Narrador Omnisciente:
Unas horas antes…
—Pero miren nada más…—se oyó en todo el lugar una voz masculina que hablaba en cierto tono cargado de diversión y burla—Ya pareces una persona civilizada y no un vulgar animal salvaje cualquiera…
—Cállate, maldito miserable— dijo la mujer irritada y molesta, mientras se encontraba sentada frente su espejo arreglando su brillante cabello rubio y miraba a través de su gran espejo al hombre que se encontraba detrás de ella vestido con un muy elegante y fino traje que era verdaderamente costoso así como todo el esplendor que rodeaba a aquella dos personas— En lugar de hablar cosas sin sentido, mejor dime…— la mujer se volteo desde su asiento para encarar al atractivo hombre rubio que la miraba con burla al verla tan desesperada por su propia fiesta y por otros asuntos que eran de su completo interés— ¿Crees que hoy si funcione? ¿Hoy será la noche?
Tiene que funcionar, estoy harta de esperar. Pensaba de manera compulsiva la hermosa mujer de rubios cabellos intentando contener los impulsos que la corroían por dentro por salir de aquella habitación y buscar aquello que la desesperaba en sobremanera. La mujer ya no lo soportaba, no lo soportaba más, quería tener a aquella mascota lo antes posible a sus pies para que cumpliese todos sus caprichos. Primero debía lograr someterlo y doblegar su voluntad, para que así le fuese más sencillo lavarle el cerebro y controlarlo a su antojo. Debía jugar bien sus cartas para que su plan fuese exitoso, no quería una mascota con voluntad o una mascota rebelde.
No.
Ella quería una mascota que dependiera de ella, una mascota obediente que le entregase su vida por completo sin dudarlo siquiera un segundo, una mascota que ni siquiera fuese capaz de pensar si ella no se lo permitía y que jamás se alejase de ella.
Básicamente quería un títere sin alma al cual manejar a su antojo y el candidato idóneo para ser ese títere era un joven ingenuo enamorado de la imagen dulce que aquella terrible mujer había creado.
Alan Carter.
—Me parece, hermanita, que tu asqueroso plebeyo se confesará hoy a ti y te entregará su vida entera solo a ti está noche; has logrado tu objetivo al actuar como una pendeja todos estos años—dijo el rubio pasando su mano por su cabello de hilos de oro—Debes estar feliz, tendrás una nueva mascota…Y es nada más y nada menos que la mascota que siempre has querido.
Espero que está no se rompa tan fácil. Nicolle Fiore no puedo evitar sentir ansiedad y muestra de aquello era el constante mordisqueo que le daba a la uña de su dedo pulgar derecho, mientras su mirada se perdía en algún punto inexistente de la habitación. Ya era el décimo intento desde que cumplió los quince, todas y cada una de las mascotas que le habían otorgado no habían resistido lo suficiente sus juegos; algunas habían enloquecido, otras habían escapado para luego darles captura y ser sentenciadas a muerte por parte de la familia y muchas otras habían muerto en medio de su labor de mascotas. Había algo que diferenciaba a esas mascotas de la nueva que ella quería poseer, esas mascotas aún conservaban su voluntad y su alma.
Débiles. Pensó la mujer al llegar a dicha conclusión. No le servía de nada una mascota inútil que a la primera orden se rehusase o dudase en cumplirla. Quería quebrar esa maldita voluntad que tenían sus mascotas, quería romper sus ideales y borrar sus identidades, pues las mascotas no pensaban y solo se dedicaban a complacer, eso era lo que se le había enseñado.
—Lo que no me convence es que yo tenga que involucrarme en eso—se quejo Marco bufando al final de su oración, ganándose una desquiciada mirada de su hermana— Primero eres tu queriendo que me vuelva amigo de ese chico para poder lanzarlo a tus brazos y ahora mi padre quiere que corteje a esa mujer que se ha proclamado cómo “La Reina de La Mafia”—el joven rubio apretó su entrecejo sintiendo la molestia corroerle las entrañas—¡Maldición! Sé que una mujer importante de mucho poder, pero ni siquiera la he visto porque al parecer es tan importante que solo se presenta a actos sociales cuando se le viene en gana, puede que sea una anciana desagradable y horrenda que solo hace que sienta náuseas…
—Puede que no sea así —interrumpió la joven mirándose de nuevo en el espejo supervisando de que todo estuviese en orden.
—Una mujer con tanto poder y dinero es imposible que siga soltera, pero ella lo está aún siendo tan poderosa, así que el único motivo por el cual pienso que siga soltera es porque es una mujer de aspecto desagradable —Marco hizo una mueca, pues no quería seguir siendo el juguete de aquella familia—Tendré que saludarla está noche o padre me arrancará la cabeza…—un suspiro pesado salió de sus labios— Es difícil ser el mayor...
Nicolle no dijo nada, ni se molestó en sacar a su hermano de su error. Lo cierto es que hace algunos años, en la mansión en Calabria, Nicolle pudo ver de lejos a la conocida “Reina de La Mafia” y podía asegurar que no era una mujer horrible, es más, era muy hermosa, demasiado para el gusto de Nicolle. Ella no quería estar en presencia de una mujer más hermosa que ella, por esa razón no se acercó a saludar y solo se escapo sin ser vista por nadie.
Pero si esa mujer se casaba con su hermano…
—Darkness, su nombre es Darkness…—repitió el hombre en medio de un quejido — ese nombre me da escalofríos, se han oído muchas historias de esa mujer —ninguna de esa historias era precisamente buena, ya que solo se contaba el gran afán que poseían los grandes mandos de la organización por la tortura y la muerte — Esa mujer está loca.
No es más de lo que yo puedo ser. Nicolle apretó sus labios y sus puños también. Estaba exhausta de oír hablar de ella, su padre no se la pasaba más que hablando de esa Darkness, su madre les pedía que se acercarán a ella con cualquier excusa y todos en la maldita organización besaban el piso por dónde caminaba aquella mujer. Parecía que todo el mundo giraba entorno a aquella mujer y eso enojaba mucho a la rubia.
Pero aquella noche ella sería protagonista y tendría en su total control a la mascota que siempre deseo ¿Qué más podía pedir? Ya sería suyo y nadie cambiaría tal verdad, no importaba con quién se había revolcado antes de aquella noche esa mascota desobediente, a partir de esa noche las cosas cambiarían y ese hombre le pertenecería por completo a ella.
La mascota al fin está en mis manos…
Alan Pov:
—Lan…¿Adónde me llevas?— me pregunta entre risas mi querida Nicolle quien llena mis oídos con su dulce voz.
Verán; ha pasado casi dos horas desde que Nicolle apareció dando su entrada triunfal, desde ese momento ha sido acaparada por muchos hombres que la llenan de halagos que ella responde con una sonrisa cortés ¿Cómo no iba a llamar la atención de tantos? Si es la mujer más hermosa de esta velada y la mujer más hermosa para mi corazón. No me siento precisamente celoso al verla interactuar en este mundo como si se tratase de un delicado pez en la tranquilidad de las aguas, solo pienso que yo también debería tener un momento donde estemos solo ella y yo, pues necesito algo de tiempo a solas para poder expresarle en palabras los latidos de mi corazón.
Y más si quiero declararle mi amor.
He sido paciente para esperar el momento adecuado, pero ya no puedo esperar más. A veces esperando el momento perfecto, pierdes el momento ideal que, a su vez, era el mejor de todos, pero no pudiste saberlo esperando uno mejor que jamás llegará; los momentos perdidos y las oportunidades pasadas jamás se pueden recuperar, por eso debes aprovechar cada segundo que la vida te ofrece.
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
Ese es un refrán popular; además, Marco se me acercó en la fiesta y me dio un consejo que me hizo tomar está decisión.
“¿Qué esperas? ¿Qué llegue otro que te robe su corazón cuando tienes la oportunidad ahora mismo frente a tus narices? Si quieres algo ve por ello sin dudar y sin mostrar cobardía. No esperes que otro se robe tu estrella, aunque haya muchas en el cielo, siempre va a ver ladrones que quieran lo que tú tienes. Si esa estrella está a tu alcance tómala, cuídala y ámala para que siempre pueda darte su luz.”
Además agregó antes de irse.
“No pierdas la oportunidad por las dudas que embargan tu mente. Tu miedo está aquí…” En ese momento señaló su propia cabeza para darle sentidos a sus palabras… “Y tu anhelo está aquí…” En ese momento señaló su pecho, justo encima de su corazón… “Solo debes guiarte por la fuerza de uno de ellos. Te deseo mucha suerte, amigo.”
Después de eso él se fue dejándome solo con mis pensamientos. Gran parte de lo que dijo tenía razón, aunque estuviese un poco embriagado por las copas que había consumido, pero tenía razón. No podía seguir esperando, pues cada vez más personas seguían acaparando su atención y yo no me atrevía a interrumpir su charla tan animada, pero las cosas no podían seguir así ya que si lo hacían nunca iba a poder confesarle lo que siento a mi amada.
Por esa razón me armé de valor y decidí ir hasta ella y disculparme con las personas con las que hablaba ya que tenía que hablar a solas con ella. No podía hacerlo delante de las personas, por eso decidí alejarla de la multitud para poder expresarle lo que siento por ella; por eso he tomado su mano y la estoy guiando hasta un amplio balcón que se encuentra un poco retirado de la celebración.
No me malinterpreten, no quiero que piensen que quiero hacer algo inapropiado o que quiero manchar la reputación de mi amor, por eso nos alejamos, pero no demasiado. Aún de pueden escuchar las voces de las personas convertidas en inentendibles murmullos. La calidez de su mano en la mía hace que mi corazón se sienta tranquilo y sienta una gran alegría con tan solo poder tomarla de la mano.
Es tan cálida.
—Acaso ¿Me estás secuestrando? —dice ella riendo de manera suave.
Me detengo en seco ante lo que ha dicho ella y volteo a mirarla con mi rostro bañado en rubor al darme cuenta que he sostenido mucho tiempo su mano, quizás más tiempo del apropiado.
— ¡L-Lo siento! —la suelto de inmediato queriendo respetar su espacio personal; pues no quiero que piense que la estoy atosigando.
Ella solo me sonríe de esa manera encantadora característica en ella, a través de la máscara que adorna de manera majestuosa su faz. Me siento tan feliz de pasar este momento a su lado, cuando estoy con ella siento que estoy en un lugar seguro, como si la oscuridad no me fuese a alcanzar nunca solo porque ella está a mi lado.
—No te preocupes, Lan— dice ella tomando mi mano nuevamente y mirándome con un cariño que me hace sentir mucho mejor— No me importaría ser secuestrada…Si el secuestrador eres tú.
Mis ojos se abren como platos y trago grueso ante sus palabras. No quisiera malinterpretar sus palabras, pues puede que me lo haya dicho de manera inocente con el pensamiento de que soy su amigo y no como algo más allá de eso, pero no puedo evitar sentir que lo ha dicho como si de verdad tuviese la oportunidad de recibir su amor.
—La noche está hermosa ¿No te parece? —cambia de tema de conversación y dirige su mirada al despejado y claro cielo nocturno que nos cobija, mientras en el fondo escuchamos una suave música que se mezcla con las voces de los invitados que aún se encuentran en la fiesta—Las estrellas en el cielo nos miran curiosas de lo que pueda pasar esta noche...
—Nicolle…—aprieto con suavidad su mano y, al salir su nombre de mis labios, su mirada azulada vuelve a la mía.
— ¿Sí?
Trago grueso queriendo ahogar los nervios que quieren asfixiarme. Este es el momento, estamos los dos solos, en un lugar con una hermosa vista del cielo nocturno, mientras la luna baña todo con su luz de plata; es un ambiente bastante romántico de eso no hay duda y quizás sea la oportunidad perfecta que estaba esperando.
Ha llegado la hora.
— ¿Podrías quitarte el antifaz? —quiero ver su hermoso rostro sin que nada me lo prohíba, lo que tengo que decirle es algo que sale de mi corazón y la tengo que mirar directamente a los ojos para medir cada una de sus reacciones- Hay algo muy importante de lo que quiero hablarte.
Ella me mira confundida por un momento, pero después vuelve la sonrisa a su rostro y asiente con suavidad. Suelto su mano para que pueda cumplir mi petición y mientras ella lo hace yo imitó su acción y también me quito el mío.
Que maravilla.
Nunca he dudado siquiera una vez que amo a esta mujer. Desde que la vi siendo aún muy joven la empecé a querer, pues se portó muy amable conmigo y siempre tenía una sonrisa que iluminaba mi vida, no le importaban mis orígenes solo se preocupó por cuidarme, no le importó que mi condición fuese muy diferente a la suya solo me aceptó y me dedico esa sonrisa.
Esa sonrisa.
Sin poderlo controlar mi mano se mueve sola y se eleva hasta su rostro tocando sutilmente su mejilla. Es tan suave, parece hecha de la más fina seda, su piel es tan hermosa y suave, quisiera poder tocarla todo el tiempo, pero por ahora me conformaré con esta suave caricia.
Ella no rechaza mi toque y eso me motiva a continuar; trago grueso para aquietar estos nervios que me tienen dominado, debo calmarme, lo que voy a decir es muy importante y debo tener la determinación que mis sentimientos exigen.
Vamos, debo decírselo claramente.
—Eres hermosa, Nicolle—digo con suavidad, mirándola con todo el cariño que siento hacia ella; mi amada Nicolle abre su boca ligeramente ante mis palabras, pero decido continuar a pesar de su estado de perplejidad— No solo hablo de la belleza de tu apariencia que es ante mis ojos la más sublime de todas, sino que posees una alma divina que ha cautivado a mi corazón.
La luz de la luna me permite ver cómo los ojos de mi amor se cristalizan y su expresión es difícil de explicar, pues parece emocionada y a la vez satisfecha.
—Lan…—dice ella con su voz cargada en emociones, pero no sabría decir que esas emociones son buenas o malas.
—Shhh; no digas nada, solo dame una respuesta cuando sea el preciso momento— le susurro dejándome llevar por el ambiente romántico que se ha posado sobre nosotros—Y-Yo no tengo mucho que ofrecer más que mi vida entera que deseo consagrarla a la mujer que amo y esa mujer eres tú.
¡Lo dije! ¡Y apenas titubee!
Carraspeo un poco para controlar las frenéticas emociones que me invaden. Esto es un tema serio, de esto depende mi felicidad junto a la mujer que quiero que sea mi vida entera.
Ella jadea de manera ahogada debido a la sorpresa que le provocan mis palabras y, sin quererlo mucho, alejo mi mano de su mejilla, pues ha llegado la hora de sellar mi juramento.
—Me gustas muchísimo, Nicolle; quizás me veas como un amigo más, pero era necesario para mí expresar esto que siento por ti— con disimulo rebuscó entre mis bolsillos buscando el regalo que había preparado para este momento y al tenerlo entre mis manos lo saco con lentitud – No puedo ofrecerte los lujos que posees, pero he de esforzarme para darte siempre lo mejor de mí y lo mejor de mi vida; quiero pertenecer a ti y que tu sonrisa llene mis días tristes para llenarlos de alegría…
Respiro profundo, armándome de valor, pues ha llegado el momento crucial y el más importante. Nicolle parece en shock y sin palabras por lo que he dicho, no sé si eso es bueno o malo ya que es la primera vez que me declaro ante una chica, pero lo que sí sé es que tengo que mirarla a los ojos para que vea en los míos lo sincero que son mis sentimientos hacia ella.
Tu puedes, Alan, no te rindas…