Darkness Pov:
…Vaya, vaya, pero ¿Qué tenemos aquí…?
Es un chico, un chico bastante hermoso, demasiado hermoso diría yo. Sus ojos de genuina preocupación me miran con gran atención, mientras yo me dedico a analizar a profundidad sus facciones. Cómo dije con anterioridad la poca luz de este lugar me impide ver con mayor atención los pequeños detalles que conforman su gran atractivo, pero puedo decir que posee una belleza bastante llamativa. Su rostro es tan llamativo por sus facciones delicadas, pero a la vez fuertes y varoniles, su nariz recta y perfilada le dan un equilibrio armonioso a su atractivo rostro, que hace que se vea más atractivo de lo que ya es. Puedo apostar lo que sea es que sus ojos son claros y adornados por pobladas pestañas que lo hacen ver adorable, además su rostro está marcado por pobladas y gruesas cejas que le dan más masculinidad a su semblante dócil.
Este hombre…
Me concentro en sus ojos bañados de preocupación ante mi silencio y aun soy capaz de sentir la ternura que su voz a expresado. Este hombre refleja la inocencia de la vida y eso para mí es cautivador. Un hombre hermoso que mira con esa ternura desbordante hace que me emocione de maneras distintas; mi cuerpo entero tiembla ante su toque suave que se aferra a mi cuerpo para no dejarme caer.
Este hombre es totalmente mi tipo.
—Estoy bien—expreso finalmente después de haberme deleitado con su hipnótica apariencia; puedo notar por su ropa que trabaja aquí, más no es hombre de compañía sino uno de los tantos meseros que atienden el local.
Interesante.
Lo veo suspirar de manera profunda y de inmediato me suelta para no violar mi espacio personal. No sé por qué, pero por alguna razón quiero que él me toque y no me suelte a menos que yo se lo ordene, al fin entre todos estos hombres encontré a uno que quiere tener.
Quiero que sea mío.
— ¡Que alivio! Pensé que la había lastimado—expresa él en tono apenado, mientras yo me dedico a recorrer su cuerpo con la mirada sin prestarle atención a sus palabras realmente— De verdad discúlpeme, no era mi intención hacerla tropezar de esa manera…
—Shhh…—me acercó a él y con atrevimiento coloco mi dedo índice en sus carnosos labios, para acallar sus palabras. Él parece sorprendido con mi acción y su cuerpo entero se tensa. Tan suave; trago grueso al sentir la suavidad de sus labios y crece en mí el deseo de probarlos a ver si son tan dulces como me lo imagino—Quédate quieto.
Mi susurro hace que su cuerpo se tense y sus ojos me miran confundidos con algo de miedo. Me recuerdan a los ojos de un tierno corderito asustado sin saber lo que va a pasar. Me encantan esos ojos, pues expresan todo aquello que es contrario a mí. Dejé en claro que mi tipo de hombre ideal para practicar el amor debe tener esa mirada, una mirada cargada de inocencia, como si no conociese del mundo su oscuridad.
Me encanta.
Mis ojos se despegan de los suyos y, sin quererlo mucho, también despego mi dedo de su sensual labio. Empiezo a recorrer su cuerpo con parsimonia. El traje que tiene puesto en estos momentos acentúa de manera maravillosa su cuerpo, no tiene nada de diferente con el de los otros meseros que corretean por ahí, pero no sé por qué en él hace maravillas. Mis ojos sin descaro siguen bajando y recorriéndolo a mi placer. Brazos anchos se notan a través de su uniforme y eso solo me hace anhelar más, mucho más.
No es suficiente.
Me tomo mi tiempo y decido caminar alrededor suyo para analizarlo con mayor detenimiento. Entre más miro a este hombre más ganas tengo de llevármelo a uno de los tantos reservados y dejar que le brinde a mi cuerpo las crecientes ansias de saciar mi piel con la suya. Su ancha espalda, su estrecha cintura, su redondo y bien formado trasero, todo en él me invita a poseerlo, quiero hacerlo mío, pero ya. Quizás sea por el tiempo que tengo sin estar con un hombre, pero siento que ya no puedo controlarme.
