Capítulo 5 (Part.2): Malentendidos y más malentendidos

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Darkness Pov: … ¿Cómo…? Volteo a mirarla completamente confundida por las locuras sin sentido que está diciendo, mientras se oye el carraspeo del chófer que se nota incomodo por nuestra conversación algo extraña y fuera de lugar. No soy muy fanática de visitar esos lugares, además mi agenda poco me lo permite, pero algunas veces he ido a “liberar” mi estrés a esos sitios donde prometen placer y noches de satisfacción. Debo decir que esos burdeles ofrecen lo mejor de lo mejor, su amplio catálogo ofrece verdaderos manjares para deleitar el cuerpo y liberarlo del estrés. Claro, yo jamás pisaría un lugar de esos sí yo no estuviese segura de que es un lugar limpio, por suerte esas casas del placer son bastante lujosas y sus trabajadores son de una belleza irresistible debo decirlo, además son bastantes exigentes con la higiene. Por eso cobran una tarifa bastante elevada. No cualquier mujer se da el lujo de visitar esos lugares por dos razones; la primera el alto costo del servicio a pagar ya que, entre más atractivo el hombre (pues son lugares donde netamente trabajan hombres) más costoso es su servicio, también están varios factores que hacen que el precio varíe y la segunda razón es la más ridícula de todas, porque la sociedad de no acepta que la mujer tenga igual libertad s****l que el hombre. Para cualquier persona anticuada es muy mal visto ver a una mujer yendo a un lugar en busca de sexo, cuando es algo que solo los hombres “deben” hacer, algunas piensan o les da vergüenza visitar lugares donde sabes que encontraras placer si pagas el precio adecuado. Para algunos el sexo libre es algo que debe ser practicado únicamente por el espécimen masculino, pues para ellos es necesario desahogar su libido buscando mujeres que los satisfagan en los burdeles. Pero yo pienso que cada persona es dueño de su vida, independientemente si es hombre, mujer o lo que sea, esa persona puede sentir a su gusto todo el placer que quiera sin importarle lo que piensen aquellas personas frustradas por querer ir a esos lugares y no poder porque siempre piensan en el que dirán. El género no es lo importante cuando se quiere encontrar el placer. En fin; la sociedad piensa mal de las mujeres que mantienen relaciones sexuales solo por placer y aplaude al hombre que toma a cualquier mujer para liberarse e incluso aplauden al hombre que tiene varias mujeres. Así es la vida de injusta, por ello quiero dominarla y hacer solo lo que me plazca. Pero volviendo al tema principal… —Explícate, Charlotte—le exijo pues lo que dice carece de sentido alguno. ¿Qué tiene que ver los candentes hombres de los burdeles con esta plática sobre el amor? Según mi criterio el amor y el sexo son dos cosas completamente diferentes entre sí. —El amor es cuando yaces en los brazos de esos hombres ardientes que nos brinden noches y noches de placer; de ahí provienen las palabras “hacer el amor” que se refieren al mero acto carnal del sexo—dice ella mordiéndose labio mostrando una mirada traviesa con un leve rosa en sus mejillas. Tengo claro que los servicios que ofrecen algunos hombres son bastante satisfactorios, es más, me han ayudado a olvidar el estrés por mi trabajo atrapándome en sus cuerpos sin querer soltarme, pero eso no es nada del otro mundo, es tan banal y vacío que no tiene concordancia con la teoría del amor. Eso quiere decir ¿Qué si he experimentado el amor? —El amor es cuando encuentras a una persona atractiva y te la llevas a la cama en un acto de amor y ellos amen tu cuerpo de maneras deliciosas, así de simple; sintiéndote bien buscando tu propio placer en candentes cuerpos ajenos ¿No es excitante? Esta chica. El chófer me mira a través del espejo retrovisor y yo asiento en su