—No quiero volver a ese inferno Sam, no quiero que me odies. —La abraza, estaba claro que no quería ser su amigo con derecho, quería ser su novio, pero ella no quería estar con él, así Alessandro estaría cualquier decisión solo para estar con ella, Sam mandaba en su vida, si decidía no ser novios, no lo obligaría pero aceptaría la pequeña opción de estar a su lado.
—¿Por qué lo haría? No tengo porque odiarte, odiar es un sentimiento y yo… —Hace una pausa para respirar, lo que iba a decir también le dolía—. Yo jamás y nuca sentiré algo por ti, estamos hechos solo para tener sexo y quedarnos con eso es mejor, ¿No? Así no estás obligado a confiar en mi o reprocharme, no tengamos compromisos con el otro, tenerlos sería una pérdida de tiempo, somos libres de hacer lo que deseamos. —Alessandro maldice por no hacerla entender.
—Sam, lo siento, de verdad te iba a contar. —Ella alza sus hombros sin importarle.
—Da igual, esto es para que aprendas que un «Perdón» no se solucionan las cosas, siempre debes ir con la verdad, así se inician las relaciones. —Mira a Lourdes y a Agustín—. Se pueden ir. —Da media sonrisa y ellos se van incomodos, esto había sido muy dramático.
—Está bien. —La suelta—. Cumpliré tu petición pero eso no cambia que te amé, no me importa si me quieres como amigo con derecho, serás mi única chica, para ti seré un chico más y para mi tu eres el amor de mi vida, mi esposa, te demostrare que te amo, no me alejare de ti, mientras tú te estés acostando con otros por tu libertad de hacer lo que se te dé la gana, yo estaré en casa esperando a mi chica que tanto amo con detalles que tanto les gusta. —Ella se ríe.
—Suerte con ello. —Estaba siendo muy cruda pero, se lo merecía.
Alessandro camina hacia unos banquitos y se sienta, apoya la cara en sus manos y los codos en las rodillas, sentía que se volvería loco por lo que acaba de aceptar. Quería disculparse miles de veces pero no sería perdonado, se sentía mal, sentía que nunca hacia nada bien, solo sabe meter la pata, Sam estaba siendo muy dura con él pero sabrá ella el por qué lo hace. Él se secaba las lágrimas en aquel banquito, Sam se le parte el corazón, jamás lo había visto así pero ella sigue ciega, se sienta a su lado pero no hace nada más, quería hacerse la fuerte.
—¿Por qué deseas ser mi amiga con derecho de nuevo? Está bien si solo quedamos como amigos —logra decir al fin pero no la mira, ella suspira.
—Yo te complací a ti, ¿No puedes hacer lo mismo por mí? Además, como amiga ni como novia sirvo para ti, tu solo piensas en sexo, simplemente es lo único que te puedo ofrecer, así estamos mejor, se evitar dolores porque no tendríamos derecho al otro. —Muerde su labio y cierra sus ojos con fuerza, estaba loca.
—Ok, entonces, ¿Quieres que olvidemos todo y empecemos de nuevo como amigos con derecho? —La ve y ella asiente, él mira a otro lado odiándose.
—¿Yo nunca te importe? —pregunta mirando sus manos.
—¡Joder! Te estoy diciendo que te amo, pero no tomas nada de lo que digo en cuenta, ¿Para qué responder? Si no me creerás, pero si, los amigos con derecho se importan. —Ahora él quería herirla, solo por este momento, luego sabía que se arrepentiría pero, estaba molesto, no podía ni actuar con cabeza sana.
—Si te importara, no me estuvieras diciendo mentiras.
—¡Mierda! ¡Lo siento! No quise lastimarte, no quise herirte, eres la persona que más amo en el universo Sam y hacerte daño, me duele pero, más me duele que no estés conmigo sabiendo que me amas. —Vuelve a mirarla.
—Yo no te amo —corrige.
—Eso se siente Sam, no puedes mentirme pero haz lo que quieras. —Entrelaza sus dedos y los observa, no sabe si darle de su propio chocolate y reaccione, o simplemente amarla y reconquistarla.
