertos quieren tentarme a que haga una locura, este hombre es tentación pura, es tan hermoso que creo que en mi vida he visto a alguien así de perfecto como él. Quiero hacerle tantas cosas, pues su inocente semblante me hace querer devorarlo, pero me niego ha hacerle cualquier cosa mientras este dormido, además, tiene una droga muy fuerte recorriendo su cuerpo en este momento. Y todo por culpa de esa maldita perra. Aprieto mis dientes haciéndolos rechinar y también mis puños para contener mi ira y no ir a matar a esa hija de puta que se atrevió a poner los ojos en lo que es mío. Nadie puede tocar lo que me pertenece y menos una mujer tan insignificante como esa. Yo lo vi todo, no pude escuchar debido al estruendoso ruido de la música del lugar, pero si me di cuenta que ella estaba demasiado interesada en él y él lucía nervioso con su presencia negándose muchas veces a sus proposiciones. La rabia que sentí fue tanta que estuve a punto de dispararle con mi arma a esa zorra, no habría fallado si me hubiese propuesto a dispararle desde mi posición. Me cegaba una ira ciega que me hacía ver todo rojo e impulsaba mi sed de sangre. Cuando coloqué mis manos sobre mi arma cargada me llegó un golpe de razón y pensé en el bienestar mental de mi corderito. Con lo inocente que es, dudo que haya visto alguna vez algún asesinato y hubiese sido traumático para él ver como vuelan los sesos de esa mujer por todas partes. Además, hubiese sido un escándalo con personas corriendo para todos lados asustados por sus vidas y lloriqueando como nenitas al ver la sangre asquerosa de esa puta. Así que tome control de mi ira y guarde mi arma analizando con sigilo aquella escena que presenciaba. Luego vi cómo, al parecer, ella le había pedido otra bebida al corderito la cual él empezó a preparar y, mientras él estaba distraído, ella le echo una sustancia extraña a la bebida que él ya le había servido. Intente impedir que él se tomase esa bebida, pero un maldito estorbo se interpuso en mi camino impidiéndome llegar a tiempo. Nada más de recordarlo me hierve la sangre. Flashback… — ¡Eh! ¿Adónde vas, preciosa? —un cuerpo enorme se posiciona delante de mí impidiendo que siga mi apresurado andar. Alzo mi mirada que centellea en furia y la fijo en este maldito costal de mierda que fulmino con mi mirada. —Quítate, maldito estorbo—le exijo con mi voz cargada en ira mirándolo fijamente a los ojos. Es un hombre más alto y se nota fuerte, pero me interesa una mierda que sea fuerte o débil, lo que quiero es llegar a tiempo antes de que el corderito ingiera esa bebida llena de ese extraño liquido que le echó esa maldita mujer. No puedo dejar que esa perra de salga con la suya, no puedo dejar que le ponga sus asquerosas manos encima a algo que es de mi propiedad. Sé que es lo que quiere, pero no pienso dejar que lo consiga. Antes me deshago de ella. Hago una seña disimulada al ver el movimiento de mis hombres queriendo acercarse y quitarme este estorbo de mi camino, pero los detengo y ellos de inmediato obedecen mis órdenes silenciosas. Levantaríamos muchas sospechas si ellos interfieren, yo puedo con esto sola. No ha habido hombre sobre la tierra que me rete y me haya me ganado. Y no pienso perder contra este insecto insignificante. Intento evadirlo nuevamente pues el tiempo se me agota, pero otra vez interfiere en mi camino haciéndome cabrear aún más. Mi sangre hierve de manera inmediata, pero no quiero hacer nada, solo quiero llegar a tiempo para salvar a mi presa de las garras de esa arpía… —Eres toda una fiera, preciosa—se acerca más a mí, pero yo no me muevo ni un poco, manteniendo mi mirada fija en él, demostrando así que un insecto como él no puede sembrar miedo en mí—Así de altaneras me gustan las mujeres para domarlas a mi antojo y someterlas a mi voluntad. ¿Qué-mierda-ha-dicho? Mi expresión se oscurece ante sus palabras machistas y su complejo de macho alfa que le exige minimizar al género femenino para así subir su ego a lugares donde su carente hombría no puede llegar. Odio a los hombres que ven a las mujeres solo como objetos para demostrar su masculinidad y créanme que ahora lo que quiero es matarlo, pero tengo otras prioridades que no son mancharme las manos con la asquerosa sangre de este imbécil. —Que poca hombría tengo delante de mí—bufo cruzándome de brazos, mirándolo con cierta burla— ¿Tan mierda es tu vida que quieres que te la quite de una vez? —lo miro de arriba abajo con asco y desdén— Quítate de mi camino, no tengo tiempo para perderlo en basuras insignificantes como tu… — ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! — se enoja el pedazo de mierda que tengo delante alzando la voz para intimidarme, pero solo logra que se vea tan patético ante mí, tengo demonios que son mil veces más aterradores que este engendro asqueroso y yo controlo a todos esos demonios ¿Por qué debería aterrorizar me una mísera hormiga?