La muerte de la inocencia

1230 Words
Emilia Me levanté muy entrada la mañana, iban a dar las doce, sentía mi cuerpo totalmente adolorido, como si un camión me hubiera pasado encima, no recordaba mucho de anoche. Fue grande mi sorpresa, al ver mi vestido despedazado en el suelo, trate de recordar, pero todo estaba borroso y no muy claro en mi mente. Me percaté también, que mi linda y loca amiga no había venido en la noche o, mejor dicho, aún no aparecía, ha de ver tenido una noche muy entretenida. Iba a tomar mi celular, tratando de recordar algo, porque, aunque mi cuerpo dolía, sabía que no me habían hecho nada, mis partes privadas estaban intactas. Al arrastrarlo un papel cayó al suelo, lo recogí y leí. — Hola, preciosa sé que no sabes quién soy, por eso mejor ni me presento, te ayudé a llegar a tu casa ayer y a … Cambiarte. Eres muy impulsiva a veces, ¡pero esta vez no fue tu culpa! un compañero tuyo ayudo con eso, ¿adivina quién fue? Dejo sus iniciales, cuídate y no confíes en la gente besos. “SM”, solo imagina quien es y tendrás tu respuesta. Me levantó pensando en esas siglas, yo no estaba familiarizada con ellas, ¿quién sería? Fui a tomar una ducha, me relajó mucho, me vestí y arreglé mi cabello, tenía que ir a la universidad para la entrega de mis documentos. Sin nada en mente decido caminar, sentía mi cuerpo débil y el estómago revuelto, si tomaba el bus daría un gran espectáculo vomitando, tal vez a cualquiera que estuviera al frente. No ponía los pies en el campus, cuando vi una multitud a la entrada, me acerqué por curiosidad. Era un cartel mío, desnuda en una cama y Santiago me sujetaba. El foto montaje era impresionante, porque estaba perfecto, nadie podría decir que no era yo, ¡pero era mentira! El cartel decía, "aunque virgen, fue la peor noche, he tenido mejores" Santiago Miller había hecho esto, ahí estaban puestas las iniciales que el desconocido escribió, al no poder tenerme, por haber escapado. Dice que me di de digna, tenía que dar gracias a que él se hubiera fijado en mí. Todos empezaron a reírse de mí y a gritar groserías e insultos burlándose, salí corriendo, pero a todas partes que iba me miraban mal y hablaban pestes de mi cuando pasaba a su lado. Unas chicas me atraparon y golpearon por ser tan descarada y desvergonzada me dijeron. — ¿Cómo te atreves a querer meterte entre las sabanas de nuestro Ídolo? él merece lo mejor, no una estúpida como tú —me seguían golpeando. Me golpearon hasta cansarse y quede tirada en medio del campus, llorando amargamente por algo que no había hecho, ¡maldito Santiago! ¿por qué me había hecho esto?, si yo nunca me metí con él o con nadie, ni lo conocía. Pero mi error fue pensar que todo acaba ahí, y esto ni siquiera empezaba, había panfletos regados por todas partes, el diario de la universidad había escrito su “desliz” y en redes estaba la golpisa que me habían propinado. Sentada en mi cama veía cada noticia, sin apartar mi mirada perdida de la pantalla. Todo se había terminado y de la peor forma, no me quedaba reputación y lo peor era que mi padre estaría furioso. Y mi amiga aún no aparecía, estaba preocupada por ella, pero mi dolor era más fuerte, intente llamarla, pero ella no respondía. Me cansó y traté de dormir mi cansancio físico y mental era demasiado, en ese instante la puerta se abrió y dejó ver a las personas que entraban y me sorprendió (jamas lo hubiera imaginado) Charlotte, mi mejor amiga, mi hermana, mi todo y el estúpido de Santiago haciéndole el amor desde la entrada, la tenía apegada a la pared desvistiéndola y embistiéndola muy fuerte, de ella no podía creerlo. Me estaba volviendo loca, iba a correr a apartar a mi amiga de ese monstruo, pero lo que vi me hizo quedarse quieta y helada, clavada en el suelo. Mi amiga me miraba y se reía de mí, con una sonrisa de victoria y satisfacción. Me di la vuelta y me metí a mi cuarto tapándome los oídos para no escuchar nada, no podía creer que mi amiga me hubiera hecho esto. Llore amargamente, desconsolado y vacía, mi corazón estaba destrozado hecho pedazos de nuevo, por alguien a quien ame mucho, llore tanto que el cansancio me venció y me dormí. Abrí los ojos cuando ya estaba oscuro afuera, los sentía pesados y me ardían. Me senté en la cama con la mente en blanco, comencé a recoger mis pertenencias, ¡tenía que irme no podía quedarme!, eso me causaría más daño, estaba distraída arreglando mis cosas, que no me percate de la persona que entro en mi habitación. Charlotte Eso huye como las ratas lo hacen, ¿es lo único que sabes hacer verdad? Esconder el rabo entre las piernas y correr, no te defiendes, ni sacas las garras. No sé cómo pude ser tu amiga por tanto tiempo, una estúpida e insípida como tú, una simplona que jamás pudo ligar con nadie. Te cuento, yo no sabía lo que esos chicos querían hacer, pero me lo imagine. Por eso desaparecí, aunque te comento, si me sentí culpable cuando Kelvin me contó que te habían drogado "fue una pena" que ni así Santiago ayudara a romper tu celibato y sigas siendo la mosquita muerta de siempre. Pero bueno, aunque no lo creas las fotos son reales, yo se las di a Santiago y solo le hizo foto montaje, él me encantaba, se ofreció darme una noche placentera y muy larga si le ayudaba, así que ni siquiera lo pensé y lo hice. —¿Por qué Charlotte? Siempre fuiste como una hermana para mí, sabías todo de mi vida, no entiendo— me dijo Emilia entre lágrimas. Asss ya, ya deja de llorar, porque preguntas, siempre haciéndote la sufrida ¿por qué tu mamá te dejo? Y eso que, deberías haberte dado cuenta de quien eras hija, tu papá podría mover el mundo con un dedo y tú siempre siendo lamentable, lo tenías todo y yo nada, eso no es suficiente. —¡Tenías lo que yo no! — me dijo Emilia ¿Qué? ¡una familia! te la regalo a mí no me sirve, el dinero lo es todo y ellos no lo tienen o porque crees que yo no los visito, no los llamo o voy, no me interesan ellos me avergüenzan. Emilia se levantó y me dio una fuerte cachetada —No vuelvas a decir eso —me dijo seria. Me sorprendió, nunca me imaginé que Emilia se defendiera o defendiera a mis padres. Pero ya nada importaba al fin me libraba de esta insípida y estúpida mujer. Emilia No te rebajes más Charlotte, déjame decirte una última cosa antes de irme — me reí sarcástica. Recuerda muy bien este día por siempre —¿Por qué? Este día mataste a la inocente Emilia y nació otra que después conocerás, solo espera un poco y lo veraz. Sin más salí de ese departamento sin dirección alguna, solo quería que el viento soplara en mi cara y enfriara mi corazón, se llevara mis lágrimas y aplacara el dolor, pero nada de eso pasaría.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD