Me faltaba el aire, mi corazón latía tan fuerte que dolía, sentí como las lágrimas se amontonaban en mis ojos, un nudo se formó en mi garganta impidiendo que el oxígeno pasara con normalidad, quería gritar, golpearlo o romper algo, mis manos estaban apretadas y las uñas se me clavan en mis palmas, respire como pude y me centre en la escena que contemplaban mis ojos. No sé, si esto era el infierno, pero se le parecía muchísimo, mis llaves cayeron al suelo haciendo un estrepitoso ruido.
- ¿Cómo pudiste? - rompí en llanto al terminar la frase.
- Ann, ¿Qué haces aquí? – Tom parecía horrorizado, tenía los ojos como platos, la rubia de la cama se tapó los pechos con la sábana mientras me observaba confusa.
- Discúlpame, no sabía que tenía que llamar a mi futuro esposo, antes de venir a verlo - estaba chillando prácticamente.
- Yo... yo no sabía que tenía novia- tartamudeo la güera, mientras buscaba su ropa - Me dijo que estaba soltero, te pido mil disculpas – la vi vestirse deprisa.
- Quédate tranquila, que ya no la tiene- me di media vuelta y fui directo hacia la puerta.
Pude sentir a Tom corriendo detrás de mí, mientras gritaba mi nombre y que parara, mis planes se habían venido a pique en un abrir y cerrar de ojos, y me jodía, diablos como me jodía.
Apresure mi paso, tome mi bolso sin voltearme, estaba a punto de abrir la puerta cuando su mano tomo mi brazo haciendo que mi vista volviera a la suya.
- No, no... de acá no te vas sin escucharme - lo mire fijamente - No es lo que parece, bueno si, pero no. Yo te amo Ann, me voy a casar con vos, que demostración más grande necesitas, esto solo fue una despedida de libertad.
Sentía náuseas, enserio eso era lo mejor que tenía para decir, ¿esa era su escusa? ¿mi amor era una cárcel? ¿yo lo era? Mis manos volvieron a cerrarse en dos puños, iba a romperle la cara, definitivamente le partiría los dientes y más cuando lo escuche de decir que las cosas conmigo por ahí eran aburridas, ¡pero que carajos!
- ¿Cuántas despedidas llevas desde que estamos juntos? - saque mi brazo de un tirón, mientras lo veía inventando otra mentira - ¿Sabes qué? ni me importa, ahora sos libre. ¡No te quiero ver más cerca de mí!
Salí del departamento tan rápido cómo pude, sus gritos y maldiciones se escuchaba por todo el piso, pero no me importo, nada de esto tenía sentido para mí, no sabía porque lloraba aun cuando no sentía un amor profundo hacia él, Tom era un completo vago, vivía de la fortuna de su padre y no trabajaba nunca. Ahora que lo pensaba mejor, capaz hasta me había hecho un favor al salirse de mi vida de esta forma.
Respiré el aire de la ciudad y sacudí mi mano cuando un taxi paso.
- Buenas tardes, a Bob's de la calle 33 - le dije al taxista mientras buscaba mi móvil.
- Hola Ann, ¿todo bien? - la voz de Sofia del otro lado no hizo más que ayudarme a llorar ¿Por qué lloraba?
- Sofí amiga- solo salían sollozos- Por favor, ¿podemos vernos en Bob's? - le pregunté cómo pude.
- Ann, ¿estás bien? ¿Qué pasó? - se quedó callada mientras esperaba una respuesta, pero solo pude guardar silencio- Okey, en 10 minutos llego. - colgó el teléfono.
¿Cómo era posible? ¿Cómo fue que mi vida termino en esto? ¿Cómo llegue a estar con alguien que no amaba por simple comodidad? Pero sobre todas las cosas ¿por qué lloraba?
Mientras miraba por la ventanilla, el atardecer iba tomando más color. Tenía diez llamadas perdidas de Tom, cuando el taxista por fin llego a mi destino, estaba loco si pensaba que le iba a responder, se había jodido y de esta no se volvía.
Bob's era el primer bar al que fui cuando llegué a Seattle, las paredes de ladrillo rojo me dieron la bienvenida, un cartel luminoso tenía su nombre justo encima de la entrada principal, la música jazz sonaba por los parlantes y una hilera de mesas altas con banquetas completaba el ambiente, en el centro hay dos mesas de billar y en una esquina para jugar dardos.
El piso tiene un diseño de baldosas con rombos en color marrón, algunos de sus diseños se encuentran gastados por los años, las paredes de ladrillo de adentro son blancas y contienen varios cuadros de artistas famosos de todo el mundo. Amo este lugar, su simpleza hace que sea cálido y reconfortante.
- ¡Ann, hermosa! ¡Cuánto tiempo sin verte!
Mónica me sonrió apenas me cruce la puerta, es mesera aquí desde que llegue. Una hermosa latina de pelo castaño y ojos color avellana, su cuerpo curvilíneo se balancea de un lado al otro debajo de su delantal rojo, su camisa blanca lleva los primero dos botones desprendidos y unos jean n***o se ajustan a su cuerpo, creo que viene de Argentina, digo creo porque me lo ha repetido tantas veces que ya hasta me da vergüenza preguntarle de donde es.
Abro mis brazos y la recibo gustosa cuando me abraza fuerte y me da un beso.
- Estás preciosa, pero ¿Por qué tan triste?
