Narrador Omnisciente:
—Ese hombre…Es el prometido de mi hermana Nicolle…
Esa declaración dejó sorprendidas a las dos personas que se encontraban ahí con él, pues nunca habían escuchado que la joven señorita de la familia Fiore estuviese comprometida; pero esas personas tuvieron que salir de su trance de manera rápida ya que una música un poco más fuerte resonaba en todo el lugar y anunciaba la llegada de la festejada de aquella noche tan especial.
Nicolle Fiore.
La hermosa mujer de cabellera rubia descendía por las escaleras como si flotase en una nube de un sueño efímero, pues la ligereza de su andar hacia parecer que no estuviese tocándolo el suelo. Todos en aquel lugar voltearon a mirar a aquella figura que descendía con elegancia enfundada en un mágico vestido rosa pálido de tela ligera que se aferraba a su cuerpo, marcando su esbelta silueta y se soltaba al final dándole una forma de sirena, llevaba un antifaz de color dorado que se asemejaba por un lado al ala de una mariposa y por el otro iba adornado de otros tantos ornamentos hermosos que la hacían ver como una verdadera diosa descendiendo desde el cielo hasta el reino de los mortales.
Es como salida de un sueño. Pensó boquiabierto el joven hombre de cabellos avellana admirando embobado a la hermosa mujer que descendía con lentitud por las largas escaleras. La pequeña Fiore se sentía en un sueño, por un momento sentía que el mundo entero le pertenecía, pues todos estaban ahí para mirarla a ella y solo a ella, pero no lo demostraba, pues tenía alguien allí que impresionar y no le convendría que ese alguien viese una faceta de ella algo desagradable.
Debo ser perfecta, debo ser perfecta, debo ser perfecta…Se repetía una y mil veces la rubia, mientras sonreía de manera alegre a todas las personas que allí se encontraban, no le convenía mostrar otro rostro que no fuese ese rostro angelical. Pero sus ojos no pudieron evitar buscar con desesperación entre la multitud a cierta persona que debería estar allí para ella.
Los aplausos no se hicieron esperar para recibir a la bella cumpleañera quien sonreía con timidez mirando con agradecimiento a todos los presentes, pero a ella solo le interesaba uno en específico y al mirarlo de reojo, sin que él se diera cuenta, lo notó cautivado mirándola fijamente, casi babeando con su presencia, eso la hizo sentir aún mejor e hizo que en su interior latiese un sentimiento de entera satisfacción.
—Que interesante—se escuchó una voz murmurar en tono muy bastante bajo, pero con suficiente fuerza y determinación pronunciando con aterradora lentitud cada una de sus palabras.
Las personas que estaban allí temblaron de repente al oírla e inmediatamente voltearon a mirarla y se sintieron asustadas al ver esa fiera mirada adornando su rostro.
— ¿Dijo algo, mi señora? —quiso saber nervioso uno de los hombres que la acompañaban— ¿H-Hay algo que le moleste?
Entrecerró sus ojos observando aquella escena de la llegada de la festejada desde el acolchado y cómodo trono que habían preparado para ella lejos de las demás personas, pues sabían que ella odiaba estar rodeada de tanta gente. A su alrededor solo se encontraban personas importantes que esperaban tratar con ella asuntos de negocios y otros tantos más, no importaba cuan sobresalientes fueran los apellidos de aquellos que se encontraban allí, la única que tenía mayor poderío era la persona que se encontraba sentada en aquel trono que demostraba su majestad y grandeza, pero esa persona le interesaba más mirar desde las sombras todo lo que ocurría delante suyo.
Muchos de los invitados pensaban que la protagonista de aquella noche y la persona más importante de aquella velada era la cumpleañera, pero lo cierto era que estaban equivocados, ya que la total atención la poseía la persona que se encontraba en las sombras y esa persona era la verdadera protagonista y la persona más importante de aquella fiesta.
Ella no se había dado ese título, las personas a su alrededor solo les importaba ella y solo querían estar cerca de ella para obtener algún beneficio venido de su inmenso poderío.
