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La Obsesión de La Villana

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La Reina de La Mafia busca una nueva presa para saciar su hambre y un corderito asustadizo será para ella un verdadero festín …

Ella es Darkness, mejor conocida como “La Reina de La Mafia”. Una mujer hermosa, poderosa, fuerte y letal; un cóctel peligrosamente venenoso que muchos estaban dispuestos a tomar, pero ninguno había estado a la suficiente altura para alcanzarlo. Esa mujer es la que domina el mundo y también es la que domina la mafia italiana que es la más temida entre todas debido a sus prácticas tortuosas y despiadadas. No hay nada que La Reina no pueda conseguir…

Excepto el amor. Un sentimiento tan mencionado y deseado para muchos y para ella tan banal, innecesario e insignificante.

Hasta que un evento inesperado coloca en su camino a Alan Carter, un “corderito” asustadizo que le dará a su vida un giro radical. Un chico dulce de carácter pacífico que se incrustara bajo la piel de esa mujer volviéndose fuego en sus venas hasta enloquecerla con la idea de tenerlo solo para ella.

Una mujer es la que domina el mundo y a sus pies se encuentra todo aquello que ella desea.

Un chico de tierna apariencia, pero de gran determinación que no quiere pertenecerle a La Reina de La Mafia.

Traumas, sombras y una obsesión nacida del deseo de amar. La presa enterará escapar del depredador, pero todos sabemos que ese pobre corderito se convertirá en…

La Obsesión de La Villana.

