Emilia
Mi papá y tío obedecieron a lo que su niña pedía, pero nada les impedía protegerla y mover una que otra pieza, sería una ilusa, si pensara que no harían nada.
Paso el tiempo muy rápido, dos semanas pasaron volando, nadie sabía dónde me había metido, ni Charlotte, aunque a mí poco me importaba, solo me sorprendió que él no viniera ni un momento, a ver como estaba.
Me disponía a subir al avión, mi padre y tío me llevaron al aeropuerto, nadie pudo quitarles esa idea de la cabeza, con pesar, pero sabían que lo necesitaba, necesitaba alejarme de todo y de todos para poder sanar y crecer.
Pasaron los años muy rápido y de la inocente y desgarbada Emilia solo quedaba el nombre, era un vago recuerdo en la mente de las personas que pronto me olvidaron y era lo que queria
Baje del avión con elegancia, mi vuelo era una sorpresa, aun nadie lo sabía, ventajas de tener avión y pista de aterrizaje privada.
Salí del andén y me subí a un auto, que ya esperaba por mí, si todo estaba a mi alcance cuando quisiera.
Suspire cansada, el vuelo fue largo y agotador.
Mientras miraba pasar a prisa el entorno, recordé el año en que me fui, el año que decidí que todo cambiaria y nadie podía volver a burlarse ni pisotearme nunca más.
En todos estos años fuera de mi país y lejos de mis seres queridos, aprendí a ser independiente, fría y calculadora, no me rodea mucha gente y no confió en casi nadie. He trabajo duro para convertirme en quien soy ahora y nadie está por encima de mí, rio complacida de mis pensamientos.
Muchos hombres me pretenden ahora, son como tiburones acechando ¡pobres ilusos! antes solo querían pisotearme o aprovecharse de mí, que patéticos son ahora.
Salgo de mis pensamientos al oír la voz del chofer.
—Llegamos señorita O'Connor.
Sonrió feliz y complacida, todo estaba igual, nada cambio en mi ausencia, el hermoso jardín que cuidaba tanto, el pequeño parque que mi padre me construyo, muy complacida, camino a la entrada es obvio que mi padre estará en casa, ya pasan de las ocho de la noche.
Me abro paso por los pasillos hasta llegar a su estudio y sin tocar entro y encuentro esa imagen que tanto había extrañado, sentado en su escritorio con sus gafas de lectura y un papel en sus manos.
—Porque no tocaste antes de entrar, lo principal son los modales— dice mi padre sin alzar la mirada.
No conteste y seguí avanzando hasta quedar frente a él, al no obtener respuesta alza su mirada y al verme se queda sin palabras.
Sin palabras señor O'Connor, quien pensaría que usted pueda quedarse así, dije sonriéndole.
—¡Hija! ¡mi pequeña!
Salió muy rápido de su cómoda silla y me abrazo muy fuerte, como tanto había extrañado.
—¿Por qué no me avisaste que venías? dijo bajito dándome un beso en mi cabeza.
Si avisaba que venía, no sería una sorpresa, le dije y mi padre rio, una calidez se acomodó en mi pecho como hacía tiempo no sentía.
Dylan
Hace mucho no te escuchaba reírte así, dije entrando metido de cabeza en el celular, aún no podía despegarme de mi trabajo.
—¡Hay cosa porque estar feliz! dijo Roger aun riendo.
En serio dije, poniendo una mano en mi cintura y levante poco a poco la mirada encontrando una bella sorpresa.
¡Nena! grite y pegue un brinco hacia ella, arrancándola de los brazos de Roger, que bufo al sentir sus brazos vacíos.
—Tío te extrañé un mundo
Mi pequeña porque no me dijiste nada, hubiera ido a recogerte y dejar solo a este viejo amargado ya nadie lo aguanta, ¿creo que entro en la andropausia? O algo asi
—Dylan mi buen amigo, ¿pensé que te habías ido?
Dijo acercándose poco a poco y depositando una mano en mi hombro, apretando el agarre.
Duele maldito loco, la nena es tan tuya como mía, deja de molestarnos que pensabas que no iba a enterarme, la querías solo para ti.
—Es obvio es mi hija, dijo muy risueño.
Claro, pero también es mi sobrina dije socarrón y eso no puedes negarlo.
Emilia - Roger
Estaba en medio de ellos riendo y siendo aplastada y asfixiada.
