Darkness Pov:
Que estúpido…
—S-Señora mía, q-que bueno es tenerla aquí…— él es tan patético— N-No esperaba s-su visita, le hubiese preparado una bienvenida d-digna de usted…
Al ver su patética figura son pocas las preguntas que cruzan por mi mente, pero las más insistentes son:
¿Todos los hombres son tan patéticos y miserables como este? ¿O este es el único ejemplar en su deprimente especie?
Alzo una de mis cejas y me cruzo de piernas, mientras me encuentro sentada en la silla presidencial que es la que le pertenece a este imbécil y es donde dirige todo este imperio, pero yo la he tomado ya que soy mucho más importante que él. Odio tener que lidiar con basuras así, me siento asqueada hasta de respirar su asqueroso aire. Para mí las personas como él son solamente comparables con las asquerosas cucarachas que hayas en los escusados de mala muerte.
Asqueroso.
Verán, Adam Müller es un hombre influyente como muchos otros en el mundo, pero todos y cada uno de ellos los manejo a mi antojo como si de marionetas se tratase. Yo les ofrezco dinero, poder y riquezas inigualables y ellos me ofrecen lealtad como perros fieles; básicamente un intercambio beneficioso para ambos, pero hay algunos perros que se les debe castigar por desobedientes. Me interesa mover los hilos desde las sombras de múltiples multimillonarios influyentes y empresas de gran renombre, además, también gobierno el ámbito político y de comunicación a mi conveniencia. Para que tengan una idea de lo poderosa que es la mafia, estamos en todas partes y desde las sombras dominamos un mundo “normal” que cree ver siempre la verdad de lo que pasa, pero realmente ven solo aquello que nosotros queremos que vean.
Adam Müller es solo un inútil peón en todo mi amplio tablero de ajedrez, pero quizás este peón ya no funcione y detesto a los peones que dejan de obedecerme y creen que pueden entrar a mi territorio solo para ganar poder.
Mi gélida mirada mira con fijeza al horrible hombre parado ante mí y noto el temblor de su cuerpo, pero no me inmuto ante ello y mantengo mi mirada en él analizándolo con gran detenimiento.
— ¡No estés tan nervioso, hombre! —sonríe alegremente Charlotte dándole unas palmaditas en su espalda lo cual lo hace respingar de manera sobresaliente, mientras yo permanezco en silencio observándolo con gran detenimiento.
Luce bastante nervioso y asustado, sus ojos observan intranquilos alrededor evadiendo por completo mi mirada, puedo percibir ligeramente el ajetreado pulso en su cuello, además traga grueso y suda mucho demostrando así su gran nivel de miedo. Repele mi mirada como si al verlo pudiese averiguar sus secretos solo con verle la mirada.
Apoyo mis codos en el cristal de la mesa de su escritorio y posiciono mi cuerpo un poco más adelante para mirarlo de manera más intensa. No sé porque me pasa esto, pero cuando veo esa angustia en los ojos de mis presas no puedo evitar sentir satisfacción, mucha satisfacción.
Quiero verlo sufrir más.
Es hermoso ver el miedo en los ojos de mis víctimas, mientras sus vidas abandonan su cuerpo; pero es aún más hermoso ver su sufrimiento cuando en medio de la tortura que reciben se dan cuenta que es imposible escapar de mis garras. Amo la tortura y mis aliados aman cumplir mis caprichos de torturar a unas cuantas escorias que se vuelven obstáculos en mi camino.
—Acaso sabes…—empiezo a hablar con mi característico tono de voz grueso y veo como su cuerpo entero se tensa. En estas ocasiones me alegro de tener este tono de voz tan áspero y poco femenino, pues me funciona para intimidar a estas mugrientas escorias y me esta sirviendo para hacer temblar a esta basura. Cubro mis labios para que él no note la sonrisa que se posa en ellos, pues esta escena tan patética que me da risa— ¿Qué hago aquí?
Él juega nerviosamente con sus manos al ver la seriedad que expresó en mis cortantes palabras y empieza a reír con frenesí cómo reflejo de todo lo que está sintiendo. Parece un pequeño niño que se enfrenta a su peor pesadilla.
Y yo seré una pesadilla terrible.
—L-La verdad n-no lo sé…—alzo una de mis cejas y él parece horrorizado ante lo que ha dicho— ¡Pero me alegra tenerla aquí! Es un honor que usted pise esté lugar tan mundano y banal, quisiera poder ofrecerle más…
Miro a Charlotte y ella entiende mi mirada enseguida.
— ¿Por qué no toma asiento, amigo? —dice ella sonriente alegre tomándolo de los hombros y obligándolo a sentarse en una de las sillas que se encuentran ante mí. Charlotte es mucho más pequeña que este hombre, pero no le toma ningún esfuerzo hacer que se siente obediente, pues ella es muy fuerte y solo es superada por mí en la lucha cuerpo a cuerpo; nadie más puede superarla—será una larga charla.
— ¿Sabes, Adam? —digo con frialdad manteniendo la seriedad en mi rostro— Yo odio pisar suelo americano, no me gusta viajar desde tan lejos, hasta acá solo para matar asquerosas cucarachas que fastidian mi vida…— él palidece y yo lo miro con total desagrado, no saben cuánto detesto tener que atender tales nimiedades, pero este es el único entretenimiento que tengo para poder alejarme de mi confuso tormento que aún no tiene explicación— Me enteré hace algún tiempo que algunos idiotas que trabajaban para mí estaban robándome tanto la mercancía, como el dinero, ensuciando el prestigio de la mafia Blood…
—Señora…
—Después de mucho investigar…—continúo sin dejar que siga diciendo sus disparates, pues ya me estoy hartando de tanta estupidez —di con los responsables de tamaña estupidez— mi semblante se oscurece en una peligrosa expresión de amenaza y él parece aterrado por ver esta faceta mía; cualquiera lo estaría, mi parte asesina clama por sangre y yo estoy intentando contenerla— ¿Qué crees que pasó con ellos?
El hombre parece que le va a dar un ataque muy pronto ya que luce muy pálido y suda mucho haciéndolo ver más asqueroso de lo que ya es. Hombres tan miserables como este solo son comparables con las sabandijas que se encuentran revolcándose en su inmundicia.
— ¿Cuál es el destino de todos aquellos que me traicionan? Para mí los traidores solo son comparables con un montón de basura inservible y ya no tienen valor alguno—mi voz se vuelve más ruda y mi ira empieza a salir a flote, pues la mantenía oculta en algún rincón dentro de mí— La muerte es un precio muy bajo que pagan los traidores.
Odio que me vean la cara de estúpida, por eso reservo para los traidores toda mi ira. El hombre hace un desesperado gesto de levantarse de su asiento, pero Charlotte coloca una mano en su hombro impidiendo así que haga tal cosa.
—No se te ha dado permiso de moverte, Müller—dice Charlotte en un tono mucho menos amigable que los anteriores y es justamente ese tono de voz tan amenazante el que hace a Adam palidecer aún más, pues conoce a la perfección la faceta asesina de Charlotte.
Continuo con en donde me quedé, sin ponerle atención a su creciente desespero.
—Le debo un juguete nuevo a Charlotte y ahí es donde entras tu—una siniestra sonrisa se posa en mi rostro al ver su terror; tengo tantas ideas en mi mente para este desgraciado, pero voy a dejar que Charlotte deje volar su imaginación—Mi investigación me ha traído aquí ¿Confesarás, Adam? ¿O prefieres que te deje en manos de Charlotte?
— ¡S-Señora! — Intenta levantarse nuevamente en medio de su desespero y pánico e intenta tocarme en busca de piedad, pero Charlotte es más rápida que él y coloca una de sus tantas dagas en la garganta de este sujeto; esa daga es una de las armas favoritas de Charlotte, una de las tantas de su inmensa colección y debo decir que es una de las más afiladas.
—No te atrevas a tocarla, cabrón— gruñe Charlotte dominando por completo al asustado hombre y poniéndolo de rodillas ante mí, sin apartar la daga de su cuello, peligrosamente colocada justo en la arteria— Si la ensucias con tus asquerosas manos no dudaré en matarte.
— ¡Señora mía! No es lo que usted piensa, está malinterpretando la situación— dice el hombre desesperado arrodillado a mis pies y con su vida corriendo peligro.
Yo me cruzo de brazos y lo miro desde mi altura con desdén y desinterés. No me importan sus absurdas explicaciones, nada de lo que diga o haga me hará cambiar de opinión. Mi investigación fue ardua, pues quería dar con los responsables de semejante idiotez para así desquitar mi ira con esos imbéciles y así demostrar que nadie se mete conmigo.
Quien se mete con La Reina perderá la cabeza en todo el sentido de la palabra…