- ¡¡Mónica!! qué lindo verte, creo que han pasado 4 meses desde la última vez - traté de sonreír, pero fracasé rotundamente - Ay amiga, descubrí a Tom con una chica en la cama - el dolor en el pecho se hizo presente una vez más ¿Qué me pasaba?
- ¡Ann! ¡Mónica! - Sofía apareció y nos hizo señales mientras se acercaba a nosotras.
- Sofí – Mónica la recibió con un gran abrazo y volvió a mirarme - Vamos, cuéntanos que hizo ese infeliz, así vamos y lo matamos - no pude evitar sonreír a escuchar esa palabras.
Sofía nos miró a ambas y luego se centró en mi rostro para fruncir levemente su entrecejo mientras me observa.
Su pelo rojo y rizado, se encontraba suelto y cayendo por sus hombros, las pecas en su nariz y pómulos, cubiertas un poco con maquillaje, sus ojos eran de un color verde esmeralda, de cuerpo delgado, cuál modeló, y un poco más baja que yo. Si no fuera porque se su edad, podría aparentar de 19 años tranquilamente.
- Vamos a sentarnos atrás y les cuento- les dije a las dos haciendo señas para ir a una de las mesas del fondo.
Caminamos en silencio las tres, Paul me observo desde el otro lado de la barra y levanto su mano en forma de saludos, sus ojos marrones recorrieron mi cuerpo como en otras tantas ocasiones.
Paul no era un hombre feo, al contrario, su cuerpo estaba completamente trabajado, algo que se apreciaba a la perfección con su camisa negra, la parte baja de su cuerpo no se veía, pero sabía a la perfección que traía sus jean negros rasgados. Llegamos a la mesa y mis amigas me miraron impacientes.
- Bueno – golpee mis dedos en la mesa de madera - La verdad no hay mucho para contar, llegué a su departamento, no lo vi por ningún lado, asique pensé que estaba durmiendo, fui a la habitación y estaba arriba de una rubia de ojos turquesa y grandes tetas, empotrándosela desenfrenadamente, creo que el ruido de las llaves en el piso fue lo que llamó su atención, la rubia se disculpó diciendo que no sabía q tenía novia - respire y las observé- Y él solo dijo que estaba despidiendo su soltería, ah y que se sentía encarcelado.
- ¿Eso fue lo mejor que se le ocurrió? - Sofía arqueó la ceja derecha hacia arriba- Me estás jodiendo.
- No lo puedo creer - Mónica solo miraba la mesa - Se me ocurren un montón de palabrotas en este momento, pero lo que menos entiendo es el hecho de que te pidiera matrimonio - estaba furiosa y se le notaba
- La verdad ni yo lo entiendo, y estoy segura que, no es la primera vez que me “caga”- miré a Mónica- ¿Lo dije bien amiga? - Moni se empezó a reír mientras asentía con la cabeza – De igual manera no es como si yo estuviera enamorada, solo me enoja no poder seguir con mis planes, la estabilidad, quiero dejar de sentirme sola – lo había dicho, por primera vez admitía en voz alta lo que sentía.
- No estás sola Ann – Sofia toco mi mano – Yo estoy para ti, siempre voy a estar, es más, podemos vivir juntas y formar el club de las mujeres solteras, saldremos de fiestas los fines de semana, tendremos sexo con algún extraño y volveremos a ser mujeres decentes el lunes en la mañana – una carcajada salió de mis labios y los de Mónica.
- ¿Por qué no estoy incluida en ese club? Yo también estoy soltera – puchereo un poco haciendo que las tres riéramos.
- Claro que estas incluidas, es más, hoy empezamos – golpeo la mesa con la mano – Ahora por lo pronto vamos por unos tragos y un poco de billar para matar las penas - Sofía se levantó y fue junto a la mesa de pool - Vamos Ann, ¡quiero ver quién gana está vez!
- Okey ¡vamos! Pero antes iré por unos tragos – Mónica fue a atender una mesa y yo camine hasta la barra.
- Ann, preciosa – Paul sonrió mostrando sus dientes blancos - ¿Qué ha pasado? – estiro su mano para levantar mi mentón y me observo los ojos.
- Soy oficialmente una mujer soltera – dije sin más y él hizo una mueca – Los hombres son unos capullos de primera.
- Solo Tom Beneck – señalo mientras dejaba un chupito frente a mí – Si me dieras una oportunidad – negué con la cabeza divertida.
- Dejar a un mujeriego para ponerme con otro, no es opción Paul.
Paul era divertido y muy guapo, pero era igual que Tom, todas las noches terminaba con una mujer distinta en su cama, algo que no le causaba remordimiento y que a las mujeres al parecer no les molestaba pues algunas seguían viniendo al bar sin ningún problema.
- Cambiaría por ti – puse los ojos en blanco.
- Paso, ahora por favor dame dos cervezas y me preparas unos mojitos para más tarde - me levanté y dirigí hacia la mesa donde se encontraba mi amiga - ¡Uh! ¡lo siento!
Un líquido viscoso cayo por mi suéter, pantalón y zapatos, esto era genial, mi día no podía terminar bien. Maldije por lo bajo y me volví a disculpar hasta que sentí su mano en mi brazo, el vello de mi nuca se erizo y una electricidad rara recorrió mi cuerpo, su voz ronca capto mi atención y subí mis ojos para disculparme nuevamente.
Me quede sin aire y las palabras se trabaron en mi boca cuando sus ojos azules profundos se fijaron en mí.