Darkness Pov:
...Es un imbécil y yo detesto a los imbéciles...
—Bruno Rinaldi insistió que él era la persona idónea para venir a servirle a usted, mi reina—dice en tono neutral mirándome con esos ojos vacíos y sin emociones; hago una mueca al oír eso, pues si no pedí que Bruno viniese es porque no lo necesito aquí —Además, expresó con gesto desesperado que no podía aguantar más sin verla, pues había pasado mucho tiempo sin verla y no podía soportarlo más.
Ese idiota ¿Qué es lo que le pasa por la cabeza? ¿Tiene mierda en lugar de un cerebro o qué?
En ese momento se oye la risa frenética de Charlotte, como si hubiese escuchado un buen chiste, yo por mi parte me encuentro algo irritada por lo que me he enterado por lo que me he enterado que ha dicho Bruno.
— ¡Que pendejo! Como si tuvieses derechos sobre Darkness—expresa con dificultad en medio de su risa— ¡Ni que te hubieses acostado con él! —su risa se prolonga un tiempo más, pero se corta de repente al ver la seriedad que emano yo y la seriedad que emana Lilith—Espera, no me digas que…
—Una vez—digo con simplicidad, encogiendo mis hombros sin darle mucha importancia a ese asunto sin importancia para mí—Solo pasó una vez.
— ¡¿QUÉ!? —exclama Charlotte a los cuatro vientos dejándome un instante sorda debido a la intensidad de su grito.
La verdad, no es algo de lo que me sienta muy orgullosa o de lo que quiera alardear porque fue un verdadero desastre. Fue hace mucho tiempo, quizás hace un año atrás o más, yo estaba muy ebria y molesta por ciertos problemas que estaba enfrentando y quería liberar ese estrés de alguna manera, así que vi al sexo como la solución. Ese hombre estaba ahí y estaba dispuesto a que yo hiciera con él lo que yo quisiera, así que me aproveché de ello pensando que sería algo bueno. Lo cierto del caso es que Bruno es un hombre muy atractivo y yo quería quitarme algo de estrés, fue entonces que una cosa llevó a la otra y entre fuego y fuego terminé haciéndolo con él solo esa noche, pero debo decir que no fue algo muy espectacular. Logré distraerme un poco, pero no fue muy satisfactorio como pensé que sería y me prometí jamás volver a hacerlo con él.
Fue bastante desesperante.
Bruno es algo así como mi asistente y por ello siempre anda pisándome los talones organizando mi agenda y recordándome sobre las cosas importantes que debo hacer. Es normal que él esté a mi lado y lo considero uno de mis hombres de confianza, un hombre centrado e inteligente; además también es un despiadado asesino, aunque luzca como una persona sumisa y amigable, lo que me molesta de él es que es demasiado impulsivo y se ha ganado varias reprimendas mías por ello, pero sigue igual de pendejo.
Después de eso que pasó entre nosotros, él empezó a actuar algo extraño y lo noté en seguida. Se notaba más risueño y mucho más empalagoso que antes, me seguía a todas partes más que antes y se metía en asuntos que no le competían; así que tuve que reprenderlo por tales acciones y exigirle una explicación por su comportamiento extraño, a lo que él solo se disculpó en tono triste y me aseguro que él había malentendido todo, así que era su culpa y no volvería a pasar.
Sigo pensando que el exceso de trabajo le afectó el cerebro.
—¿Cómo es que yo nunca lo supe?—lloriquea Charlotte mirando a Lilith de repente — ¿¡Tu también lo sabías, Doc!?
Ahí vienen otro de sus dramas…
Suspiro y cubro mi rostro, negando con la cabeza. Eso ya pasó hace tiempo, no tiene sentido que se explique nuevamente lo que ya quedó atrás, además no es algo que yo quiera recordar en este momento.
—Afirmativo, bestia—expresa con sencillez Lilith y alcanzó a ver cómo Charlotte queda boquiabierta ante tal declaración—Nuestra reina descendió a mis laboratorios a preguntar si alguien podría enloquecer de la noche a la mañana por sobre carga laboral…— Lo recuerdo muy bien. Al ver el comportamiento de Bruno quise saber si había enloquecido de la noche a la mañana, pues me parecía extraño que actuase de esa manera de un día para otro—A lo cual le contesté que era posible si el sujeto en cuestión era sometido a rigurosos trabajos forzados y a pocas o nulas horas de descanso, pero para que su cerebro pudiese romperse por completo debía transcurrir cierto tiempo para que el cerebro se dañase correctamente—explica ella y yo bostezo con aburrimiento. Este tema es tan insignificante —Le pregunté a su majestad si había pasado algo inusual y me contó lo que sucedió con Bruno Rinaldi, así fue como me enteré lo que había sucedido entre ellos.