Recuerden estoy aquí y dejen de discutir saben que los amo a los dos, dije depositando un beso en cada mejilla, logrando así apartarlos y recobrar el aire que necesitaban mis pulmones.
¡Nada ha cambiado, siguen discutiendo como dos niños!
—Bueno tesoro - ¿dime como estuvo tu viaje?
Espectacular contesto
—¿Qué pregunta estúpida haces Roger?, la nena tiene avión privado, obvio que es confortable.
Obvio nada menos para la princesa, dije.
—Nada de princesa dijo mi padre, eres una reina.
Claro que si afirma mi tío.
No, aún vengo por el reinado, pero ahora si a quedarme, y cobrar ciertas cuentas pendientes.
Los llevé a tomar asiento y serví tres copas de vino. Las entregué a mi tío y padre.
Pongámonos al día, hablamos de cosas triviales, hasta que una señora del servicio aviso que la cena estaba la lista.
Comimos muy animados hablando y riendo recordando viejos y buenos tiempos. Termino la cena y mi tío Dylan tuvo que irse y solo quedamos papá y yo.
—¿Dime hija porque has regresado?, tu plazo aún no se ha cumplido, el que estableciste claro está.
Lo se papá, lo tomo del brazo y lo dirijo a la sal de estar. Hice todo, tanto como lo había planeado, me tomo menos tiempo del que pensé.
—Mm, ¿pero eso no es todo verdad?
Me conoces también papá, lo abrazo muy fuerte por el cuello. ¿Recuerdas las industrias, propiedad de los Miller?
Si claro somos inversionistas de ellos. Pues dejaremos de serlo, ahora seremos dueños, comento.
— ¿Qué estás pensando Emilia?
Saco mi celular y le enseño a mi padre unos documentos que tenía guardados. Hace poco hicimos el lanzamiento de nuevos productos y todos nuestros aliados también tendrían un margen de ganancias al promoverlo, si lo sabré yo, que soy la que hago las juntas.
—Es obvio eres la Ceo, deberías saberlo.
Estoy de acuerdo, la semana pasada tomé la iniciativa de hacer un sondeo de marketing y una auditoria para saber con qué empresas nos beneficiamos más y con cuáles no.
Para mi sorpresa ha estado al punto de la quiebra si no fuera por nosotros, así que he decidido comprarla.
—Aja, dijo mi papá, ¿ahora dime el verdadero motivo?
Me puso muy seria esta vez. ¿Sabes quién es el Ceo de esa empresa?
Por supuesto: Santiago Miller, el hijo mayor de ellos, contesto mi papá.
Papá te pregunté, si sabes quién es el b-a-s-t-a-r-d-o dije deletreando.
—¡A veces das miedo bebe!
Se rascó la cabeza tratando de recordar, hasta que su mente hizo clic y recordó.
—¿Cuándo piensas visitarlos?
¡Oh! No papá todo a su tiempo, primero lo primero, tú y mi tío se irán de crucero, conocerán bellas mujeres y tendrás noches de interminable lujuria, comente alzando las cejas.
rio a carcajadas por mis ocurrencias.
—Emilia tu tío y yo, aún no pensamos desamparar a nuestros críos, son nuestra debilidad, Thomas y tú son la prioridad nuestra, me dijo acariciando mi mejilla.
Sonreí Lo se papá, por eso lo vamos a hacer ahora nosotros, ustedes han cuidado mucho de nuestro bienestar, ahora nos toca a nosotros, además Thomas y yo sabemos defendernos muy bien, trabajaremos como tú y mi tío lo han hecho y nos enseñaron.
—¡No estoy muy convencido!
Señor Roger O'Connor, no es pregunta, se van pasado mañana en un crucero por 120 días entendió, es una orden superior, dije guiñándole un ojo.
—Como diga mi comandante, mañana iremos a la empresa, para hacer la sucesión
Thomas y mi tío también irán, en este momento él debe de estarle comentando lo que te dije a ti y eso es más difícil conociendo a mi tío.
—Dylan no aceptará muy complacido, ¿sabes lo adicto al trabajo que es?
Lo se, Thomas lo tiene todo resuelto, no te preocupes
—¿Y tú como sabes eso?
Thomas y yo hablamos siempre, así me entero de cómo se exceden ustedes, al no estar yo aquí para controlarlos. Bueno papá me retiro estoy cansada del viaje, te quiero le di un beso en la mejilla y subí a mi habitación.
Me recosté en mi cama. ¡Mañana será un gran día!