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Capítulo 1: La Reina de La Mafia
Narrador Omnisciente: Quien contempla la elegancia que emana su figura imponente llena de misterios; la gran belleza de su rostro que cautiva a quien lo mira y la delicadeza de sus finos gestos, ignora por completo el aura de letalidad y peligrosidad que emana como toxina su imponente presencia que exigía respeto en cada poro de su cuerpo. El que jugaba con fuego se podía quemar, pero enfrentarse a aquella persona significaba jugar con el mismísimo infierno. Era como una fiera de hermosa figura, pero de gran letalidad y sed de sangre. La oscuridad en persona. Quien observara aquella presencia de hermosura sin igual, dudaría siquiera que es capaz de hacer algún daño o de matar un pequeño insecto que se cruce en su camino, pero es peligroso subestimar a alguien que mira a las personas como meros juguetes de entretenimiento o peor aún, como miseros insectos bajo sus pies. La tortura que ejerce estar bajo su mirada ahuyenta a la mayoría de personas que quieren acercarse para estar al lado de semejante poderío y riquezas, porque, aun con esa apariencia inofensiva, la sed de sangre sigue latente en esa persona a pesar de no verse peligrosa. Nunca debemos subestimar lo desconocido, pues eso podría significar la perdición y la perdición algunas veces es más cruel que la mismísima muerte. Sus ojos tan negros como la mismísima noche que la rodeaba, se encontraban clavados en un punto fijo y por la mente de aquella persona pasaban tantas cosas y a la vez no llegaban a ningún lado cada uno de sus pensamientos. No podría decirse con exactitud que pensaba, pues sus pensamientos estaban dispersos y sus sentimientos muy confusos. No lograba entender que era aquello por lo que suplicaba su oscura alma si ya tenía todo lo que pudiese desear y, quizás, un poco más de ello. Su vida había sido tan vacía, tan monótona, tan innecesaria y a la vez tan explosiva, peligrosa y emocionante. Para nada era una vida común la que llevaba, pero sentía que le faltaba algo que llenase sus sentidos y llevase al éxtasis sus anhelos. Por más que le diera vueltas a aquel asunto, no podía llegar a una clara conclusión. En ese momento escucho a la lejanía unos apurados pasos que se dirigían hacia su dirección, pero poco le importo y siguió mirando lo que sus ojos oscuros contemplaban en la lejanía de aquella ventana que le permitía mirar lo que sucedía fuera de su morada. El desgano invadía su cuerpo y sintió la típica presión en su pecho que la asfixiaba con lenta agonía. Siempre le ocurría lo mismo. Se escucho por el lugar la puerta ser abierta de manera estruendosa y un torbellino de cabello castaño entro por ahí con gran energía y ánimo. — ¡Al fin te encuentro, Darkness! —exclamó una alegre voz entrando a aquel espacio privado que solo le pertenecía a ella y que era prohibido entrar, al menos que se tuviese alguna razón de peso para hacerlo. Darkness. Esa mujer ha recibido muchos nombres a lo largo de su vida, algunos más ofensivos y otros sembraban el verdadero terror en sus enemigos. Su nombre verdadero era desconocido por muchos, solo ciertas personas lo conocían y no se atrevían a mencionarlo ya que a ella no le gustaba ese nombre porque ese nombre para ella significaba debilidad, por esa razón la llamaban “Oscuridad” y algunas otras veces “Muerte” Darkness. Tan solo la mera mención de su nombre era muy peligrosa y toparse con aquella letal mujer solo significaba una cosa. Muerte. Ella era Darkness; mejor conocida por todos como “La Reina de la Mafia” ese título se lo había ganado con creces, pues era la asesina más peligrosa y letal de aquella zona y de todo el mundo; además de eso era la que mandaba sobre todo el mundo. Nadie se atrevía a contradecirla o a siquiera molestarla, pues esa mujer, aunque hermosa, era malvada y brutal. En aquel trabajo dominado por hombres ella debía ser cruel y despiadada, pues muchos dudaban que una mujer pudiera entrar en la mafia y, mucho menos, dominar una de las más poderosas del mundo con sede principal en Calabria, Italia, pero con muchas otras sedes alrededor del mundo y era Darkness quien las dominaba todas, incluso dominaba sobre algunas otras que eran ajenas a la suya. Esa mujer era muy peligrosa, demasiado fría y de siniestros pensamientos. Todo aquel que dudó de ella no está vivo para contarlo y lo que la subestiman por ser mujer se arrepienten al estar en sus manos y ser torturados por ella. Nadie escapaba de su mortífero ataque, pocos siquiera lograban ver su rostro cuando morían en sus manos, pero ninguno se escapaba de aquella mujer tan peligrosa y mortal. Muchas vidas fueron