LOS ENEMIGOS DE MOON RED

1081 Words
GINGE Sin perder más tiempo me dirigí al baño para poder cambiarme, este era igual de grande que la habitación. Se notaba que Eidan y Kiron no tuvieron una vida dura en su crecimiento de niños a adultos. Me metí a la regadera y dejé que las gotas de agua cayeran sobre mi cuerpo, relajándome al instante, tratando de olvidar todo. Cuando termine salí con una toalla alrededor de mi cuerpo, dejando mi ropa sucia bien doblada en el lavamanos de granito, para posteriormente ir hacia la cama en donde había dejado Gaia el vestido junto con la ropa interior. Ella no mentía cuando dijo que sus vestidos eran llamativos, el vestido que me dio era de tirantes color verde satén con la parte baja de un corte asimétrico fruncido, en sí es hermoso, pero tuve mis dudas de si me cabría la prenda, Gaia era un poco más delgada que yo. Dejando las dudas, por un lado, tomé primero la ropa interior quitándole las etiquetas, que comprobaban que eran nuevas las piezas de lencería. Pude notar que Gaia era muy delicada a la hora de escoger ropa porque la lencería era muy atrevida. Aunque no sabía qué tipo de cosas, pudo haber pensado que pasaría cuando la compro. Negando con la cabeza me puse la ropa interior y luego el vestido que como había notado era una talla más chica que la mía, no es que me apretara mucho para no poder respirar, pero se marcaban bastante mis curvas, algo que odiaba. Me miré al espejo y lo único que vi fue a una persona extraña, odie a mi madre por un momento, ella me había obligado a venir aquí, tratando de revivir un pasado de hace muchos años... Un pasado qué ninguno de sus hijos tenía la culpa. Con esos pensamientos cerré mis ojos, tratando de alejar a mi madre de ellos y con lágrimas no derramadas traté de arreglar mi cabello desenredándolo cuando los volví abrir, pero era algo inútil, así que con un gran fastidio y una sonrisa falsa fui hacia la puerta para comprobar que Gaia y Riga estuvieran afuera todavía esperándome. —¿Estás lista? –Preguntó, Gaia, viniendo hacia mí rápidamente cuando noto que abrí la puerta. —Creo que sí, pero... –Mire mis pies descalzos tratando de darle a entender que me faltaban zapatos, ya que los anteriores se rompieron cuando huía del lobo y posteriormente de Eidan en la mañana. —Oh –Soltó al notar lo que quería decir. —No te preocupes, te daré unas zapatillas que combinarán con el vestido. –Sin que tuviera la oportunidad de decirle algo, se metió a la habitación que estaba enfrente de la mía, rápidamente. —¿Zapatillas? –Murmuré, un tanto confundida, prefería algo más cómodo que esas torturas andantes que veía ponerse a mi madre cuando era una niña. Voltee a observar a Riga, encontrándome con sus ojos divertidos. —Es una ninfa, ellas siempre se quieren ver bonitas, aunque ya lo sean –Susurró, tratando que Gaia no la escuchara. —Ya se acostumbrará mi luna. Abrí la boca para decirle algo, pero no pude porque salió Gaia con unas zapatillas transparentes en las manos, casi iguales a las que mi madre solía usar... bueno, ella usaba todo tipo de calzado que fuera sexy. —Aquí –Dijo, agachándose para ayudarme a ponerme las zapatillas. —Estás hermosa –Soltó con alegría cuando término de ponérmelas y se levantó. —Ahora si estás lista, así que... –Entrelazo su brazo con el mío y comenzó a caminar hacia las escaleras con Ragi detrás de nosotras. Me preguntaba si podría escapar de las dos chicas con las zapatillas puestas. Yo esperaba que si, pero con mi historial que tenía con ella, me dejaba en duda mis habilidades. Al llegar abajo pasamos por el camino en donde me había ido corriendo hasta que llegamos a lo que parecía una plaza llena de casas coloridas y encantadoras. —Aquí nos quedamos las ninfas. –Pronunció, Gaia, notando como miraba el lugar. —Antes vivíamos en el bosque, pero hubo un pequeño accidente cuando era bebé. —¿Accidente? –Pregunté, volteando a verla con atención. —Teníamos... Enemigos, de hecho lo seguimos teniendo, –Cada músculo de su cuerpo se tensó con cada palabra que me decía, podía percibir que le incomodaba mucho el decir lo que había pasado. —Destruyeron el hogar de las ninfas y otras manadas. —¿Entonces había más manadas aparte de esta? –Se quedó en silencio un momento antes de responderme. —... Sí, la manada Moon Red no era tan grande antes, pero se volvió así cuando un rogue y una bruja oscura empezaron a cazar a los Alphas y lunas de cada manada –Su voz adquiero un tono triste al contarme sobre las otras manadas, por un momento me arrepentí al preguntarle eso, ya que no se veía tan alegre a como lo estaba hace unos momentos en mi habitación —Solo logro sobrevivir la manada Moon Red y es a la única que querían... Mataron a muchas personas por eso. —¿Qué es un rogue y porque razón hicieron eso de destruir las manadas si solo querían a Moon Red? –Interrogue, tratando de entender todo esto sobre los lobos y sus manadas, como también el pasado de Moon Red. Aún no entendía esa fijación de lo que me contaba. ¿Por qué matar a tantas personas inocentes? —Un rogue es un lobo sin manada, mi luna, puede que ellos dejaran la manada por su propia voluntad o que fueran exiliados por algo malo que hicieron –Respondió Riga por Gaia —Yo antes era una rogue, pero ya no porque la manada Moon Red me acogió. —... Ellos querían el corazón de la luna... Es una piedra preciosa que en manos equivocadas podría destruir todo lo que conocemos. –Continuó, Gaia, respondiendo mi otra duda. —Por eso los chicos se preocupan de que te vayas a tu casa sola, ahora que todos vimos que eras la Matte de los dos, los enemigos de Moon Red podrían capturarte y acabar con la manada de un solo golpe. —Entiendo. –Lograba entender lo que Gaia quería decir, pero aun así me sentía asfixiada en un lugar que no conocía y que querían que me quedara para salvarlos de algo que no me importaba en lo más mínimo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD