Capítulo 20: Los nervios de punta

1671 Words
Alan Pov: —Tranquilo, hermano; no estés tan nervioso—siento como alguien palmea mi espalda tratando de darme ánimos y sacándome de mi mundo en medio de mi manojo de nerviosismo—Recuerda que somos todos una familia, no tienes por qué estar nervioso. Quisiera que tuvieses razón, pero… —Lo sé— intento sonreír, pero creo que es solo una mueca lo que adorna mi rostro, mientras mis manos tiemblan sobre mi regazo; sé que es lo que quiero hacer, pero tengo el presentimiento de que nada saldrá como quiero y eso me asusta, no soportaría su rechazo—Solo estoy nervioso…Por cosas… La verdad no quiero decirle porque estoy tan nervioso y asustado. —Mmmm…—se escucha ese sonido en toda la estancia y de reojo veo como se recuesta en el asiento y se cruza de brazos—Déjame adivinar, eso que te tiene tan inquieto, lleva el nombre de mi querida hermana ¿No es así? ¿Soy tan obvio? Me encojo aún más en el cómodo asiento del costoso auto en el cual me encuentro ahora y evito ver a toda costa a mi amigo, pues no quiero que note la vergüenza que se encuentra grabada en mi semblante debido a haber sido descubierto por él. No puedo mentirle, ni siquiera puedo intentarlo ya que me descubriría, él me conoce incluso mejor que yo mismo, pero es discreto, relajado, paciente y un muy buen amigo. Marco Fiore. Él es nada más y nada menos que el hermano mayor de Nicolle y es 6 años mayor que yo (es decir, que ahora tiene 26 años) Es el orgulloso heredero de la familia Fiore y, como su hermana, creció rodeado de lujos por doquier y jamás le faltó el cariño de sus padres; pero a pesar de tenerlo todo en la palma de sus manos y el mundo a sus pies, no es presuntuoso, ni le importa el estatus, pues desde que nos conocimos cuando su hermana me rescató de las calles, él me ha ofrecido su amistad y su compresión sin hacerme menos por no poseer nada. Nuestros mundos son distintos y nuestras vidas muy contrarias, pero eso no ha impedido que seamos buenos amigos. Él, junto con Dominic, han sido mis dos grandes aliados y amigos, aunque debo decir que Dominic siempre ha tratado con mucho respeto a Marco y se ha rehusado en muchas ocasiones en estar cerca de él; ha de ser por el hecho de haber crecido como hijo de sirvientes en la mansión Fiore que se desarrolló el máximo respeto a todo aquel que pertenezca a la familia Fiore y es por ello que Dominic mantiene su distancia con Marco, pero de igual forma ambos son mis amigos y les tengo el mismo cariño a los dos. Les tengo un gran aprecio. Marco y yo nos encontramos en uno de los lujosos autos propiedad de los Fiore, pues Nicolle me dijo que su hermano iba a ir por mí, para llevarme al lugar donde se llevara a cabo la fiesta número dieciocho de la señorita Fiore. Estoy tan nervioso que siento náuseas y mareo, sé que debo controlarme un poco, pero es que me siento muy ansioso por lo que pueda pasar esta noche. Tengo un poco de miedo también. En mis bolsillos llevo una pequeña caja dónde se encuentra el regalo que le daré a Nicolle; sé que no es algo de mucho lujo, es más, ni siquiera puede considerarse lujoso, solo lleva consigo mis sentimientos y mis esperanzas de lograr alcanzar alcanzar el amor de esa dulce señorita que ha robado mi corazón desde hace tiempo atrás. ¿Qué puedo hacer? Soy un bobo enamorado. —Me conoces, Marco; sabes lo mucho que quiero a tu hermana, pero…—aprieto mis labios y por un breve momento me pierdo en mis pensamientos queriendo aliviar la ansiedad e inquietud que consume mi cuerpo— Siento que Nicolle merece mucho más de lo que puedo ofrecer, no siento que soy suficiente para ella. Esa es la verdad, la cruel verdad que me atormenta. Soy tan poca cosa para la mujer que amo. Puede que ame con todas las fuerzas de mi ser a esa rubia de mirada angelical, pero es por ese mismo amor que no puedo permitir que se condene a mi lado ¿Qué podría ofrecerle además de mi amor? No tengo dinero, no tengo un apellido sobresaliente y tampoco tengo conexiones que le puedan servir a la familia Fiore, por ello me siento tan mediocre ante ella, me siento mal al no ser capaz de darle todo lo que ella merece. No quiero ser esa sombra que opaque su luz. —Esa mocosa demente siempre consigue lo que quiere. Increíble— lo escucho murmurar entre dientes como si le escapase un pensamiento de su mente. — ¿Qué? —cuestiono y volteo a verlo ya que no pude oír con claridad lo que ha dicho. Él parece reaccionar, saliendo de su momentánea ensoñación