arrebatadas por sus manos y la sangre en incontables situaciones había manchado las mismas, pero eso a ella no le importaba en lo más mínimo. Ella había desarrollado algún fetiche por matar y torturar personas, pues disfrutaba de gran manera poder torturar y masacrar a aquellas escorias que iban en su contra. Su placer de matar provenía de su gran deseo de dominar el mundo. Darkness era una mujer preciosa de aspecto delicado y hermoso a la vista, ningún hombre podía ignorarla y muchos anhelaban tenerla por la hermosura que emanaba su esbelta figura; pero esa belleza era como la de las víboras venenosas al matar a su presa, su elegante andar era similar a la elegancia de una viuda negra e igual de letal que la misma. Sus ojos eran negros al igual que su cabellera de brillante azabache, pero esos ojos, aunque eran hermosos carecían de vida, estaban tan oscuros como su alma. Era una mujer bastante alta y de cuerpo atlético y fuerte, a ella le iba bien el término “Belleza Afrodisíaca” pues muchos comparaban su belleza con la de la diosa griega del amor, Afrodita. Una mujer de gran belleza y preciosidad, pero su belleza le era innecesaria pues a ella no le interesaba ser una mujer hermosa, solo quería ser temida por muchos y tener a sus pies al mundo entero. La belleza era lo de menos cuando se tenía poder. —Charlotte—dijo la hermosa mujer con su típica voz (aunque femenina) algo gruesa y ronca; pero Darkness no se dignó a mirar a la mujer que le había hablado hace poco, se encontraba concentrada en su punto incierto mirando por la enorme ventana de su despacho personal— no sabía que me estabas buscando. Charlotte era una mujer también preciosa de cabello castaño claro con algunos mechones rubios y de ojos azules brillantes y atrapantes. Su rostro tenía rasgos hermosos y tenía ese aire infantil que a muchos hombres les gusta, pero, aunque su aspecto luzca angelical, ella no era lo que las personas pensaban y se llevaban una gran sorpresa al ver el verdadero rostro de la mujer oji-azul de tierna apariencia y mirada dócil. — ¡Me aburro! —decía aquella mujer de elegantes curvas con un tono aniñado que le iba bien a su rostro, pero ese tono hizo bufar sin más remedio a la poderosa Darkness, que ya estaba acostumbrada a esas escenas de su amiga y aliada. —No soy ningún juguete tuyo para entretenerte—gruño la hermosa mujer a su amiga y mano derecha en sus negocios; después de eso suspiro largamente, ganándose una mirada confundida de su amiga. Charlotte era consciente de que “su reina” no tenía un buen carácter, es más, ella ya estaba acostumbrada al carácter de mierda de Darkness y a su tono de voz amenazador y sombrío, pues la personalidad de La Reina de la mafia era muy complicada y difícil de llevar. Pero, aun así, la mujer de ojos azules no pudo evitar pensar que, quizás, su reina estaba pasando por un mal momento y eso hizo que su pecho se comprimiera ya que ella hacia lo que fuese necesario para complacerla y pensarla mal hacia que se sintiese como una verdadera inútil. — ¿Estas bien? —quiso saber la peli-castaña Charlotte, quien últimamente había visto a su amiga pensativa y algo desanimada. Eso no era normal en ella y eso Charlotte lo sabía, ya que la peli-negra siempre era fría y calculadora, como si tuviese el control hasta del mundo fuera de la realidad. Por eso ella sabía que algo le pasaba, pues llevaba semanas así, como si en su mundo perdiese su propia mente y su mente se perdiese entre mares de pensamientos imprecisos. —No lo sé—dijo la mujer con su voz raspando cada palabra; sintiendo dentro de su pecho un sinfín de sensaciones que no podía entender, pero que ya la estaban molestando, porque para ella esas emociones eran innecesarias —Me siento algo extraña en estos días… La Reina de La Mafia cruzó sus largas piernas dándole un toque de sofisticación a su figura digna de la realeza a la cual ella pertenecía y siguió perdida en sus pensamientos sin principio ni final. Era todo nuevo para ella, desde hace algunas semanas solo se empezó a sentir así y eso solo la ponía de mal humor. Muy mal humor. La mente de Charlotte se puso en marcha para maquinar algún plan que sirviese para hacer sentir mejor a su amiga y poco después una idea surgió en su mente para así animar a la gran reina que se encontraba perdida en su mundo. — ¡Tengo una idea brillante! —salto emocionada Charlotte queriendo ver a su amiga más animada, ya que Darkness poco sonreía, era raro la vez que lo hacía y cuando lo hacía era una sonrisa sin emociones que congelaría hasta el mismísimo infierno. Darkness no era una persona que mostrase sus emociones de manera tan abierta y eso era una ventaja en aquel negocio