Todos eran unos interesados.
—Si hay algo que le desagrade lo podemos cambiar de inmediato, señora—saltó de pronto una voz más autoritaria con la aspereza de la edad y con acento elegante que denotaba su cuna; mientras miraba asustado como aquella mujer se le ensombrecía el semblante, no sabía que era lo que pasaba ya que hace unos minutos esa mujer estaba normal, pero ahora sería muy peligrosa la situación si ella se enojaba en serio—Usted es la que manda sobre todas las cosas, mi señora—hizo una leve reverencia queriendo recuperar la tranquilidad de esa mujer que era verdaderamente importante—No importa que está sea la fiesta de mi hija, usted decida que es lo que quiere hacer…
—Tranquilo, Fiore—hablo con voz autoritaria la susodicha mientras le daba un trago a la costosa bebida que le ofrecieron hace poco, ese gesto lo hizo para controlar la creciente ira que en ella se formaba—me interesa más mirar la situación desde este lugar que arruinarle la fiesta a tu “princesita…”
Princesita de pacotilla. Pensó con molestia Darkness sintiendo como la rabia la consumía al mirar como esa mujer intentaba llamar la atención de su corderito. Desde que él llegó ella no le quitó la vista de encima ni por un segundo, lo ha estado vigilando, pues, aunque llevaba una máscara puesta, sabía que era él y lo confirmó cuando le preguntó al padre de los Fiore quien era el joven que había llegado con su hijo. Era Alan Carter, amigo de la infancia de ambos hijos de los Fiore, pero la manera en la que lo dijo el mayor Fiore hizo que se despertara la curiosidad en la mujer de cabello azabache.
Los Fiore pertenecían a una de las familias de mafiosos bajo su mando y el padre de los Fiore ejercía como “caporegime” de uno de los grupos conformados por las familias más importantes de la organización Il Nostro Sangue, además también era el jefe de su propia familia, así que podría decirse que era un hombre importante. Lo suficientemente importante como para que La Reina de La Mafia asistiese a la fiesta de su hija menor, pero la mujer estaba más concentrada en su corderito que en cualquier otra cosa.
Alan Carter. Que coincidencias tiene la vida. Darkness no esperaba encontrarse con su corderito en aquella aburrida fiesta hecha para una chiquilla de cuarta, pero de inmediato se animó cuando supo que él estaba ahí. No podía dejar de pensar en él desde aquella noche en la que tuvieron aquel fogoso encuentro, quería verlo y tenerlo de nuevo, pero tuvo que atragantarse con su propio fuego ya que se enteró que él solo trabajaba los fines de semana, así que no podía verlo y los resultados de su investigación llegaron a su escritorio esa mañana, así que no pudo revisarlo detalladamente. La razón por la cual había tardado tanto era porque lo había mandado a investigar de manera exhaustiva; quería saber absolutamente todo de ese corderito, así que mandó a investigar hasta el más mínimo detalle. Lo que no podía entender era porqué aquel humilde hombre se encontraba como invitado en aquella reunión llena de personas prejuiciosas que primero miran el estatus antes que la persona misma, sabía que los Fiore tenían prácticas extrañas y extravagantes, pero ella jamás quiso involucrarse en esas prácticas ya que no le interesaban, pero ahora le llamaba la atención el saber que relación poseía su corderito con la familia Fiore ya que ese cuento de que eran amigos de la infancia no se lo creería tan fácilmente.
Algo apestaba a podrido y ella lo sabía.
No he podido leer el informe. Pensó con amargura la mujer recargando su cabeza en su mano derecha, mirando impotente como su presa andaba babeando por la mosquita muerta de los Fiore. Una terrible opresión se posó en su pecho y la ira iba en aumento creyendo que no podría controlarla por mucho tiempo, pues no quería que su corderito mirase con esos ojos a otra mujer y mucho menos quería que otra mujer tocase siquiera un cabello de lo que era solo suyo.
Y aquel corderito ya era su presa.