—Me gustaría cabalgar por toda la costa esta tarde, si no tiene inconveniente, Ruckley— dijo Lord Chard, mientras ambos tomaban un almuerzo ligero media hora después del mediodía. Hugh levantó la vista con rapidez y Laura advirtió el temor que asomaba a sus ojos. —No hay mucho que ver..., sólo dunas de arena— dijo con voz grave—, Su Señoría encontraría más interesante el panorama en cualquiera otra dirección. —Estoy también ansioso de ver el pueblo— dijo Lord Chard con suavidad, como si Hugh no hubiera hablado—, me han dicho que se jacta de tener una posada que fue en una época lugar muy favorecido por los caballeros... del camino. Laura contuvo la respiración. Sabía que la pausa antes de las dos últimas palabras había sido intencionada. —No puedo imaginarme de dónde saca usted tan a