Dentro de mí despierta esa fiera que llevaba tiempo dormida y me exige con feroz diligencia una deliciosa presa para saciar su hambre de piel. Mi mente empieza a jugar con mis ansias y empieza a reproducir diversas escenas donde nos encontramos este delicioso hombre y yo, desnudos en una cama disfrutando del placer de poseernos mutuamente.
Lo deseo.
Me detengo de nuevo frente a él luego de terminar mi evaluación. He quedado totalmente satisfecha con lo que él ofrece, así que ahora solo ansió poseer lo que mis ojos han visto. Quiero recorrer con mis manos el sendero que mis ojos han trazado y quiero que esas manos hagan maravillas con mi cuerpo. Este hombre se ve hermoso vestido, así que sin ropa debe ser aún más majestuoso.
Ya quiero averiguarlo.
Él se ve adorable luciendo tan confundido debido a mi inesperada inspección y también luce nervioso ante mi mirada fija sobre la suya, no soporta el peso de mi mirada y decide apartarla para observar a cualquier lado que no sea mi rostro. Sin poderlo evitar sonrió, pues me resulta adorable que haga eso y extiendo mi mano para tomar su mentón para obligarlo a mirarme otra vez. Es más alto que yo, así que tengo que alzar un poco mi cabeza para poderlo ver a los ojos.
Mis ojos se pierden en su atractivo rostro y entre más lo miro más me convenzo de que quiero llevarlo a mi cama. No puedo dejar escapar de mis garras a este delicioso manjar sin siquiera haber probado un bocado.
Un bocado de mi dulce presa.
—Te elijo a ti—digo con voz firme, segura de lo que estoy diciendo y sus ojitos asustadizos adquieren aún más confusión que antes haciéndolo ver en extremo adorable.
¡Joder! Es jodidamente perfecto.
— ¿Eh? —murmura sin entender mis palabras.
Me acerco a él adrede para inhalar de manera más profunda el delicioso aroma que emana su seductor cuerpo. Las hormonas dentro de mí se alborotan ante este aroma tan varonil y siento que por dentro se queman mis entrañas con las ansias que tengo por este hombre. Mis ojos se enfocan en sus labios y mi deseo de besarlo incrementa cada vez más.
—Te deseo—digo en medio de un suspiro sin tapujos y sin vergüenza alguna, pues es la realidad de lo que me está pasando. El deseo por poseerlo quema mis venas, amenazando con quemar aún más mi piel y, además, he venido aquí con la intención de estar con un hombre y experimentar el “amor” del que me platicó Charlotte. El hombre frente a mí abre los ojos como platos ante mis directas palabras y alcanzo a ver como traga grueso— Quiero que me enseñes a través de tu cuerpo todo sobre el amor.
Intento por todos los medios dulcificar mi tono de voz, pues mi voz es muy ronca; pero hago un esfuerzo para que suene más femenina y seductora y no tan amenazante como es costumbre. Mis palabras expresan lo que de verdad deseo, quiero que este hombre esté en mi cama esta noche y que me regale sus atenciones para salir de este limbo en el cual me he encontrado en estos últimos días.
El hombre ante mí se ha quedado en blanco ante mis palabras, como si no supiera que responderme. Es muy sencillo, a decir verdad, solo tiene que responder que sí, que estará dispuesto para mí toda la noche y que estará a mi merced hasta que yo lo decida; pues yo no acepto un no por respuesta ya que todo lo que he querido lo he conseguido.
Y este tierno corderito no será la excepción.
—Ven— tomo su mano dispuesta a guiarlo hasta donde yo lo decida; su mano es muy grande a comparación con la mía, además es muy suave y sedosa; al momento en el cual nuestras manos tienen contacto, siento como un leve estremecimiento me invade, pero se lo atribuyo a las ganas que tengo de estar a solas con este hombre. Es el hombre que yo deseo—Vamos a los reservados a pasar un buen rato…
— ¡E-Espere! —exclama de repente apartando su mano de la mía de manera brusca como si yo tuviese la peste o algo por ese estilo; yo frunzo mi ceño ante tal acción y me volteo a mirarlo—Y-Yo no ofrezco e-esa clase de…Servicios, señorita—tartamudea mientras habla con notable nerviosismo, mientras mira inquieto para todos lados y hace gestos con sus manos—Solo soy un simple mesero.
Alzo una de mis cejas intentando encontrar el punto el cual él quiere exponer. Jamás me habían rechazado, no recuerdo siquiera una vez que un hombre haya rechazado pasar la noche en mi cama y ahora esté hombre me desprecia a pesar de que fui yo la que le expresé que lo deseaba. Un sentimiento nuevo se posa en mi pecho, es como una presión un poco desagradable, pero a la vez novedosa.
Esto es nuevo.
— ¿Y? —me cruzo de brazos mirándolo fijamente, pues esa excusa a mí no me basta para que me esté rechazando de esta manera tan rotunda, no permito que nadie me rechace. Soy la maldita dueña de este jodido mundo y tengo todo lo que me plazca en la palma de mi mano— Me vale lo mismo que seas un mesero, un stripper o un conserje— expresó algo enojada y frustrada ya que de verdad quiero estar con él, llevo mucho sin estar con un hombre y eso hace que lo desee aún más—Te quiero en mi cama ahora mismo.
Su boca se abre ligeramente al ver mi gran determinación y sus ojos miran inquietos para todos lados en busca de alguna salvación. Cualquier hombre estaría dichoso de estar en su lugar, no le permito a cualquiera estar entre mis piernas y no todos tienen el honor de yacer en mi cama, pero este hombre parece más ansioso por huir de mí que por cualquier otra cosa. Quizás solo se está haciendo el difícil para verse más interesante ante mí, pero ningún hombre tiene derecho a rechazarme y menos uno que deseo con tanto fervor.
Este hombre no escapará tan fácil de mí.
—No será posible, señorita— dice después de respirar profundo y armarse de valor para enfrentarme, pero sus ojos siguen asustadizos como esperando cualquier ataque ¿En serio me está rechazando? ¿Esté atractivo hombre me está rechazando a mí? —Si me disculpa tengo mucho trabajo por hacer, con su permiso.
Sale disparado alejándose de mí a paso rápido y sin mirar atrás. Yo, por mi parte, me quedo en mi lugar mirando su graciosa huida sin hacer nada para evitarlo. Sinceramente estoy sorprendida por el rotundo rechazo que he recibido de ese hombre que se ha esfumado como un fantasma, tengo todo un batallón de hombres dispuestos a complacerme y resulta que el que estoy deseando tener en mi cama se rehúsa a ser mío.
Interesante.
Una sonrisa lobuna se posa en mi rostro sin despegar mis ojos se su ancha espalda.
—Corre, corre, corderito; corre lo más rápido que puedas— susurro con satisfacción relamiendo mis labios pensando en el festín que he de tener cuando atrape a mi dulce presa— entre más corras, más grande se hará mi hambre por comerte.
Siempre tengo lo que quiero y no me rendiré hasta tenerlo para mí. No me importa no saber ni su nombre, no sé quién es y tampoco me interesa, ya que en cualquier momento puedo mandarlo a investigar y podré saber hasta cuantas veces va al baño en un día. Ahora lo que quiero es tenerlo ¡Joder! Ese hombre me ha dejado ardiendo por su cuerpo y no quiere hacerse responsable por ello. Pero en algún momento acabará en mi cama, eso se los puedo asegurar.
Hora de que empiece la cacería…