—Bueno… Sobre tu venganza, no tenías que hacerlo, Dios los iba a poner en su lugar. —Alessandro no está de acuerdo pero tampoco protestaría.
—¿Aún dormirás en la casa? Porque es nuestra casa Sam. —Él sentía que ella se había vuelto loca.
—¡Claro! Así podemos coger en cada rincón de la casa. —Alessandro rueda sus ojos y suspira.
—De acuerdo. —Ella se levanta.
—Iré a bailar un rato, ¿Vienes? —La ve y tuerce sus labios.
—ve tú, luego te alcanzo, aún necesito aire fresco, ella asiente y se va.
Ella fue a «Divertirse», mientras que Alessandro se queda pensando como tomar esta situación, ¿Debía creerle a ella o a su corazón? Ella dice que no lo ama, y si es verdad, lo aceptaría e igual estaría cerca de ella, pero su corazón dice que ella lo ama simplemente que por enojo actuó sin pensar, y de igual forma no se alejaría de ella, solo que en la primera opción podría existir la posibilidad de ya no quererla, obligarse a olvidarse ella, errar sus sentimientos para que no haya conflictos y aunque sea estar como su amigo con derecho. Los papeles se han invertido y es duro, doloroso, y tal vez debería aceptarlo, rendirse en este amor tan complicado, sus cuerpos no paran de ser deseados pero a la vez se entristecen que solo así puedan funcionar.
Samantha bailaba sola mientras que Alessandro ahogaba sus penas en alcohol, se siente un idiota, cosas que hizo en el pasado le están afectando en el presente, pero, ¿Cómo hará? No podía volver y solucionar las cosas. Él se voltea para recibir otro trago y cuando vuelve su mirada al amor de su vida, su corazón vuelve a ser aplastado, ella bailaba muy feliz con dos chicos, Alessandro sentía celos pero no tenía derecho a reclamar, ella quería ser libre de hacer lo que desea, él se bebe la última copa y se va a la pista de baile, una chica toma su brazo y comienza a bailar con Alessandro, él acepto pero su atención estaba en Samantha, estaba preocupado de perderla y que se enamore de otro, Sam sin más que inventar comienza a besarse con aquellos extraños. Alessandro estaba que le hervía la sangre de furia, podía imaginarse a esos haciendo un trío y eso podría darle no solo enojo, sino también asco, él no aguanta sus celos y se acerca a Sam ignorando a todos, le toca el hombro a uno de los chicos y este se voltea.
—¡Aléjate de mi novia o habrá consecuencias! —dice en su oído, el chico asiente asustado y se lleva a su otro amigo. Alessandro ve a Sam sonriendo y esta lo ve extraño.
—¿Qué les dijiste? —Deja de bailar y se cruza de brazos.
—Solo que alguien los estaba llamando. —Ella entre cierra sus examinándolo.
—Es eso o, ¿Estas celoso? —Él la toma por la cintura y la ajusta a él.
—No estoy celoso, para nada. —Inclina su rostro y acaricia su piel con su nariz.
—Entonces déjame bailar con otros chicos, recuerda que soy libre. —Gira su cabeza para evitar un beso y él lo aprovecha para encantar su cuello.
—Ya te dije que los estaban llamando, además, ya nos tenemos que ir. —Deposita un beso tierno en su cuello.
—¡No quiero irme! ¡Tú no me mandas! —Se molesta un poco.
—Te vas conmigo o te vas en taxi, tú decides. —Muerde levemente y ella voltea para verse haciendo que él dejara su cuello.
—¿Me estás amenazando? —Arquea una ceja.
—No, solo es un aviso de que si no vienes conmigo, te iras en taxi. —Ella coloca las manos en su pecho.
—Es una amenaza, y en vez de amenazarme, deberías cogerte a la chica que no para de mirarte desde hace rato, no pierdas tu tiempo celándome. —Él voltea para ver a la chica de la que Sam estaba hablando y este la miro con disgusto, su atención vuelve a ser Samantha.