Darkness Pov:
“Éxtasis”
Ese nombre te da a entender lo que encuentras en este lugar y sus llamativos colores te invitan a disfrutar de los placeres que ofrece la vida. Una pequeña punzada de electricidad me inunda por completo haciéndome estremecer extrañamente, así que se lo atribuyo al tiempo que tengo sin pisar un establecimiento que ofrece placer. Según mi investigación, este lugar es uno de los más recomendados de esta ciudad, pues contiene una gran cantidad de bellezas tanto femeninas como masculinas, es decir, que es un burdel mixto donde puedes disfrutar de hombres y mujeres por igual.
Yo en lo personal prefiero a los hombres.
—Este lugar promete—dice Charlotte frotando sus manos y con una sonrisa de oreja a oreja, ésta se encuentra a mi lado en el auto deportivo analizando la fachada del lugar.
Yo no estaría tan segura.
Hago una mueca con mis labios pintados en un color carmín bastante profundo y oscuro; mis ojos tan oscuros como la noche que nos rodea recorren la fachada de este lugar una y otra vez, pero entre más miro menos ganas tengo de entrar. No me malinterpreten, por la fachada se ve un lugar pulcro y bastante lujoso y organizado, diría que es bastante decente. Desde afuera se ve que es un lugar limpio y no da la imagen de cualquier burdel barato y asqueroso, además puedo ver que hay bastante asistencia de personas tanto hombres como mujeres que ingresan al refinado local que promete una noche entera de entretenimiento entre caricas y placeres en demasía.
Charlotte viene bastante arreglada con un vestido color rosa que le llega casi a las rodillas y un maquillaje bastante marcado para darle un toque de madurez a su semblante aniñado, en cambio yo, preferí un pantalón alto color n***o y una simple camisa del mismo color, con una chaqueta color café. No me interesa ser atractiva para ninguno de los hombres que aquí trabajan por eso mi maquillaje es poco, solo resaltan mis labios y nada más. No tengo muchas ganas de entrar, pero ya estoy aquí y no pienso irme sin al menos beber un trago para alivianar mis amarguras.
Charlotte parece muy ansiosa por entrar al local y yo solo vine porque quise quitarme en brazos ajenos esta sensación desesperante que me carcome por dentro y por desgracia no puedo saber que es. Esta carencia que me toma prisionera es verdaderamente estresante.
Esto me cabrea a niveles inimaginables.
—No estoy tan segura— digo algo desanimada y con un semblante de total aburrimiento— Creo que no debí venir para acá…
— ¡No digas eso! Te apuesto que al salir de aquí estarás como nueva— me dice ella luciendo con mejor animo que yo.
Quisiera que fuese cierto, pues no tolero las ridiculeces que me están pasando, no podría sentirme más idiota por sentirme tan vacía de una manera insoportable sin razón alguna para sentirme así. Me estoy empezando a odiar por sentir esta terrible falta que me consume desde adentro y lo peor de todo es que tengo al mundo a mis pies, pero hay algo que siento que me falta para estar completa. Algo me hace falta, pero no podría saberlo ya que tengo todo lo que quiero.
¿Qué es lo que me pasa?
Aprieto mi mandíbula sintiéndome cada vez más enojada conmigo misma. Vine hasta aquí para aliviar mi estrés y no pienso irme de aquí por estupideces sin sentido que intentan controlarme. Llegará el momento en el cual olvidaré está ridiculez y volveré a ser la misma Darkness que domina el mundo a su antojo y conveniencia.
Nadie me derrotará…Ni siquiera yo misma…
…
Lo mataré...
—…Así fue como yo obtuve el primer lugar en…— ¿Tan rápido quiere este idiota ir al infierno? Ruedo los ojos ignorando su constante parloteo y me empiezo a fastidiar debido a su insoportable presencia, pues se pega a mi cuerpo como una garrapata por más que intento alejarme— Era obvio que sería mío ese premio…— ¿Cómo pueden existir hombres tan insoportables e insufribles? —Siempre obtengo lo que quiero.
