Capitulo quinto.

3464 Words
Honestamente estoy asustada, esto me abruma, la cena, la habitación del hotel tan decorada, las flores rojas, las copas de champagne, todo es tan impresionante, y sé que quiere hacerlo especial, me lo ha dicho muchas veces, pero aun así me ha dicho que si quiero parar puedo hacerlo, pero en este momento hay una cosa de la que estoy segura, quiero seguir. Aún estoy con el abrigo puesto cuando coloca algo de música, es una canción suave, para luego tenderme la mano acercándome a él, me da un beso suave en los labios mientras bailamos lento con nuestros cuerpos pegados, uno junto al otro, poco a poco sus manos empiezan a pasar por mi cuerpo, me quita el abrigo para dejarlo sobre una silla, para luego entrelazar nuestros dedos de la mano izquierda y seguir bailando, su mano derecha está pegada a mi cintura, me vuelve a besar, con besos suaves, pequeños, sentidos al tiempo que su mano pasa suave por mis brazos descubiertos, es un toque suave, pero me hace sentir tanto que me parece increíble que apenas pase las yemas de sus dedos sobre mi piel. Deshago el agarre de nuestros dedos para quitarle el saco, él me ayuda a quitárselo y lo acomodo junto al mío, para luego soltar la corbata, seguimos bailando pegados, uno junto al otro para quitarme los tacones, él me imita quedando en medias, nuestros cuerpos como si tuvieran una especie de imán vuelven a pegarse. La música sigue sonando, ahora nuestros besos son más apasionados y un calor extraño recorre mi cuerpo, no sé porque, pero estiro mi mano para ir soltando los botones de su camisa, él sonríe de medio lado para darme un beso en mis manos, no opone resistencia y permite que yo quite su camisa para pasar por primera vez mis dedos sobre su piel desnuda, y me sorprende lo fuerte que es, sus abdominales, sus brazos. Me señala su mano para pedirme permiso para bajar mi cremallera, asiento, mientras él desliza el vestido sobre mi piel quedando en ropa interior frente a él, y contrario a lo que pensé no tengo pena de mi cuerpo, dejó que lo recorra y me bese, al tiempo que de alguna forma seguimos bailando, lo curioso es que no hemos dicho ni una palabra y nuestros cuerpos se entienden a la perfección, saben lo que quieren, lo que buscan, lo que desean. Nuestros cuerpos se siguen moviendo al compás de la música mientras que Oliver me acerca con cuidado a la cama, hasta dejarme caer, en ese momento es como si algo en el ambiente hubiese cambiado, me dejo llevar por sus besos ahora más exigentes, más apasionados, hasta recostarme en la cama, quiero quitarle el pantalón, pero no me atrevo a hacerlo, algo me lo impide, para ser él quien rompe el silencio. — Emma, te faltó algo por quitar… - dice señalando su pantalón. — Lo sé, pero… — Cuando estés lista. Tiendo mi mano hasta su cintura, suelto el cinturón y luego el botón de su pantalón, para este caer de su cuerpo, quedando los dos en ropa interior. Cierro los ojos mientras me besa, mientras recorre mi cuerpo con sus manos me desnuda, me recorre con su boca, con su piel. Estiro mi mano y lo tocó, él se queda quieto recibiendo mi tacto, permite que sea yo quien ahora recorra su cuerpo, que lo toque y lo explore, su mirada es cálida y apasionada, es una combinación extraña, pero aun así nos tomamos el tiempo de vernos desnudos por primera vez. La excitación empieza a hacerse presente entre nosotros dos, cada momento que pasa el calor se apodera de nuestros cuerpos, quiero más de él, y sé que él quiere más de mí, me dejo llevar, sin embargo, hay algo molestando, algo que no me deja disfrutar el momento tal como debería, sé que Oliver está tomándose el tiempo para que yo me sienta segura, para que lo disfrute, pero una pregunta que termino haciendo en voz alta me asalta una y otra vez. — ¿Me va a doler? — Según leí en internet no debería si estás relajada y lista… ¿lo estas? porque de lo contrario solo cuando tú quieras, tengo toda la noche. — Creo que, si estoy relajada, aunque tengo algo de miedo. — Yo estoy contigo Emma, si quieres parar solo pídemelo. Asiento mientras cierro los ojos, dejó que él sea quien marque el ritmo del momento, tal vez tenga yo la oportunidad después, sus manos pasan por mi cuerpo, su lengua me hace sentir cosas inexplicables, una sensación de hormigueo me recorre, estoy húmeda, lo siento en mis piernas, en mi cuerpo, para luego acomodarse en la mitad de mis piernas, me besa al tiempo que me penetra por primera vez, es una sensación incómoda, es algo extraño, pero aun así quiero seguir, se queda como esperando algo, así que alzó un poco mi cadera para invitarlo a continuar, invitación que acepta gustoso, veo sus ojos cargados de lujuria y pasión al tiempo que me penetra, y tiene razón, no es doloroso como yo creía, tal vez sí un poco incómodo, tal vez porque es la primera vez, sin embargo, la oleada de sensaciones que recorren mi cuerpo compensa ese momento. Cuando terminamos me acomodo desnuda junto a él, permito que me abrace y me cobije con su cuerpo, mientras me da besos suaves por la cara y su mano libre me acaricia. — ¿Estas bien Amor? — Si, solo que... digamos que fue un poco extraño. — ¿Qué fue extraño? — Tenerte dentro de mí, sentirte de esa manera, el calor que me recorría… — Me alegro que lo disfrutara, ese era mi mayor temor, que no te gustara o hacerte daño, me instruí por internet antes. — ¿Estás hablando en serio? — Totalmente, no tenía ni un conocimiento de cómo hacerlo con alguien, ya sabes, por primera vez… y quería que fuese un momento único y especial, no como mi primera vez. — ¿Cómo fue tu primera vez? — Fue en el colegio, con una compañera de un curso superior escondidos en un baño, ella juraba que ya lo había hecho antes y yo no me tome el tiempo de desmentir, así que en resumen fue horroroso, eso sin contar que dejamos el condón usado en una caneca, un profesor se dio cuenta y armaron alboroto, afortunadamente nunca se dieron cuenta que fui yo. — ¿Qué locura? — digo riendo. — Siempre fueron así mis relaciones, hasta que llegaste tú, y me he tomado el tiempo de parar, de vivir cada momento, de esperar, de disfrutar y no me arrepiento nada. Me quedo en silencio meditando sus palabras, me sorprende todo lo que me cuenta, pero lo que más me sorprende es lo mucho que me gusto estar con él, lo rico que se sintió tocar su piel, estar juntos, ser uno solo, aunque sea por unos instantes. Para luego repetir. — ¿Pasamos la noche aquí o te llevo a casa? – pregunta medio adormilado — No sé, me gustaría pasar la noche contigo, pero no sé qué digan mis padres. — Como quieras Emma, solo dime ya antes que me duerma. — Sabes que, pasemos la noche aquí, pero no creo que mañana alcancemos a llegar donde tus amigos. — Por eso no te preocupes. Me da un beso para luego abrazarme a la cintura y sin más cae profundamente dormido, y estoy tan bien en sus brazos, durmiendo desnuda por primera vez junto a un hombre que me sorprende que sea yo quien esté aquí. A la mañana siguiente nos tomamos el tiempo en despertarnos, y llevarme a casa, para mi sorpresa mi madre nos está esperando con desayuno. No puedo creer todo lo que sucedió, mi mente repasa una y otra vez los eventos vividos, al punto que mi madre me ha estado hablando y no escuche nada, hasta que me toca en la mano para obligarme a volver a la realidad, para descubrirme con el tenedor servido de comida a medio camino hacia mi boca, me tengo que ver muy chistosa. — Hija, Oliver te esta hablando… — Perdón – digo apresurándome a bajar el tenedor - ¿Qué me decían? — Te preguntaba si me acompañabas a donde mis amigos, o si preferías descansar, tus padres me dijeron que tú decides. — Yo te acompaño – respondo sonriente – pero deseo volver temprano a casa, mañana tengo que madrugar para ir a clases. — No te preocupes, yo también, igual la próxima semana empezamos los finales y creo que nos veríamos poco. — Si, es cierto, yo te acompaño – digo sonriente. — Perfecto en una hora paso por ti – se acerca a darme un beso para despedirse. Me apuro en terminar de comer ante la mirada de mis padres, quienes me miran de forma extraña, como si supieran que anoche perdí la virginidad, o tal vez es idea mía al saber lo que sucedió en esa habitación de hotel. Para luego subir corriendo a mi habitación a bañarme y vestirme, solo tengo una hora para estar lista, cuando mi madre entra a la habitación sentándose en la cama, me observa como termino de vestirme. — Hija, ¿Cómo te fue anoche? lo ultimo que supe de ti, fue que me escribiste que estabas con Oliver cenando. — Perdón mamá, se me olvido escribirte… - digo triste. — Para la próxima vez envíame, aunque sea un mensaje que diga que estas bien, que vas a pasar fuera, tu padre y yo estábamos preocupados, en especial porque no me respondiste ni uno de los mensajes… — ¿Me escribiste? — Muchos mensajes, toda la noche. — Perdóname mamá, no los vi, estaba ocupada… — dejo las palabras en el aire. Me apresuro a buscar el celular en mi bolso para encontrarlo descargado, así que aprovecho para ponerle algo de carga mientras mi madre me mira de una forma extraña. — ¿Qué paso anoche con Oliver? ¿que hizo que no vieras el celular y estuvieras toda la mañana con cara de despistada? — Mamá, por favor no me hagas contarte – respondo evadiendo su mirada – en verdad no sé cómo contarte lo que paso… — Hija, ¿a dónde fueron después de cenar? — A un hotel… - digo en un suave susurro. — Hija… - camina hasta donde estoy me da un abrazo, no dice más. Cuando se separa se de mi limpia su cara con disimulo, da media vuelta y sale de la habitación. Una sensación extraña me invade, una parte de mi se siente culpable, la otra sabe que no hizo nada malo, pero aun así sigo vistiéndome, cuando mi madre vuelve a entrar a la habitación. y como si hubiese leído mis pensamientos se acerca a darme un abrazo. — Hija, no hiciste nada malo, solo estas viviendo tu edad y ahora termina de vestirse en cualquier momento llega Oliver por ti. Y como si las palabras de mi madre fuesen un tipo de vaticinio a los pocos minutos escucho el sonido del auto parqueándose fuera para luego sonar el timbre, me hecho un vistazo rápido en el espejo por ultima vez, llevo un jean azul claro, una blusa blanca y una chaqueta para mas tarde, el cabello suelto y solo un poco de maquillaje. Para luego bajar las escaleras. Y como siempre mi padre está hablando con él sobre autos, y por algún motivo terminamos los tres en el auto dirigiéndonos a la pista y en su auto lleva anclada una plataforma con una moto. Es un viaje en auto un tanto diferente a lo que estoy acostumbrada, yo voy en el asiento de copiloto, y por momento Oliver entrelaza sus dedos con los míos y me mira de forma linda, sin embargo, la mayor parte del tiempo pasa hablando con mi padre sobre la moto, quien va mas emocionado que de costumbre. — Hija, cuando era joven yo tuve una moto, pero mi madre me hizo venderla, siempre me gusto la velocidad… — Papá, no sabía eso, ¿Qué te hizo cambiar tanto? — No era bien visto muchas cosas en esa época hija y ceñí a las reglas de la familia, en especial cuando mi padre falleció y debí asumir el negocio de la familia a tu edad. Me quedo en silencio pensando en sus palabras, para Oliver salvar mi silencio. — Y si viera como corre mi Ducati Panigale V4, a la que estoy pensando bautizarla como su hija. — ¿Por qué mi nombre? – pregunto en un susurro y Oliver aprovechando el semáforo y que mi padre mira a otro lado para susurrarme al oído. — Por todo lo que me haces sentir. Y en definitiva siento como todo mi cuerpo hierve, así que me quedo en silencio, eso sin contar que mi padre esta en los asientos de atrás, pudo haber escuchado algo, aunque esta embelesado viendo la moto que transportamos. Cuando llegamos a la pista el primero en bajar es mi padre, Oliver se acerca me da un beso de esos que solo él me puede dar, para luego bajase a abrir mi puerta, tiende su mano y el solo contacto siento un corrientazo que viaja a todos los lugares, me da un beso rápido, para luego de cerrar la puerta ir donde mi padre. Observo como ellos se entretienen hablando de la moto mientras la bajan de la plataforma, para luego caminar hasta donde están sus amigos esperándolos, tiene el plan de correr un rato mientras yo observo de forma tranquila desde las gradas, o eso espero. Como de costumbre Oliver esta con sus dos mejores amigos, Felipe y Daniel, con quienes no solo se divierte, sino que comparten su pasión, la velocidad. Me despido de un beso de mi novio para luego acomodarme a un lado de las gradas mientras los veo ponerse todos sus equipos de seguridad, a mi padre le prestan uno, y uno de ellos le facilita una moto luego de darle indicaciones para su uso. Y veo como salen por la pista, realmente corren lento para lo que les gusta a ellos, sin embargo, me parece un gesto bonito de parte de ellos hacia mi padre, quien, para mi sorpresa, dos vueltas después van corriendo casi igual de rápido que los amigos de Oliver, grabo algunos videos para pasárselo después. Media hora después mi padre sube a las gradas para sentarse a mi lado, mientras los vemos ahora correr a ellos. — Emma, ¿si me viste correr? – pregunta sonriente. — Si papá, te vi corriendo – digo sonriendo - ¿te gusto? — Mucho hija, no te imaginas cuanto, esa sensación de velocidad en mi cuerpo, ufff no lo sentía hace años. — Me alegro mucho papá, si quieres puedes venir con ellos en algunas ocasiones, no creo que se enojen por ello. — No se hija, tal vez te tomo la palabra, solo que se siente raro estar con veinteañeros a mis cincuenta y tantos. — Pero aun eres joven, la edad es solo un número. — SI, eso lo sé, solo que a veces no entiendo sus chistes. — Papá, si a mi a veces me cuesta seguirles la pista a ellos y estamos de la misma edad… Ellos siempre hablan en términos que no entiendo. — Anoche estábamos un poco preocupados por ti, porque no llamaste ni te comunicaste con nosotros, ¿Qué paso? — Papá, me entretuve en otros asuntos, la verdad se me olvido escribirles… — Hija, entiendo que es tu primer novio, tu primer amor, tu primera relación, pero no olvides que nosotros nos preocupamos por ti, estamos siempre pendiente de ti. — Si, papá, prometo no volverlo a hacer… — Hija con tu madre estábamos preocupados, siempre tan ocupada estudiando, nunca salías, sin amigos, una niña hermosa totalmente sola, nos recordabas a esas princesas de los cuentos de hadas, tan solitarias y esperando que una príncipe los rescatara, hasta el día que llego Oliver, no tienes idea lo que nos preocupamos, bueno, aun nos preocupamos un poco, nos asusta que te rompan el corazón, pero igual hay cosas que tienes que vivir y no podemos evitarlo. — ¿Por qué te asusta tanto que me rompan el corazón? — Porque es una experiencia difícil y nosotros nos hemos dedicado todo el tiempo a protegerte, a diferencia de tu hermana que apenas pudo marco sus diferencias, tú siempre has preferido que nosotros te protejamos, y amamos hacerlo. — Y ahora que estoy saliendo con Oliver, ¿Qué opinas? — Me agrada, igual es un joven que esta acostumbrado a muchas cosas que no estaba seguro si podías seguirle la pista, y aquí estas, te he visto en dos meses transformarte, ahora sales a fiestas de noche, algo que nunca hacías, te vistes diferente y haces algo inusual, quedarte a dormir fuera, algo que no hiciste nunca, ni con tus amigas del colegio o universidad. No sé qué responderle, así que prefiero quedarme en silencio, para luego él continuar hablando. — Solo te voy a pedir una cosa, cuídate mucho y ya sabes, si algo no te gusta o te molesta, siempre está la opción de terminar con él, y nosotros te cuidaremos. — Si, papá… - respondo apenada. En el momento sube Oliver a las gradas, esta feliz, se acerca a mi para darme un beso y me pide que baje con él. — Emma, ¿quieres dar una vuelta conmigo? — Noooo, eso me asusta, no soy capaz de subirme a una cosa de esas. — Si, si eres capaz y lo vamos a hacer – dice sonriendo. — Vamos Emma, prueba un poco – insiste mi padre – solo no olvides el casco y Oliver corre lento por favor, es mi hija. — Si señor – dice Oliver feliz – y vamos Amor, tu padre ya dio permiso. Asustada me pondo de pie mientras él me abraza, caminamos juntos de la mano mientras tiemblo de la cabeza a los pies. — No temas hermosa, sé que te va a gustar… — Me asusta a la velocidad que corren… — Tranquila voy a ir suave, prometido, por cierto, tengo tantas ganas de estar contigo a solas nuevamente, que podría hacerte el amor aquí mismo si no hubiese gente. — Yo también – digo sonriendo – y te salió con rima. — Eso es lo que tú me haces sentir. Me da un beso mientras me tiende un casco con algunos elementos de protección, me ayuda a acomodarme en la moto, dándome una sola instrucción. — Agárrate a mi cintura. Y sin mas escucho el sonido del motor de la moto encenderse y la velocidad de ella amenazándome con hacerme caer, así que me abrazo con mas fuerza a Oliver, estoy asustada, siento que tiemblo, estamos solo los dos en la pista, sus amigos y mi padre nos observan atentamente. Para luego empezar a comprender porque le gusta tanto la sensación de la adrenalina que se libera en el cuerpo, que al final termino gritando eufórica ante la velocidad, pareciera que estoy volando pegada a su cintura. Una hora después nos encaminamos a un restaurante cercano a comer algo, cuando estamos todos en la mesa esperando nuestras ordenes Daniel lanza una pregunta que siento que me cambia el mundo. — Emma, ¿Qué le hiciste a mi amigo? eres la primera mujer que trae a correr, este es nuestro espacio sagrado. — No me hizo nada, bueno si, es la primera que se está dando la oportunidad de conocerme… — Tan romántico – dicen al unisonó sus amigos en tono de burla y mi padre se ríe. — Búrlense todo lo que quieran, los vere y me burlare, por lo menos Emma le gusta acompañarme, yo conozco a alguien a quien le prohibieron corre y muy juicioso obedeció – dice mirando a Felipe, para después todos burlarse. Como es de costumbre cada vez que nos encontramos con sus amigos no paro de reír, y para sorpresa mía, mi padre es uno mas de ellos, como si le hiciera falta estar con personas mas jóvenes, con sus amigos siempre es muy serio y apenas cuentan algunos chistes. Al volver a casa dejamos a mi padre y acompaño a Oliver a la suya que está sola, con la excusa que me va a mostrar algo del viaje. Cuando por fin nos quedamos solos le pregunto. — ¿en verdad soy la primera que te acompaña? — Si, ¿Qué te sorprende? — No sé, es que me sorprendió… — No te sorprendas mucho, que eres la primera que realmente me mueve el piso.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD