Darkness Pov:
Contrólate, Darkness…No querrás violar al corderito…
Respiro profundo para aquietar a la fiera que ruge dentro de mí aclamando que haga mío de una vez por todas al corderito; pero, por más que quiera fundirme en la piel de mi presa, no puedo hacerlo. La condición del hombre con el cual he compartido gemidos, besos y caricias no ha sido bajo su voluntad, sino más bien bajo la voluntad de una maldita droga de la cual ni yo misma tenía conocimiento. Jamás necesité de actos tan ruines para tener a un hombre y no quiero que el que más deseo sea mío solo por estar idiotizado por las drogas; todos querían estar conmigo, pues puede decirse que soy más o menos atractiva y no ha sido en mi vida ningún problema tener al hombre que quiero, pero hay algo en este que me hace sentir frenética y con ganas de lanzarme encima suyo para saciar la sed que él mismo provocó.
Pero no puedo.
No así, por mi orgullo no puedo permitir que así sea. Quiero que me pertenezca por completo y que sea él el que quiera entregarse a mí. Lo deseo, es cierto, pero no lo tendré a menos que él quiera yacer en mi cama. No quiero que esté en mi cama con la mente nublada por alguna sustancia desconocida, quiero que este consciente, receptivo a mis caricias y dispuesto a entregarse a mí. Lo quiero con sus cinco sentidos intactos.
Además, es virgen.
Esa es una jugosa noticia que despierta mis más feroces instintos ¿Cómo voy a dejar ir a este delicioso manjar? Sé que habrá muchas hienas que querrán devorarlo, pero nadie lo tocará, pues el que lo toque morirá. La presa ahora se me hace más irresistible y no puedo dejarla ir así. Nadie más que yo ha tocado ese cuerpo y me aseguraré que nadie lo toque después de mí. Será mío de eso no hay duda, pero no es el momento para poseerlo.
—Supongo que así te sentirás mejor ahora— le digo limpiando mis manos y parte de mi abdomen con los pañuelos que se encuentran en la mesa de noche, pero mi lindura se mantiene en silencio a mis espaldas, sin decirme ni una sola palabra.
Verán, yo me encuentro en la orilla de la cama sentada y aún en ropa interior ya que no me interesa si él me mira, es más, quisiera que me mirase con ardor y que admirase mi cuerpo como si fuese una obra de arte.
Pero no.
Lo miro de reojo y se encuentra en medio de la enorme cama, abrazando sus piernas contra su pecho y ocultando su rostro. Esta más vestido que yo, pero aun así su ropa desarreglada delata lo que acabamos de hacer, si camisa se encuentra aún abierta, pero oculta su musculoso pecho con sus piernas. No ha dicho ni una sola palabra desde que terminamos lo que le hice y tampoco a querido mirarme, pues parece avergonzado o arrepentido por dejarse llevar por sus instintos. Esto es también nuevo para mí, normalmente yo soy la que se porta indiferente con los hombres con los he estado y ellos son los que ruegan por un poco más de mis atenciones, intentando seducirme de nuevo para que yo caiga en sus brazos nuevamente.
Parece que todo referente a mi corderito es al revés.
Suspiro al obtener solo su silencio y decido gatear hasta llegar a donde se encuentra. Debo admitir que este comportamiento indiferente suyo me hace querer dominarlo para enseñarle quien manda, pero a la vez quiero mimarlo y consentirlo más y más para que yo sea indispensable en su vida. Ahora que he probado una pizca de su fuego, no quiero parar hasta quemarme en su infierno.
Quiero ser ese fuego que habite en su infierno.
—Oye…—lo llamo, pero me ignora totalmente de nuevo, llego a donde se encuentra dispuesta a hacerlo sentir mejor; no tiene porqué sentirse mal, es normal entre personas adultas el sexo y no se tiene que sentir mal por disfrutar de su sexualidad— Mira el lado positivo a todo esto…—me acerco más a él para susurrarle en el oído, su olor me enciende de inmediato como si de combustible se tratase ¡Joder! Es la primera vez que deseo con tal ardor a un hombre que me trata tan fríamente—Sigues siendo virgen—sin poderlo evitar me río suavemente y puedo percibir el estremecimiento de su cuerpo, signo de que si está escuchando lo que digo—Has disfrutado de mis caricias y has compartido conmigo experiencias estimulantes, lindura, pero por desgracia no sé cual es tu nombre- muerdo su oreja y hablo en un tono mimoso queriendo tener su completa atención, que me ignore hace que caiga más en el abismo que es provocado por él— ¿Me lo dirías, corderito?
Permanece en silencio inmune a mis intentos de llamar su atención. Yo; La Gran y Poderosa Reina de La Mafia Blood, venerada, temida y odiada por miles de millones de personas, estoy intentando llamar la atención de un hombre que parece inmerso en su propio mundo y me ignora por completo, como si yo no existiese o como si mi presencia para él fuese menos que nula. Quiero matarlo por tal osadía, pero quiero matarlo en mi cama y que en lugar de sangre me ofrezca otros fluidos para poder perdonar su atrevimiento.
Ser ignorada también es nuevo para mí.
—¿Qué pasa?— insisto al ver que no pretende responderme, lo abrazo para que sienta mi cuerpo pegado al suyo, pero sigue con su cabeza encajada entre sus piernas ¿Enserio no va a mirarme? Yo que entre todas las mujeres soy la más poderosa y confío plenamente en mis encantos para engatusar a cualquier hombre, pero de este hombre no obtengo siquiera una simple mirada. Que fastidio—¿Te comió la lengua el gato…?
Sin esperármelo para nada él reacciona de una manera completamente sorpresiva e inesperada, tanto que no me da tiempo de actuar; pues me toma de los hombros de manera rápida y me tumba en la cama colocándose él arriba de mí, teniéndome ahora como prisionera de su cuerpo. No puedo evitar mirarlo sorprendida, pues de todas las cosas la que menos me esperaba era está. Esto también es nuevo.
Vaya…
— ¿Un gato? — cuestiona él en medio de una suave rosita y yo muerdo mi labio, no por nerviosismos estúpidos, sino porque ante mí se encuentra algo que yo creía impensable, algo que anhelé por mucho tiempo y ahora que lo tengo ante mí parece sacado de una fantasía…El corderito...—Una loba feroz fue la que quiso devorarme y ahora me toca a mí disfrutar de este festín…
Esa expresión.
Mis bragas se humedecen más de la cuenta solo por ver como mi dulce corderito se ha convertido de la nada en un feroz depredador ¿Será el efecto de la droga lo que esta haciendo que se comporte así? No, no creo que sea eso, se supone que ya la droga debería haber menguado su efecto, pero en sus ojos se encuentra ese fuego que enciende el mío de una manera bastante sorprendente.
Parece otra persona, sus ojos se encuentras ennegrecidos y bañados en la lujuria más ardiente que he presenciado en mi vida, su rostro se encuentra adornado con el rubor que jamás lo abandonó dándole ese toque adorable a su feroz mirada, pero es esa expresión de deseo lo que esta haciendo que me prenda a niveles inimaginables ¿Cómo es posible que mi presa ahora luzca como un depredador? No lo sé, pero debo admitir que esa mirada de macho alfa le queda muy, pero muy bien.
Luce más ardiente y feroz.
—¿Te gusta jugar?— me pregunta con su voz irreconocible ya que me encuentro sin habla ante este derroche de testosterona de su parte, me sigue resultando increíble que ahora actúe de esta manera. Me siento aún más caliente, tengo mucho calor. Se acerca a mi rostro con su respiración errática y su cabello desordenado de manera salvaje y no saben ni se imaginan siquiera lo candente que luce así con su ropa toda desarreglada por mi culpa— Pues ahora jugaremos, pero a mi manera.
Quiere dominarme, quiere mandar sobre mí lo sé, me lo grita su mirada. No me costaría nada dejarlo inconsciente y después matarlo por tamaña osadía, lo haría sin dudar si se tratase de otra persona, pero no puedo, se trata de mi corderito.
Un corderito que se ha revelado contra su depredador…