Respiro profundo y cierro los ojos para calmarme ya que si pierdo el control puedo crear una masacre aquí mismo. Mi tolerancia hacia los idiotas es cero y este hombre que está a mi lado es un grandísimo idiota.
—Ni se te ocurra tocarme, idiota—digo con mi característica voz áspera, aún con mis ojos cerrados puedo sentir las intenciones de este insoportable hombre de abrazarme por los hombros.
Ningún hombre tiene derecho a tocarme si yo no lo permito.
Mi mal humor va en ascenso y mi paciencia en descenso debido a todo lo que está pasando. Charlotte y yo llegamos hace alrededor de una hora, apenas llegamos vinimos a sentarnos a un área privada en dónde se encontraban los hombres más “atractivos” del lugar, además es un área bastante amplia dónde solo hay poca cantidad de personas y su gran ventanal de cristales oscuros, permite la completa mirada de la planta baja sin que se note lo que sucede aquí. La mesa por la cual nos decidimos está bastante retirada de las demás, ya que a nosotras nos gusta la privacidad.
He de admitir que es un lugar bastante lujoso y limpio, sus sillones de cuero son verdaderamente cómodos y las bebidas que ofrece son exquisitas, además la luz tenue, permite ver solo lo necesario dándole un toque de intimidad a todo el lugar. A mí alrededor se encuentran varias personas entre ellas mujeres adineradas que quieren algo de acción ¿Cómo sé que son mujeres adineradas? Pues, al ser un área tan exclusiva sus precios son bastante elevados y solo las personas adineradas podrían darse el lujo de gastar en esta área; así que coquetean de manera nada discreta e incluso toquetean a los hombres de manera descarada, pero eso poco me importa pues todas las que aquí nos encontramos vinimos por la misma razón.
Una noche de placer.
Cuando Charlotte y yo llegamos aquí de inmediato fuimos asediadas por un montón de hombres que empezaron a coquetear con nosotras queriendo ofrecernos sus variados servicios. Charlotte correspondió a los coqueteos de varios de ellos disfrutando de sus sensuales palabras y sus halagos seductores.
Yo, por mi parte, no he conseguido a algún hombre de mi tipo, todos me parecen sosos y sus intentos de coqueteo me parecen demasiado repetitivos y molestos. No puedo negar que son guapísimos, la belleza que emanan es abrumadora, pero mis gustos específicos me exigen a otro tipo de hombre para así sentirme satisfecha y, por desgracia, ninguno de estos hombres cumple a la totalidad mi criterio.
Menos este insecto que está a mi lado jodiendo.
Le doy un trago al vaso que tengo entre mis manos y su contenido quema un poco en mi garganta, pero es tolerable y puedo decir que el sabor dulce de la bebida es delicioso. Lo único de lo que me quejaría seria del estorbo que se niega a dejarme en paz.
Lo miro de reojo, es un hombre bastante atractivo, no logro distinguir el color de sus ojos y mucho menos el de su cabello, pero puedo decir que es muy atractivo, diría que es toda una belleza masculina digna de admiración.
No es lo que busco.
Retiro mi mirada de él y lo ignoro con la esperanza de que desaparecerá en cuanto se vea ignorado por mí. Puedo saber que es un trabajador de aquí ya que porta una pequeña identificación metalizada en el lado izquierdo de su camisa con el nombre del establecimiento y además de ello su propio nombre que no estoy interesada en saber. Solo quisiera que ya desapareciera de una vez.
¿Qué no entiende que no estoy interesada en él?
— ¿Estás de malhumor, preciosa? -—sigue sin hacerle caso a mi indiferencia y solo se acerca más violando mi espacio personal e irritándome más todavía— Yo podría ayudarte con ello…
—Por última vez te lo repetiré— digo con voz firme sin inmutarme con su presencia insignificante y molesta— No-Me-Toques.
Estoy alcanzando mi limite.
—Venga, preciosa no seas así…—no se rinde e intenta de nuevo tocarme, pero antes de hacerlo una daga bien afilada es clavada con gran determinación en la mesa justo al lado de su mano, diría que rozándola y dejándole una pequeña cortadura. El atractivo hombre abre los ojos como platos y voltea a ver a la persona que ha lazado esa daga casi acertándole al blanco que era su mano— ¿¡Que te pasa!? ¿¡Estás loca!? ¡POR POCO Y ME APUÑALAS LA MANO…!
Observo sin inmutarme desde mi lugar como Charlotte mira con una sonrisa de oreja a oreja al hombre que la mira enojado y a la vez pálido por su ataque casi certero. Al parecer Charlotte perdió la paciencia antes que yo.
— ¡Ups! He fallado…—dice ella de manera inocente dejando atónitos a los presentes, pero a mí no; Charlotte cuenta con una puntería perfecta así que si hubiese querido le hubiese dado sin ningún problema a este insecto, sé que ha fallado a propósito en signo de advertencia. En ese preciso momento Charlotte muestra una expresión sombría y enojada dejando atrás cualquier rastro de dulzura, para sacar a flote su perversa personalidad— Si ella te dice que no la toques, NO-LA-TOCAS, imbécil ¿Entendiste?
La voz empleada por Charlotte es aterradora, como de ultratumba, pero sé que esta faceta de ella es bastante común y más cuando está molesta. Los hombres que la rodean la miran con miedo, pero el imbécil que me ha tenido fastidiada desde que llegamos en un intento de querer preservar su orgullo barato decide confrontarla.
—Solo hago mi trabajo y esto está en contra de las reglas—dice él notándose nervioso, pero queriendo ocultarlo para verse más varonil— Nadie puede lastimar a los trabajadores del establecimiento…
—Yo también hago mi trabajo ¿Y sabes cuál es? —Charlotte muestra una expresión cínica con una sonrisa retorcida digna de una película de horror, y arranca sin ninguna delicadeza la daga que se encuentra profundamente clavada en la mesa— Eliminar las escorias que molesten la paz de mi señora y tu maldito…—sin que nadie se lo espere y en medio de gritos ahogados, observan atónitos como Charlotte se lanza contra el fortachón dominándolo enseguida y amenazándolo con la daga apuntándole al cuello— Has estado jodiendo y fastidiando desde que llegamos. Ella no está al nivel de una misera cuchara como tú y jamás dejaría que una escoria como tú la tocase— escupe con asco al hombre que tiembla de miedo en sus manos— ¡Dime! ¡¿Acaso quieres morir, maldito?!
—Suficiente— digo para aligerar el ambiente, además los gritos de nenita llorona del tipo han llamado mucho la atención y no nos conviene eso— Charlotte, vuelve a lo que estabas.
—Claro, mi señora— dice Charlotte obediente guardando el arma y volviendo a su lugar sacudiendo su vestido como si nada hubiese pasado y enseguida vuelve a ser la dulce Charlotte de siempre con una sonrisa bastante angelical—Bueno, chicos, como les decía…
Los hombres que la rodeaban lucen tensos y asustadizos, pero le siguen la corriente con cierta incomodidad y el miedo latente de cometer algún error que despierte de nuevo al monstruo que dentro de esa pequeña peli-castaña reside. No deben preocuparse, ese monstruo solo aparece cuando Charlotte siente que algo me molesta.
—Vete— le digo al hombre que parece en shock tirado patéticamente en el suelo con su respiración errática— Agradece que estoy de buenas, al menos que…—volteo a mirarlo y le sonrío de manera macabra haciendo que el hombre tiemble de pánico— quieras un boleto directo al infierno sin retorno alguno.
El hombre aterrado se levanta del suelo y corre despavorido alejándose de nosotras como si hubiese visto al peor de los espectros. Al fin, me he quitado un gran estorbo de encima.
Pero...
Observo con gran aburrimiento todo el lugar centrándome un poco más en Charlotte quien parece divertirse con los chicos que la rodean. Quizás con alguno de ellos decida irse para las habitaciones privadas del fondo donde disfrutará del servicio que ofrece este establecimiento.
Suspiro sin poderlo evitar ya que pensé erróneamente que aquí encontraría eso que me falta, pero la verdad creo que carezco aún más de eso que no puedo explicar. Está sensación que me sigue es peor que mis pesadillas, pues se acrecienta cada vez más y esto es peor pues no tiene explicación, ni razón de ser. En cierto momento pensé que lo que me faltaba era el amor, creí que quizás era amor lo que a mi vida le hacía falta para sentirme mejor, pero al estar en este establecimiento que ofrece ese tipo de cosas sexuales me doy cuenta que no es amor lo que me hace falta. Vine aquí buscando los placeres del amor, pero no creo que sea eso lo que me falta.
¿Qué es entonces?
No me hace falta nada. No me hace falta sexo, no me hace falta dinero, ni riquezas, ni poder. Soy la maldita dueña de este mundo y puedo tener lo que yo quiera a mis pies, todo lo que he querido está en mis manos y lo que deseo se encuentra a mi disposición. Todo este mundo me pertenece.
Frunzo mi ceño y me levanto de mi asiento, pues de la nada siento que me asfixio.
— ¿A dónde vas, Darkness? —me pregunta Charlotte al verme tan ida y ensimismada.
—Voy al baño— me excuso sin esperar respuesta suya empiezo a caminar, estirando mi cuerpo que estaba cansado de estar en esa silla sin nada que hacer más que observar.
Este lugar es enorme así que puedo caminar con libertad mirando como las mujeres aquí son libres de elegir el hombre que les guste y se permiten a sí mismas a disfrutar de su sexualidad. Nadie aquí las juzga por coquetear, piropear ni por exponer su sensualidad seductora ¿Quién podría juzgarlas? Todas estamos aquí por lo mismo.
En cambio, yo…
Me escabullo con cuidado de no tropezarme con los ajetreados meseros que corretean de un lugar a otro con bandejas llenas de bebidas. Pensándolo bien, a nuestra mesa no han llevado las bebidas que Charlotte y yo hemos pedido, el joven mesero que nos atendió nos dijo que las traería enseguida, pero nunca apareció de nuevo y ya nos quedamos sin bebidas.
Hago una mueca. No me importa que no hayan llevado el alcohol que pedimos a mi mesa, pero creo que hablaré muy seriamente con el dueño de este maldito lugar ¿Cómo puede tener a hombres tan insufribles cómo ese que estaba conmigo? ¡Inaceptable!
Me preguntó cómo estará Adam…
Sin poder evitarlo siento una leve satisfacción embargarme al pensar en ello. Ese hombre fracasará en su búsqueda y tendré el placer de matarlo y ver sus ojos llenos de desesperación. Este es mi juego, el juego de La Reina de La Mafia y en mi juego yo pongo las reglas. Sé que fracasará, pues mis estándares son muy altos y es imposible que encuentre a alguien antes de la fecha establecida…
Se arrepentirá de cruzarse en mi camino.
En ese preciso momento, en medio de un descuido mío al estar tan metida dentro de mis pensamientos, siento como choco con alguien y estabilidad se pierde debido al golpe ¡Maldición! ¿Qué me está pasando últimamente? ¿Me he vuelto idiota o qué? Creo que me he vuelto más imbécil estos últimos días, mi cuerpo reacciona para evitar mi caída, pero antes de hacer algo la otra persona actúa primero…
— ¡Cuidado! — unos brazos sostienen firmemente mi cintura para evitar mi caída — ¿Se encuentra bien, señorita?
Esa voz.
Tiene un toque gentil, preocupado y dulce, pero conserva ese característico toque enronquecido de las voces masculinas. De la nada mi cuerpo entero vibra tan solo al escuchar esa voz tan melodiosa. Abro mis ojos y observó con atención quien es ese hombre que me sostiene entre sus brazos y ha evitado mi caída.
Vaya, vaya, pero ¿Qué tenemos aquí…?