que ella lideraba, ya que ocultar sus emociones le daba el poder de jugar más con las emociones sus víctimas y hacerlas sufrir hasta que rogasen por su muerte. —Te escucho—dijo ella sin interés realmente, pensando que quizás eso desaparecería de un día para otro y volvería a ser la misma. Darkness en ningún momento apartó su mirada por la ventana, es como si estuviese esperando que pasase algo importante. — ¿Qué te parece si vamos a torturar a esos traidores que se atrevieron a enojarte? —le preguntó la peli-castaña con sus ojos brillando en malicia y sintiendo una fuerte emoción recorrerla al pensar en todo lo que podría hacerles a esos pobres hombres que habían caído presos en las redes de la mafia—Se lo merecen por hijos de puta. Así es, aquella mujer de rostro de ángel era una completa sádica que le encantaba torturar y matar personas. El placer que recorría su cuerpo al matar personas y al ver sus manos llenas de sangre era incomparable, tanto era dicho placer que solo la tortura podía menguar su desenfreno, pues si duraba mucho tiempo sin matar, perdía completamente el control sobre sí misma. Sus métodos de tortura eran verdaderamente aterradores y su sed de sangre era insaciable, por eso era temida y conocida como una de las “piezas” más despiadada que poseía La Reina de La Mafia ganándose así el apodo de “La Bestia” por las abominaciones que les hacía a las pobres victimas que caían en sus manos. Su estatura pequeña la hacía ver como una persona débil, pero era igual de peligrosa que su reina a la hora de matar. Ambas habían aprendido juntas a matar después de todo. Darkness hizo una mueca y la ganó el desgano que sentía. No sabía que era lo que le pasaba, pero se sentía frustrada ya que ella siempre tenía el control sobre todo y más sobre ella misma, pero últimamente no se sentía muy bien. No le gustaba sentir que no tenía el control, así que solo fingía que nada pasaba, pero Charlotte era la excepción de entre todo su mundo, pues esa mujer había elegido seguirla y servirle por el resto de su vida a pesar de todo. —No me apetece llenarme de una sangre tan repulsiva y asquerosa—dijo ella con desagrado, llenándose de molestia ante aquellas ratas que quisieron verle la cara de estúpida—Prefiero ver como los matan como las miseras ratas callejeras que son, pero tú puedes ir…— por primera vez desde que empezó aquella conversación Darkness miró a su amiga quien se encontraba parada a unos cuantos pasos de ella—Ya el show va a empezar y no te lo querrás perder. En ese momento un desgarrador alarido lleno del más puro dolor resonó a los lejos llenando de satisfacción a la mujer de cabello azabache, quien sonrió con malicia ante tan sonora melodía que sonaba para ella como una hermosa canción. — ¡Joder! ¡Voy a llegar tarde! —dijo apresura la peli-castaña dispuesta a salir de ahí para llegar a donde tenían aquellos pobres hombres que verían el infierno en breves momentos—Luego hablamos…. Darkness no dijo ni una sola palabra y se dispuso a disfrutar de los desgarradores gritos que inundaban el lugar y de las suplicas pidiendo piedad. Ella se recostó en su asiento y cerró los ojos, mientras escuchaba aquellos gritos e incluso podía oler la sangre, aunque quizás fuese una ilusión suya ya que ella se encontraba muy lejos de donde estaban torturando a aquellos hombres desgraciados. Esos desgraciados pronto serian los juguetes de Charlotte y ella trataba muy bien a sus juguetes. Esa había sido la principal razón por la que ella había ido a los Estados Unidos desde Italia. Hace unos días se enteró que varios de los encargados de vender mercancía a las otras mafias le estaban robando el dinero y también la mercancía, dañando así la imagen de la mafia de la cual ella era suprema gobernante, habían sido tres en total, pero aun así quedaban algunos cabos sueltos que ella deseaba atar lo más pronto posible. Así que la hermosa mujer no lo dudó dos veces antes de viajar a Seattle para arreglar dicho problema y hacer pagar a todo aquel que quiso jugarle una mala jugada. —Maldición— mascullo una maldición entre sus carnosos labios pintados de un tono carmín oscuro y se maldijo la extraña sensación que estaba sintiendo. Ni siquiera la muerte y la agonía de aquellos sujetos que perdían la vida por órdenes suyas la hacían sentir mejor. Ella no lograba entender que era lo que le pasaba, pero tampoco pensaba mucho en ello ya que tenía mucho por hacer antes de pensar en esas nimiedades. Ella debía hacerse cargo del puesto en el cual se encontraba que le exigía mucho esfuerzo y dedicación. No era fácil ser La Reina de La Mafia después de todo…

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