Alan Pov:
…¿Qué hace Nicolle aquí?...
Trago grueso y empiezo a sudar frío, mientras mi corazón palpita a mil por hora con tan solo ver su hermoso rostro lleno de dulzura y preocupación. No me esperaba encontrarme con ella aquí, pensé que seguiría en Portland, pero es más que seguro que la familia Fiore también tenga propiedades en Seattle, por eso es que ella se encuentra aquí.
¿Por qué en este momento?
Ella empieza a caminar con rapidez hacia mí haciendo que su cabellera rubia de menee al son de sus apresurados pasos y yo todavía me encuentro impactado por su presencia aquí y lo que más me preocupa es mi propia aspecto, debo estar hecho un desastre.
—No sabes lo mucho que sufrí cuando supe que habías desaparecido de repente— se ve más pálida que de costumbre, pues su piel blanquecina es común en ella, pero la percibo más pálida; como una frágil muñequita de porcelana— Creí…Que no volverías…—me toma las manos con las suyas diminutas y delicadas; ese sutil contacto solo hace que mi corazón aceleré sus latidos y mis nervios aumenten de manera considerable— ¿Estás bien? ¿Dónde estuviste?
De estar bien, estoy bien, pero…
Sus ojos azules me examinan con gran intensidad buscando cualquier herida o muestra de malestar. No quiero que me mire de ese modo, siento que descubrirá la verdad de lo que pasó y no quiero que la descubra; temo que me odie por lo que hice. No sé que responderle, la verdad es que no esperaba verla y por alguna razón siento que la he traicionado, he manchado mi amor por ella por un momento de desenfreno por el cual ni siquiera me arrepiento que es lo peor de todo; me siento muy mal al verla tan preocupada por mí y yo acabando de llegar de mi aventura con otra. Sé que ella y yo no somos nada, pero esta es la mujer que amo y siento que la he traicionado al dejarme llevar por mis instintos.
Soy una mala persona.
—E-Estoy bien… ¿Dónde estuve? —sin querer me sale una risita nerviosa y rasco mi nuca apartando mi mirada de la de ella, pues me hace sentir mal verla ya que me siento como una verdadera escoria; además siento que sus intensos ojos azules arrancarán la verdad de mis ojos en cualquier momento— Pues…Mmmm…Yo
No sé qué responderle.
Decirle la verdad es condenarme a que me odie, pero no soy capaz de mentirle, me haría sentir peor si la engaño como un patán. Ella es la mujer de la cual me enamoré, la mujer a la que quiero dedicar mi vida y a la que mi corazón ha decidido dedicar mis latidos, por eso siento que le he sido infiel y me siento aun peor al no sentir ni un apéndice de arrepentimiento por lo que hice. Estuve con otra mujer, pero ante mí se encuentra la mujer que amo ¿Por qué no me siento arrepentido de lo que hice? Creo que he enloquecido…
—Menos mal—la escucho suspirar y vuelvo mi mirada hacia ella, para mirarla y la noto aliviada y me dedica una hermosa sonrisa que la hace ver más majestuosa de lo que ya es. No, no me sonrías de esa manera como si fuera una persona querida, me haces sentir mucho más mal— Me alegro de que estés bien, Lan.
Mis ojos brillan embobados al ver su hermoso rostro sonreírme de esa manera como si yo fuese su persona favorita en el mundo; esa sonrisa la adoro, aunque me sienta mal por engañarla de ese modo, esa sonrisa siempre será la más hermosa para mí. Amo la dulzura que su figura emana y amo la manera en la que me siento cuando estoy junto a ella, mi corazón se siente cálido y tranquilo cuando estoy con ella, y no puedo evitar sentir mariposas en el estómago solo por su mera presencia.
Pero es claro que ella no pertenece aquí.
Al verla aquí parada en mi humilde hogar me doy cuenta que ella no encaja para nada en este lugar; ella vive en lo más alto de la sociedad y yo solo puedo ofrecerle con esfuerzo esto que nos rodea ahora y en dónde nos encontramos ahora.
No puedo condenarla a vivir en mi mundo.
Ella no pertenece a este lugar tan banal, está hermosa mujer proviene del oro y vive en su mundo de cristal, un mundo donde nadie puede dañarla, ni siquiera un pelo. Ella no conoce de la vida su amargura, ni su mal sabor y eso es bueno. Es lo que varios conocen como “mundo color rosa” y es mejor así; me dolería mucho verla sufrir, quiero ver esa sonrisa, lucharé por proteger esa sonrisa tan dulce a pesar de que no sea para mí, quiero que ella siempre sonría de esa manera tan cálida que me reconforta el corazón.
Quiero que esa sonrisa prevalezca, a pesar de que no sea conmigo.
—Lamento haberte preocupado—me disculpo con ella sosteniendo sus manos con suavidad entre las mías, pues las suyas se ven tan delicadas como la más fina porcelana y temo lastimarla.
Ella sonríe y entrelaza sus dedos con los míos en un gesto de cariño que me llega al alma directamente. Nicolle siempre ha demostrado su cariño por mí y ese cariño solo enloquece más mis ganas de amarla, pero al verla tan ser tan tierna me impido pensar en ella como mujer.
Aún no es tiempo.
—Me tenías muy preocupada—habla con un tono de voz dulce que me cautiva enseguida—Si te perdiera de alguna forma…Me sentiría muy, pero muy mal— ella aparta su mirada azulada de la mía y veo como el tenue rubor se posa en sus mejillas haciéndola ver más hechizante ante mis ojos enamorados de ella— Lan…Por favor prométeme que siempre estarás a mi lado ¿Si?
Prométeme que siempre estarás a mi lado…
Me quedo boquiabierto ante esas palabras que hacen latir de manera frenética mi enloquecido corazón. De cierto modo esas palabras me hacen tener la esperanza de que ella permitirá que la ame algún día, lo cual me llena de una gran alegría. Quiero atesorar esas esperanzas de poder amarla, quiero creer que seré correspondido y que no esto no será únicamente un amor no correspondido.
¿Qué cosas estoy pensado?
Alejo esos pensamientos de mi mente, pues sería peor el dolor al verme ilusionado por malinterpretar sus palabras. Ella solo me ve como un amigo o, atreviéndome a llegar más lejos, como un hermano; aunque mi corazón ya la ame, debo ser consciente de que nuestro amor será muy difícil de conseguir y que es posible que ella no sienta lo mismo por mí.
Por ahora…
—Sí…—accedo regalándole una radiante sonrisa para demostrar lo feliz que me hacen sus palabras; la hermosa princesa Fiore parece conmovida y emocionada por mi aceptación— Mientras tú me quieras a tu lado, estaré ahí…
Amándote en secreto, hasta que mi corazón lo resista….
…
—Casi me vómito encima—escucho una voz a mis espaldas hablando con desdén y desagrado, pero decido que es mejor continuar con lo que estaba haciendo e ignoro de manera descarada a dicha voz que habla— tanta dulzura repugna el paladar...
—Nadie te pidió que vieras tal escena, pudiste evitarte tal molestia—digo sin tomarle importancia a sus palabras—Así que no tienes derecho a quejarte, Anne.
Volteo mi rostro para mirarla de reojo y se encuentra recostada del marco de la puerta de mi habitación que es donde me encuentro ahora mismo. Mi hermana era la otra persona que se encontraba con Nicolle cuando llegué a mi hogar hace poco, desgraciadamente Nicolle ya se fue, pues tenía cosas que hacer, pero me ha alegrado el día solo con ver su sonrisa. De verdad es imposible no amarla siendo así tan tierna y adorable. La amo, de verdad la amo, este amor que siento por ella no hace más que crecer y sé que llegará un momento en el que esté amor que por ella profeso se desbordara de mi corazón y no podré contenerme.
—Vaya, sí que te pones insolente cuando quieres defender a tu chiquilla— bufa ella acomodándose su desastroso cabello avellana que fue lo único que heredamos ambos de nuestra madre, ya que ella posee los ojos del hombre que creí que era mi padre, unos ojos color miel bastante profundos y carentes de vida—Me da igual, si no fueras tan estúpido estaríamos gozando de la fortuna de esos ricachones, pero andas de lento y cobarde frente a la señorita “mi vida es un cuento de hadas” y no te atreves a meterte en su cama.
Aprieto mis labios y guardo silencio ya que no tengo ánimos de discutir con ella sobre eso. Amo a mi hermana de eso no hay duda, pues es mi única familia, pero no puedo estar de acuerdo con ella en muchas cosas y la principal siempre ha sido el despilfarro de dinero que no nos pertenece. Ella ha pretendido siempre tomar lo ajeno como propio y eso no está bien, jamás estará bien, pues solo nos pertenece aquello por lo que nos esforzamos.
Por eso me fui de la mansión Fiore.
— ¿Dónde está Melissa? — le pregunto para cambiar de tema, ya que no la vi en ningún momento desde que llegué y no quiero seguir la discusión con mi hermana por el tema de Nicolle.
—Sigue dormida—dice ella con poco interés—Esa mocosa se quedó despierta casi toda la noche esperándote.
Melissa…
Me coloco una simple camisa blanca para cubrir mi desnudo pecho, ya que a penas se fue Nicolle decidí darme un baño para despejar mi mente y relajar mi cuerpo, pero ni el agua pudo arrancar de mí las caricias y el fuego que esa mujer dejo en mi piel. Es increíble que siga sintiendo sus manos recorrerme entero y eso no me gusta para nada. Me siento más calmado, pero aún así el recuerdo de anoche no quiere dejarme en paz.
No me siento arrepentido, como ya lo dije, ni siquiera cuando vi a Nicolle me sentí arrepentido, solo me sentí culpable por haberla preocupado y no sentí remordimientos por lo que hice lo cual también me parece malo. Bueno, lo hecho, hecho está y no puedo cambiar lo que he hecho, ha sido solo una noche y ya sé que no se va a volver a repetir nunca.
He sido un entretenimiento para esa mujer.
Aprieto mis labios y no puedo evitar sentirme utilizado. Ella ha usado mi cuerpo para sentir placer y yo he usado el suyo para apagar el fuego que dentro de mí me quemaba con la furia de un volcán en erupción.
Ella es fuego.
—Por cierto, engendro— doy un sobresalto al escuchar la voz de mi hermana tan cerca y al voltear me doy cuenta de que, efectivamente, se ha acercado a mí, pero estaba tan inmerso en mis pensamientos que no me di cuenta cuando lo hizo— He estado por preguntarte…—la miro con recelo ya que su mirada brilla en malicia y temo que suelte uno de sus comentarios hirientes hacia la mujer que amo—¿La pasaste bien anoche con tu amante?
¿¡Amante!?