dirección como una señal él que capta inmediatamente haciendo que el vidrio aislante se interponga entre él y nosotras. No me da vergüenza hablar de estos temas, pues soy adulta y el sexo es lo más normal del mundo, pero no me gusta que mis empleados alejados de mi intimo círculo de confianza sepan mucho de mí. No sabemos dónde se esconde el enemigo y por ello no podemos dar cabida a que ellos puedan conocer nuestras debilidades. Aunque yo carezco de ellas. Enfrentar el infierno me ha enseñado que no puedo rebajarme a luchar contra cualquier demonio, por eso yo quise convertirme en la gobernante suprema de este mundo, para que nadie inferior a mí, pueda siquiera pensar en destronarme. El poder es cosa de ingenio y malicia, por eso el poder no fue hecho para débiles. — ¿Me estás diciendo que el amor es solo sexo? —le pregunto a Charlotte una vez nos encontramos solas— En otras palabras, al referirse al amor, se refiere de igual manera al sexo. Ella asiente muy segura de sí misma, dejándome a mí por un breve momento con la mente en blanco tratando de procesar esa información. — ¿Qué otra cosa podría ser? Lo que sucede es que las personas usan la palabra “amor” porque les avergüenza decir “sexo” —me dice en medio de una risita— Sabes cómo es la sociedad de remilgada con los temas sexuales y por ello prefirieron inventar cosas absurdas sobre el amor para no mostrar su verdadera esencia: El sexo— Viéndolo de esa manera tiene razón, a muchas personas les avergüenza ese tema y lo tienen como un tabú innombrable, así que les resultaría mucho más fácil decir “amor” que “sexo” — Es más, tengo ganas de recibir mucho “amor” está noche—relame sus labios y me mira traviesa—Escuché de un sitio donde podemos encontrar hombres atractivos, que, además, son buenos en la cama—frunzo mi ceño sin cambiar la expresión en mi semblante—Tan ardientes como el infierno y tan dulces como la miel, así me gustan a mí. Bufo y me acomodo en mi asiento, cruzándome de brazos. Es verdad que Charlotte prefiere a los hombres melosos que le susurren dulzuras sin sentido al oído; además, ella tiene preferencia hacia los hombres con gran atractivo que sean bastante empalagosos. Yo por mi parte… Prefiero a los que lucen asustadizos e inocentes, pero que se conviertan en fieras en la cama; los que tiemblan miedosos, pero resultan ser feroces, esos son los que me gustan. No me gusta que me dominen ni en el sexo, pues la que manda soy yo, pero me gusta que me complazcan y me dejen satisfecha con sus atenciones. Por otra parte, lo que ha dicho Charlotte me ha dejado muy pensativa y entre más lo pienso más razón tiene. Así que el amor es sinónimo de sexo. Entonces yo también he amado, sin saberlo, he amado; tenía una idea errada sobre el amor. Pensé que era más fantasioso, meloso y ridículo, pero en realidad es más ardiente, fogoso y placentero. Lo que Charlotte dice tiene lógica, el amor es mero sexo, un acto tan carnal y tentador es cubierto por esa cursi idea que todos conocen para no alarmar a los conservadores. Nunca pensé que al ir a esos burdeles en Calabria en realidad estaba yendo a lugares donde el amor vive y prospera. Tiene sentido. El amor es la necesidad humana de sentir placer sin involucrar temas de sentimentalismos baratos, solo sexo y pasión ¿Eso es lo que es el amor? Lo poco que escuché del amor hace años, hacía que esa palabra sonase ante mí como una mera estupidez inexistente, pero ahora veo la verdad de lo que es y aun no puedo creer que sea tan simple ¿En serio es solo sexo? Así que esa era la cara oscura que ocultaba esa empalagosa palabra llamada “amor.” Ahora me siento tan estúpida. Investigue por días tratando de entender el amor, pensando que era un tema más profundo y complejo, pero en realidad es tan simple y vacío como cualquier otra cosa en este asqueroso mundo y lo peor de todo es que Charlotte fue la que me dio a entender que es el amor. El amor y el sexo son la misma cosa, son como dos palabras diferentes que describen lo mismo. El amor es sexo y el sexo es amor, así de simple. Vaya idiota estoy hecha. — ¿Quieres ir está noche? —me pregunta interesada en ir, pero yo conservo mis dudas. No tengo muchas ganas de ir a ese lugar y, además, no me gusta adentrarme a terrenos desconocidos sin saber que esperar, he presenciado la caída de imperios que no perdieron todo por un simple descuido. Eso no me pasará a mí— ¡Vamos! Has estado demasiado estresada estos últimos días, dejemos que esos sementales nos relajen un poco ¿Sí? Aunque ya sé que el amor es sinónimo de sexo, no puedo evitar sentirme insatisfecha con la conclusión de esa investigación que me ha traído más de un dolor de cabeza. Tanto he pensado sobre eso y por la manera en que hablaba la sirvienta pensé que el amor era otra cosa más grande y no algo tan vacío como el sexo. Vaya decepción, sinceramente esperaba algo más de todo esto y no enterarme que es solo sexo. Soy una mujer que disfruta de los placeres de la vida. Me gusta el sexo, nunca me he encariñado con ninguno de los hombres con los que he estado por más bueno que sea en la cama; siempre le he puesto mis reglas, he marcado un límite que es lo que pueden o no pueden hacer y ellos siempre me han complacido y no se han quejado de mi manera de llevar mi sexualidad. No dejo que me toquen más de lo necesario, no pueden pasearse por mi cuerpo como si les perteneciera, pues no hay nada más falso que eso. Sin arrogancia ni nada por ese estilo, solo la verdad; muchos hombres andan detrás de mí por diversas razones; algunos por el poder que poseo, otros por mi gran cantidad de dinero y otros tantos por mi atractivo físico, pero a ninguno le he prestado atención y no me hace falta hacerlo. Hay muchos hombres guapísimos con cuerpos esculturales y palabras hechas para engatusar a las mujeres ilusas, pero conmigo eso no funciona. Esos hombres no tienen cerebro y mucho menos valentía, prefieren tener la vida fácil a enfrentarse a la vida misma y eso solo los hace ver más patéticos. No quiero hombres débiles a mi lado, pues los débiles no están hechos para vivir en mi mundo. La mayoría de hombres que se me acercan son arrogantes, adinerados y muy atractivos, pero la avaricia domina sus ojos cuando los miro y, como dije antes, a mí me gustan los hombres que expresen inocencia y un aire de ternura. No me gustan esos machitos que solo por tener un inservible aparato colgando entre las piernas se creen que pueden persuadirme. Yo jamás caería en los brazos de esos inútiles cerebros de maní. Además… Aprieto mis dientes y una pequeña molestia se posa en mí. Yo restaure todas las reglas de mi mafia porque la mayoría eran absurdas y muy machistas, pero una en específico que fue la que más odié no pude eliminarla ya que es una tradición de años y eso idiotas que tengo a mi cargo la protegieron con sus vidas, además ya tenía el descontento casi absoluto por todo lo que estaba haciendo, así que decidí, por el bien de la estabilidad de Il Nostro Sangue, era mejor dejarlo así, de todas formas no creo que me afecte en lo más mínimo. Creo que sí debería acompañar a Charlotte. Estoy muy estresada por todo lo que me he enterado hoy y por la decepción que me lleve al saber que era el amor. Y la maldita sensación de vacío y aburrimiento no me abandona para colmar los males de mi vida. Quizás deba encargarme de quitarme esta depresión con un hombre en mi cama. Espero que Charlotte tenga razón… —Bien—accedo después de un breve silencio y Charlotte a mi lado chilla de alegría —Iremos está noche a liberar el estrés… Pero antes de eso tengo que divertirme con mi juguete…
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