No me convenía perder el cerebro de Bruno, pues el desgraciado es inteligente y un gran consejero, además es el único en mi círculo de confianza que es hombre. Se ganó mi confianza luego de poner su vida después que la mía, estuvo apunto de morir protegiéndome y siempre me ha puesto a mí por encima de él mismo. Personas así son completamente necesarias, pues aunque sea contra una bala o un meteorito siempre te protegerán, colocando tu vida antes que la de ellos mismos.
Eso es a lo que llamo lealtad.
Le he puesto pruebas para probar su confianza y debo decir que las ha superado todas, así que se ganó mi confianza y por lo mismo le permito estar a mi lado. Es una de mis piezas fundamentales, junto con Charlotte y Lilith; cada uno de ellos me entregaría su vida mil veces si yo se las pidiera y eso es algo que no dudo ni por un segundo. Cada una de mis piezas son necesarias en mi juego, cada una dominada por mí y solo es necesaria una orden mía para ocasionar una masacre.
Esto es poder.
— ¿¡Porque yo nunca lo supe!? —frunzo mi gesto mientras sigo oyendo el insoportable e infantil llanto de Charlotte.
—Eres demasiado tonta en algunas cosas—se burla en tono irónico Lilith—Debería revisar tu cerebro para asegurarme que este funcionando bien…
— ¡Cállate! —se queja Charlotte enojándose con Lilith—La que tiene la mente dañada eres tú…
Este par… Me van a hacer dar jaqueca.
—Ya basta de hablar de nimiedades sin sentido —bufo harta de la situación en la cual me encuentro. Lo que pasó con Bruno no tiene importancia alguna y no puedo creer que mis dos mujeres de confianza estén peleando por ello. Que ridículo —¿Ha llegado algo para mí, Charlotte?
La verdad, a penas llegué aquí me encerré en mi estudio, ya me había bañado recientemente en el hotel y pedí que lavasen mi ropa lo más rápido posible ya que debía regresar de emergencia para recibir a Lilith y darle las instrucciones pertinentes para que empezase su trabajo. En lugar de estar sumergida entre estos papeles, quisiera estar sumergida en los brazos de ese niño que supo darme placer anoche. No pensé que un niño virgen me iba a dar tanto placer, su inexperiencia era tan adorable, pero ardía más que el infierno.
Pensé que bastaría una noche para saciar mi hambre de él, pero la verdad he quedado con ganas de más.
Mucho, mucho más.
La susodicha se acerca a mí en silencio, mientras rebusca en su chaqueta.
—Ten—me entiende lo que parece ser un sobre bastante llamativo, lo miro con atención y lo tomo entre mis manos analizándolo desde afuera. Que cosa tan colorida y horrible…— Una de las familias de mafiosos italianos se encuentra aquí y planea hacer un evento el viernes; para congraciarse contigo te han enviado esta invitación al evento y han rogado que seas su invitada de honor—me informa y yo escucho con atención lo que dice— Ya sabes, son unos típicos aduladores de mierda que solo quieren más poder y podrían conseguirlo solo por medio de ti.
Estoy tan acostumbrada a eso.
Es normal para mí que me adulen, que me laman los pies y que se humillen tan solo por conseguir mi favor dentro de la mafia, pues tener mi visto bueno significaría más poder y más poder significa más dinero. Estoy acostumbrada a que la gente se acerque a mí por dos razones, la primera es por mero interés y la segunda es para matarme; claro que solo los más osados se atreven a querer matarme, a veces mis enemigos tienen disfraz de aliados y por ello siempre debo estar alerta.
Todos son unos avaros.
—Bien— digo colocando el sobre en la mesa de mi escritorio y tomando la hoja en la cual estaba concentrada antes de que me interrumpieran, se la extiendo a Charlotte y ella la toma de inmediato – Ten, hazle llegar a Adam Müller ese papel, asegúrate que sea entregado en sus manos. No quiero errores estúpidos.
— ¿Qué es? —cuestiona curiosa revisando el papel.
Eso…
Una pequeña sonrisa quiere brotar de mis labios, pero la evitó a toda costa; no me gusta mucho sonreír, pero está sonrisa quiso salir de manera natural al pensar en mi corderito. La verdad, ese papel lo escribí pensando en él y basándome sólo en él.
—Son los requisitos que exijo para el encargo que le hice— mi voz se vuelve más ronca y por un momento. El castigo de Müller será ejemplar, eso puedo asegurarlo.
Me pierdo en mis propios pensamientos en cierto momento. Cada uno de esos requisitos son cumplidos por mi corderito, es más, hice esa lista basándome completamente en él, pues él es el hombre al que quiero amar y que el me ame mucho también. No me ha bastante una noche llena de placer y sexo para satisfacer mis ansias de amar; me siento como una ninfómana que solo quiere el placer carnal de amar. Quiero hacerle el amor una y otra y otra vez hasta que él enloquezca al grado de no tolerar otro toque que no sea el mío. Quiero impregnar en él mi olor y que mi piel quedé grabada en su memoria hasta que no soporte siquiera que me aleje de él.
Puedo asegurar que lo atrapare.
Hablando de mi dulce Alan me preguntó…
¿Qué estará haciendo él en estos momentos?