GINGE

1212 Words
KIRON En cuanto me enteré de que la chica de ojos azules había despertado, no quise esperar más tiempo para ir a la habitación en la que se encontraba. - Por favor, señorita - Escuché la voz de Parisa, una pequeña ninfa qué se encontraba al servicio de la cocina - No se altere... Solo quiero que tenga algo en el estómago. - ¡Te dije que te alejes! - Trague la emoción qué sentí en mi garganta cuando escuche su hermosa voz gritar. No podía culparla, ella estaba asustada, ¿quién no lo estaría si se despertara en un lugar desconocido después de haber corrido por todo el bosque para escapar de un lobo? Llegue a la puerta y la abrí para encontrarme con una de las más graciosas escenas qué he visto en toda mi vida. La chica de ojos azules se encontraba arriba de la cama, en la esquina más alejada de Parisa qué se encontraba con una bandeja llena de comida, extendida hacia la chica, tratando de que no la golpeara con una almohada. - ¿Qué pasa aquí? - Pregunté, entrando a la habitación. En cuanto Parisa me vio, pude notar en su rostro el alivio qué tenía al verme. - Nada mi Alpha... Solo que la señorita no quiere tomar el desayuno - Explicó, pacientemente, Parisa. Camine hacia ella y tome de sus manos la bandeja. - Puedes retirarte Parisa, muchas gracias - Dije, mientras quitaba mi mirada de ella y la pasaba hacia la chica de ojos azules. Por la diosa luna, parecía que estaba mirando a un ángel, no sabía que así se sentía encontrar a tu Matte. Espere a que Parisa se retirara completamente de la habitación para esta vez acercarme a la chica. Ella, al notar mi intento de acercamiento, levanto más la almohada en señal de amenaza para que no me acercara más y no pude evitar sentir una gran ternura por su gesto, como si una pequeña almohada pudiera lastimar a un hombre lobo como yo. - Tranquila - Susurré - No te haré daño, nadie te lo hará, solamente... te trajimos el desayuno. - Levante la bandeja, pero aun así ella no bajo su almohada, así que con un suspiro me di media vuelta para ir hacia la pequeña mesita qué había en la esquina, dejando la bandeja en esta. Me volteé nuevamente para mirarla y esperar pacientemente cruzado de brazos a que dejara de amenazarme con su esponjosa almohada de plumas desde la cama. - ¿En dónde estoy? - Preguntó con su voz temblorosa. - En la manada Moon Red - Respondí, sin quitarle la mirada - Puedes bajar tu arma, no te haré daño, pero si alguien lo hiciera una simple almohada no te serviría de nada para que no te lastimen. Ella me dejo de mirar para observar su almohada y después voltear a mirarme nuevamente con mucha atención, tratando de comprobar si estaba hablado en serio sobre que no la lastimaría. - No quiero su desayuno - Soltó tirando la almohada aun lado de la cama para posteriormente bajarse de ella y caminar hacia mí dejando un espacio muy considerado entre ella y yo - Lo que quiero es irme a casa. Me mordí la lengua para no sonreír de lado ante su cambio de humor, primero era valiente con Parisa, después un poco tímida y ahora me enfrentaba. Mi madre me contó solo las partes, qué se podía contar a un niño de siete años, el cómo había conocido a mi padre. Está bien... Ella fue un poco más ruda y traicionera con él, pero la chica de ojos azules era mi perdición como mi madre lo fue para mi padre. - ¿Cuál es tu nombre?, ¿Eres de Grainspyn? - Pregunté, quería saber de donde venía, jamás la había visto por el pueblo, y creo que recordaría su hermoso rostro por los pasillos de la universidad, sin contar que olería su delicioso aroma a fresas. - Me llamo Ginge... soy nueva en el pueblo, llegue hace solo tres días y cuando salí a dar un paseo por el bosque... Me sale persiguiendo un horrible y enorme lobo de color n***o para después... - Se mordió el labio, talvez pensando en lo que había pasado anoche - Solo quiero irme a casa. Fruncí el ceño. No quería qué se fuera, ella era mía y yo era de ella, menee la cabeza, no podía comportarme como una bestia, según las palabras de Ross, cuando me encontraba haciendo travesuras junto a sus hijos, Axel y Alex. - Ginge - Saboreé su nombre - ¿Ginge, tus padres vinieron contigo? - Pregunté finalmente, no quería qué se fuera, pero seguramente sus padres estarían buscándola como unos locos por todo el pueblo. Negó con la cabeza. - Solo tengo a mi madre... No vino conmigo, ella quiso qué me adelantará antes para hacer todo el papeleo de la universidad. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, ¿acaso había venido sola a Grainspyn?, si ese era el caso no podía dejarla ir. No sabiendo los peligros, qué había en el pueblo, el bosque y más allá de eso. - ¿De dónde eres? - Volví a preguntar, tenía muchas preguntas que hacerle, quería conocerla, quería saber todo de ella. - ¿Esto es un interrogatorio? - Respondió - ¡Me quiero ir! De nuevo explotó, me fascinaba en verdad como podía cambiar de humor rápidamente en solo segundos. - Me temo qué no podrás irte - Mi mirada se perdió en su desayuno. - ¿¡Qué!? - Gritó - ¡Como qué no me dejaran ir!, no diré lo que son... Ni siquiera sé que son. - No es por eso, es más porque... - No sabía si debería decirle que era mi Matte, tendría que explicarle primero que era ser mi pareja. - Sería mejor que desayunaras y continuáramos nuestra plática para después. Voltee de nuevo mi mirada hacia ella para encontrarla caminando hacia mí, cerrando ese pequeño espacio qué faltaba. Mi corazón no paraba de latir pensando tontamente qué talvez vendría hacia mis brazos, pero ella solamente fue a la bandeja, tirándola de un manotazo al suelo, regando todo su contenido. - No quiero su comida, lo que quiero es irme a casa - Se mantuvo firme con la barbilla alzada, ¡Por la diosa luna como amaba esta mujer! - Es una lástima... Las ninfas y lobas que te prepararon el desayuno se esmeraron por ello. - Negué con la cabeza para solo recibir una mirada azulada llena de ira - Mandaré a alguien para que limpie esto y pediré que te traigan otra bandeja. - ¡Me quiero ir!, ¿acaso no escuchas? - Su pequeña mandíbula tembló con furia. Sin decir una sola palabra solo la observé, y salí de la habitación, dejándola atrás, gritándome cuanta cosa salía de su bonita boca. - No dejen qué salga de la habitación y pongan más vigilantes por abajo del ventanal - Le dije a un lobo de rango medio qué se encontraba cuidando la puerta de Ginge. Apenas le di un vistazo y pude comprobar qué si me daba la vuelta ella se iría corriendo lejos de mí y eso no podía permitirlo.
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