y se ríe negando con la cabeza. —Nada, nada…—expresa haciendo ademanes con las manos alzadas—Solo decía que debes calmarte, Lan; sé que tu cariño hacia mi hermana es sincero, si fuese lo contrario me hubiese opuesto desde que me entere de tus sentimientos por ella, pero sé que eres un buen hombre para ella. Su rubia y salvaje cabellera cae sobre su rostro adornándolo de manera impecable, además hay mechones rebeldes que cubren sus ojos marrones brillantes. Los hermanos Fiore son distintos en su físico, pero a la vez son similares, los dos tienen ese toque de sofisticación en sus facciones dignas del linaje al cual pertenecen. Sus gestos son tan delicados y finos que rápidamente se entienden que son personas venidas de lo más alto de la sociedad. Esta más que claro que las figuras de ambos hermanos dan a entender que crecieron en un mundo completamente ajeno al mío y eso solo me hace sentir como un pez de agua dulce en el mar. Tan fuera de lugar. Marco se enteró que a mí me gustaba Nicolle, cuando empecé a verla más como mujer que como amiga. Él notaba las miradas que yo enviaba hacía su hermana y, sorpresivamente, en lugar de enojarse o prohibirme que me acercara a su hermana, solo me preguntó si me gustaba y yo no pude negarle tal verdad. Me enfrenté a él con mis sentimientos en la mano y una verdad en mi corazón y contra todo pronóstico él solo me sonrió y me animo a confesarle mis sentimientos a Nicolle diciendo que le haría muy feliz tenerme como su cuñado. Pero no pude en ese entonces. Algo me decía que debía esperar, por eso guardé mis ansias y me dispuse a esperar que esa pequeña flor abriese sus pétalos al mundo para que contemplasen su belleza. Ha llegado el momento, ha llegado el momento que he estado esperando desde que me enamore, no quiero arrepentirme luego por no haberme confesado a tiempo, es por ello que esta noche le diré a esa hermosa mujer todo lo que mi corazón siente cuando la tengo cerca. Tengo miedo, pero más fuerte es mi amor —Eres una buena persona, mis padres te tienen especial cariño y yo estaría tranquilo al saber que tu serás el compañero de Nicolle; sé qué harás feliz a mi hermana, pues tus sentimientos son sinceros y yo lo sé muy bien— me agarra del hombro, mientras me sonrió de manera tranquilizadora que de alguna manera me da ánimos— No temas, hermano; hoy es la noche en la que te enfrentes a lo que sientes por Nicolle, sea cual sea el resultado, yo estaré apoyándolos a ustedes dos y seré más que feliz de recibirte en la familia Fiore. Le sonrió a modo de agradecimiento. Las palabras de mi buen amigo me animan en gran manera y me llenan de mucha más fuerza para confesar todo lo que siento hacia mi amada. Sé que lo que haré esta noche marcará mi vida para siempre, pero estoy listo para lo que estoy a punto de hacer y estoy seguro de lo que quiero conseguir. Tengo miedo, pero ansío con fuerza ver a la hermosa mujer a la cual le pertenecen mis suspiros de amor. —¡Ah! Lo olvidaba…—se golpea él mismo con su mano derecha la cabeza; lo miro confuso y veo como se gira y rebusca entre en los asientos del auto—Ten… En ese momento me extiende un antifaz veneciano de color n***o y con diseños bastante elaborados alrededor del mismo; esos ornamentos llevan un color dorado opaco haciendo que el antifaz posea un toque desgastado, pero no por eso deja de lucir bien, es más, ese toque gastado le sienta muy bien al antifaz. Se ve bastante hermoso. —Es una fiesta temática donde debes cubrir tu rostro…—me guiña un ojo y yo tomo el antifaz que me ofrece, no sabía que se la fiesta de Nicolle tendría alguna temática—Todo es más divertido cuando hay misterio ¿Verdad? Su tono es a modo de broma y luego ríe, causando que en mí también surja una risa para aligerar mis crecientes nervios al ver que ya estamos a punto de llegar. Es curioso, me siento intranquilo, pero ansioso de que llegue el momento en el que me enfrente al amor de mi vida y me confiese. Nada me haría más feliz en esta vida que verla sonreír todos los días hasta que muera, pues su sonrisa es medicina para mi alma enferma; si no me acepta como hombre, me conformaré con ser siempre su amigo y estar siempre a su lado. Solo quiero estar a su lado para siempre. ¡Está decidido! Me lleno de determinación, mientras me coloco la máscara y veo a mi lado que Marco también se prepara, pero en estos momentos solo tengo una cosa en mente. Quiero ver a mi dulce amada.
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