Sucesos inesperados

1317 Words
Emilia Salimos del departamento, hermosas,divas, como decía Charlotte. Me sentía muy rara, era la primera vez que me vestía así y más con tacos, definitivamente esa no era yo, la incomodidad me mataba. Pero mi loca amiga me había dicho que hoy era mi día, ligaba porque ligaba, ¡mi virginidad tenía que decir adiós! Entramos a la fiesta de graduación, todos nos miraron fascinados, sin saber quiénes éramos. Yo llevaba un vestido n***o de encaje sin mangas, con un escote en la espalda que me hizo ver sexy y elegante. Charlotte llevaba un vestido color champán,con escote en el centro del pecho y en la espalda, corto muy entallado, hacía lucir su cuerpo de reloj de arena y su piel algo bronceada de todo el sol que tomo para venir a la fiesta. Me sentía fuera de lugar e incómoda, pero Charlotte estaba disfrutando de todo, bailaba sensual y sin ningún pudor, a ella le había ido mejor este último año, tenía más “amigos” o revolcones como ella decía. —"No es nada malo tener amigos así, yo todo lo hago por amor al arte" —siempre decía la desbocada que tenía por amiga. Seguía mirándola desde la estación de bebidas muy divertida, Charlotte me miraba y me guiñaba un ojo o me tiraba un beso, haciéndome reír. Tanto era mi distracción viendo a mi loca amiga, que nunca me percate que me cambiaron la bebida. —Santiago Miller era el más popular en toda la universidad. Por decirlo así, había estado con cada una de las chicas del campus, solo se le había escapado esta "preciosura" como me decía él. Me quería en su cama jadeando y aprisionada bajo él y nunca pudo lograrlo, eso lo tenía frustrado, pensó que esta sería una buena oportunidad, ya que tenía toda la noche vigilándome, hoy era su último día y no podía perderse esta oportunidad. ¡Qué tono era! Con la ayuda de sus compañeros tapo la visión de Charlotte, sabía que me protegía mucho y no dudaría en arrancarle los ojos. Santiago — Emilia —Hola preciosa, porque tan sola. —Puse los ojos en blanco, ¿por qué no eran más originales? Siempre con la típica pregunta tonta y ya pasada de moda. Hola que tal ¿te conozco? —No, pero yo sí, aunque dudo que no lo hagas, todos en la universidad me conocen. —Está bien, pero en serio no sé quién eres. —Me dio un poco de ira, pero no lo refleje, como esta mujercita decía no conocerme ¿era en serio? yo era lo mejor que había en la universidad. Ok está bien, me presento, Santiago Miller a tus órdenes linda. —MMM —Me sentía incómoda, él era demasiado amable, claro no podía negar que era guapo, pero nunca nadie se me acercaba, era una apuesta ¿o que diantres quería conmigo? —Bueno mi nombre es Emilia O'Connor un gusto. No creo que sea de tu tipo, tu novia te ha de estar esperando —dije con complejidad. —No, nena no tengo novia. Ah ok, tomé mi vaso de jugo y lo bebí de golpe. El río satisfecho de ver lo que hice y eso me dio un mal presentimiento. Emilia Me sentía rara, mi cuerpo empezó a calentarse y con la mirada buscaba a Charlotte, pero no la encontraba. Me imaginaba, ya mi loca amiga, debe estar por ahí con algún "amiguito" No me siento muy bien, fue un gusto conocerte adiós. Pero no pude irme, mis piernas se sintieron débiles y mi vista se tornó borrosa, mi boca estaba reseca me sentí mareada.—Santiago se acercó —¿Te sientes bien o quieres que te ayude? No quería permitirme que me fuera, era ahora o nunca, medio lo escuche decir. —No te preocupes me las arreglaré sola, dije muy seria. Santiago no dijo más, se dio la vuelta y se fue, púdrete término de decirme. Como pude llegue a la salida tambaleándome, iba a tomar un taxi, hice él pare a un carro y me subí sin pensarlo, di la dirección y me recostó en el asiento. El chofer no habló, solo condujo hasta la dirección en total silencio. No podía quedarme quieta, el roce del asiento de cuero me encendía más, el calor, la ropa me estorbaba, quería arrancármela mi respiración se hizo pesada, pequeños jadeos salían de mi boca. En ningún momento el chofer hablo, pero tenía sus ojos puestos en mí, sus labios tenían una sonrisa a medias, pero frunció el ceño, se dio cuenta de lo que me habían hecho, la droga estaba surtiendo efecto. El auto se estacionó frente al departamento, ya estaba fuera de mis cabales, solo sentía ardor en mi piel y un cosquilleo en todo el cuerpo. El hombre me cargo estilo princesa, me paso una corriente eléctrica por todo el cuerpo, las manos frías de aquel extraño solo lograron erizarme más. Aquel hombre tenía un aroma embriagador, olía maderada con menta, me hacía estremecer su aura, era imponente. "Se me hizo familiar no supe distinguirlo en mi estado" Desconocido Tome las llaves de su bolso y entramos al departamento. Coloque a la mujer en la cama, iba a dejarla y salir, pero ella me agarró del cuello, beso desenfrenada y sin control. El cuerpo de Emilia quería explotar como una salvaje, quería arrancarme la camisa, sujete sus muñecas y con mis piernas aprisione las de ella. ¿Estas seguras de esto? Pregunte, mi voz salió ronca y baja. —No, no lo estoy, pero es lo que necesito ahora. —Me contesto ella. Sus palabras fueron detonantes, me pare frente a ella, le arranque el vestido y empecé a besarla ferozmente. Sujeté de nuevo sus muñecas y las subí hasta su cabeza. Teniéndola a mi merced besé y mordí sus labios hasta la saciedad, dejando sus labios rojos y muy hinchados. La respiración de Emilia era errática, su pecho subía y bajaba a gran velocidad, besé su mejilla tratando de calmarla y hacer lo mismo yo, mi cordura estaba haciéndose añicos. La tomé en brazos nuevamente y la metí al baño, haciendo que el agua helada cayera en su cuerpo, cómo podía me controlaba, pero estaba siendo muy difícil. El cuerpo de esta mujer me hacía reaccionar, su piel nívea me estaba incitando, ¡pero no!, tenía que ser fuerte, no me aprovecharía de ella. Yo la amaba y la respetaría, pero mi cordura empezaba a flaquear, al escuchar los leves jadeos que salían de ella, cuando lavaba su cuerpo. Bese, su espalda, su cuello, acaricie sus piernas, rodee su cintura con mis brazos, la senté en la bañera conmigo, manteniéndola sujeta tratando de controlarme y no cometer una locura de la cual podría arrepentirme después. Ella se removía quería que la tomara, aunque no supiera quién era yo, su visión era demasiado borrosa. —No te muevas, no quiero hacer algo de lo que después te arrepientas, ¿por qué si empiezo, no podre terminar rápido? —le dije muy bajo cerca de su oído, tratando de contenerme. Ella escuchó mi voz, se le hacía conocida, pero tan perdida como estaba no sabía de donde lo hacía, se quedó muy quieta sin moverse ni un centímetro. Me relajé un poco y al parecer ella también, al cabo de un rato escuché una respiración muy lenta y suave, se había quedado dormida en mis brazos, eso me gusto, pero también me dio ira. Ese estúpido de Santiago Miller ¿que se pensaba? La saque de la tina, sequé y vestí su cuerpo, la acosté, hice una nota que deje encima de la mesa de noche, le di un beso en su frente y me fui, en parte había sido mi mejor noche, recordaría esto por siempre, pero también me cobraría en algún momento la cobardía de ese maldito, eso era seguro.
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