—¿Qué puedes hacer contra mí? ¡Eres solo una mujer! —Una mujer…—corto sus palabras, mientras una siniestra sonrisa se posa en mi rostro, alzo un poco mi camisa para que vea la poderosa arma que oculto en la cinturilla de mi pantalón— Que puede acabar con tu vida si no quitas tu asqueroso culo de mi camino ¡Ahora! Él ve el arma y se asusta de inmediato por ésta, pero su orgullo (o ineptitud) es más grande que su miedo. De verdad hay personas que en lugar de un cerebro tienen un trozo de mierda inservible. — ¡Ninguna maldita mujer me dirá que hacer! —me grita indignado, alzando su mano con intensión de golpearme y yo me enderezo mirándolo con gran seriedad—¡Eres una maldita put…! De un rápido movimiento pateo sus partes bajas con la suficiente fuerza para dejarlo estéril de por vida. Él queda sin aliento debido al inesperado y fuerte golpe de mi parte y, antes de que caiga al piso retorciéndose del dolor, hago otro movimiento girando mi cuerpo y golpeando su nuca con mi mano, justo en el preciso lugar para dejarlo inconsciente en el suelo. No saben que ganas tenía de hacer eso. Sacudo mis manos y miro el enorme costal de mierda tirado en el suelo. Quizás debería llevárselo a Charlotte para que juegue con él, de todas formas, le debo un nuevo juguete y está basura me ha hecho enojar a niveles imperdonables. Hago una seña a mis hombres para que recojan al hombre tirado en el suelo y se lo lleven, ellos asienten en mi dirección y se disponen a obedecer mis órdenes. No me quedo más tiempo, porque tengo que evitar que mi corderito beba esa bebida que contiene ese porquería que le ha echado esa perra. Casi corro hasta donde él se encuentra y, para mi desgracia, descubro que ya ha tomado la bebida. Maldita sea, todo esto por culpa de ese maldito trozo de porquería insignificante. No es momento para enojarme por ese insecto. Debo ayudar a mi corderito. Lo veo sin aliento apoyado en su regazo como queriendo regular su respiración y entre la multitud busco a la responsable de esto y la encuentro un poco alejada, pero mirando al corderito desde la distancia con una sonrisa asquerosa en su rostro; no puedo leer mentes, pero esa horrenda expresión en su horrible rostro me dan a entender que es lo que está pensando. Esta maldita… Aprieto mis labios enojándome una vez más, pues ella no tiene ningún derecho a dañar mi propiedad, pero ya me haré cargo de ella, lo único que importa ahora es ver que es lo que le pasa al corderito. Me acerco a él en la barra con rapidez. Sintiendo la intensa necesidad de cuidarlo, quiero que me permita cuidarlo y no dejar que nadie más lo toque, pues es tan frágil que podrían lastimarlo con facilidad y yo no quiero que lo lastimen. No me detengo a pensar que esto es nuevo en mi vida, jamás me había preocupado por nadie de esta forma, pero tampoco me importa, ahora lo que importa es alejar a este débil corderito del peligro que corre. —Chico ¿Estás bien? —le pregunto fingiendo no saber nada. Él alza su mirada y una vez más queda encantada por su belleza una segunda vez ¿Cómo puede haber un hombre tan hermoso como él? Es perfecto, absolutamente perfecto; me encanta. En ese preciso momento en que sus ojos chocan con los míos, vuelvo a sentir ese palpito en mi pecho, que sentí la primera vez que nos vimos, es tan inquietante e interesante que me hace querer averiguar que es este nuevo sentir, pero mejor dejamos eso para después. Me deja como pendeja su hermoso mirar asustadizo y confundido, pero de inmediato me bajo de mi nube al notar que, lo que sea que haya consumido, empieza a hacer su efecto. —U-Usted…—dice él de manera entrecortada, mientras jadea en busca de aire; noto que su rostro esta enrojecido y sus pupilas en extremo dilatadas. Parece que está sufriendo y eso solo hace que mi ira contra la responsable de esto se acreciente. Esto no pinta bien. —Dime que sientes— le exijo saber, pues sé de muchos tipos de drogas que en ciertas sustancias podrían ser mortales si se ligan con bebidas alcohólicas. Nunca me ha interesado la letalidad de las drogas, pues yo las produzco y la distribuyo alrededor del mundo. Esa es una de las ramas de la cual se encarga mi mafia y debo decir que una de las que más ganancias da. Juego con la fragilidad de la vida de las personas y de eso estoy consciente, pero ahora mismo lo único que me interesa es que este hombre no le pase nada. ¿Por qué me siento tan inquieta? —Me…Me siento…—habla con dificultad, mientras se agarra fuerte de la barra para evitar caer al suelo; se ve tan indefenso—Muy raro…Tengo m-mucho calor… La verdad, se ve muy mal, parece que se desplomara en cualquier momento y suda como un loco. Podría ser que su cuerpo no esta acostumbrado a la sustancia y por ello reacciona así, pero me inquieta que pueda ser algo más grave. Lo mejor es llamar a mi doctor de confianza para que lo examine y descarte cualquier peligro para su vida, pero antes… Tengo que sacarlo de aquí… Fin del Flashback…
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