Un plan.

1586 Words
Esa noche de viernes, Lydie sintió que el trayecto hasta la casa de los Jefes era infinito, que nunca llegaría por más que aumentara la velocidad. Farah le pidió que fuera hasta allá, pero que no se encontrarían delante de la casa. Umay y Seth estaban casi echando llamas por la boca, podían matarla sin un juicio y sin importarles una sola palabra de Los Guardianes.   Cuando llegó a la calle donde la citó Farah, sintió muchos ojos sobre ella. Tal vez se lo estaba imaginando, tal vez sólo era la presión de la noticia que había recibido.   La calle apenas tenía gente, una tienda de artesanías estaba abierta, Farah estaba parada delante de la vidriera y Lydie estacionó su moto frente a la tienda.   - ¡Lyd! – Farah salió corriendo hasta donde estaba, pero se arrepintió un poco al llamar la atención de algunas personas. – No bajes, vamos a mi casa.   - ¿Por qué me citaste aquí entonces? – Se volvió a colocar el casco y encendió la moto.   - Porque ya revisaron mi casa, salí para que no se quedaran allí a esperar si aparecías. – Explicó Farah acomodándose y sujetándose a Lydie, nunca le había agradado la forma desbocada que tenía de manejar.   - ¿Te creen cómplice? – Preguntó con cierta preocupación.   - Extrañamente, no. Pero no me sorprende que Farid mastique aire por Lois y le esté ayude como un loco a buscarte.   - Me gustaría un pequeño resumen de qué paso, Farah. – Lydie aún no arrancaba, volteó como pudo sobre su hombro y sintió a Farah temblando.   - Te aseguro que lo mejor es que lleguemos a mi casa para conversar al respecto. – La voz de Farah no era severa, ni de desconfianza; era una mezcla de preocupación por su amiga y de dolor por perder a un gran líder.   Lydie no lo pensó más y aceleró en su moto, con Farah apretando sus costillas por el miedo a la velocidad. La cabeza de Lydie iba aún más rápido que la flecha marcando la velocidad en su moto, cada pensamiento la envolvía en dudas y muchas preguntas. ¿A eso se refería Adel cuando fue a su casa? Él sabía que iba a morir, ¿no? Entonces, ¿con quién no debe tener misericordia? Apretó aún más los mangos de la moto y su mandíbula le causaba cierto dolor por estar tan tensa.   Apagó la luz de su moto y se acercó lentamente a la casa de Farah, quien se mantuvo atenta a cualquier movimiento. No querían ser atrapadas por sorpresa, así que Lydie dejó su moto a un lado de la casa entre la oscuridad y la maleza.   Farah vivía en una casa de dos pisos, de un pulcro blanco y grandes ventanas. No era ostentosa, pero sí muy llamativa. Sus padres estaban en el inframundo, así que los gemelos debían hacerse cargo del lugar, aunque no se les daba muy bien mantener el orden.   Entraron, Farah vigilaba con cada paso que daba todo a su alrededor y haló a Lydie hasta su habitación.   - Creo que estaremos seguras aquí, no encenderé la luz. – Farah se acercó con cuidado a la ventana y cerró muy bien la cortina.   - Necesito entender qué pasó, Farah, por favor. – Los ojos de Lydie se entrecerraron y apoyó su peso contra la puerta, sentía que ya no podía mantener su cara seria ni un segundo más.   Colocó su mano en su pecho, y apretó el puño con la tela entre sus dedos. Trató de no hundirse en dudas y pensamientos, pero esa situación la estaba superando. - Yo… No sé por dónde empezar, todo fue muy caótico… - Farah se arrodilló delante de ella, respiró profundo y la miró. – Me gustaría en este momento ser un demonio de la memoria, pero lamentablemente, ese es mi hermano, no yo. – Pasó las manos por su jean para secar el sudor que le corría entre los dedos. – Yo estaba con los más jóvenes del clan cuando sucedió, estábamos frente al salón donde organizamos las reuniones esperando por Seth ya que él tenía las llaves del sitio. – Tragó saliva. – A lo lejos vimos a un hombre acercarse con múltiples heridas, desangrándose y muy asustado. Hasta que uno de los niños lo reconoció: era Adel. Parecía que diferentes razas se ensañaron contra él y lo atacaron al mismo tiempo.   - ¿Diferentes razas contra uno solo? – Se molestó Lydie al escucharla. - ¡Eso es muy bajo, hasta para Rebeldes!   - Lo sé… - Farah bajó la mirada. – Lo tratamos de ayudar a llegar hasta el salón y lo acomodamos en el suelo con cuidado, pero todo en su cuerpo presagiaba muerte, tanto humana como demoniaca… - Empezó a sollozar. – Lyd, yo no sabía qué hacer. Sus heridas eran profundas, sus almas estaban casi destruidas y su memoria era un caos. – Las lágrimas adornaban sus mejillas y trataba de apartarlas con fuerza. - ¿Por qué alguien le haría eso a Adel? Y él, con lo mal que estaba, parecía como si… No se hubiera defendido.   Lydie procesó la información y sintió rabia creciendo desde el fondo de su cuerpo, no sólo el humano, también ardía una gran llama en su piel demoniaca.   - Uno de los chicos fue a gritos a pedir ayuda, a buscar a Kir o alguno de los Jefes. – Continuó. – Yo intenté tapar las heridas, pero las manos de Adel me detuvieron, él sabía que no había nada más que hacer, aún en su estado seguía siendo el líder. – Miró el suelo, callando un segundo antes de tomar aire y seguir. – Me levanté al ver a Kir acercarse, cuando sus ojos confirmaron las palabras de los muchachos que lo habían ido a buscar, se tiró al suelo a su lado.   Kir sentía que el mundo se le venía abajo al ver a quien consideraba su hermano debatiendo su vida y su muerte en ese instante. Lamentablemente, la balanza se inclinaba a favor de la muerte, ambos lo sabían y en los ojos de Adel había una advertencia silenciosa para su mano derecha y gran amigo de batallas. Kir tomó su mano como pudo y sintió a Adel partir al Infierno, sin posibilidad de volver.   En ese instante, llegó Seth hecho una furia y alejando a todos de su camino. Vio a Kir con sus hombros caídos y a Adel con sus ojos apagados.   - ¡No! – Vociferó Seth. - ¡No, Adel no!   El dolor le estaba desgarrando el pecho a Seth y sintió como su piel humana empezaba a quebrarse, entre varios trataron de tomarlo de los brazos para que se calmara pero su fuerza era inaudita. Kir se levantó y se acercó a Seth para colocar sus manos sobre sus hombros, le pidió que se calmara con apenas un susurro y el Jefe en ese segundo se desplomó, sus gritos y su rabia era enorme.   Umay fue la última en llegar, todos la habían notado extraña, su expresión era lejana. Entendía que su compañero yacía en el suelo muerto, pero era como si antes de llegar ella ya supiera que aquello había pasado. Nadie la tomó muy en cuenta pues seguía callada y distante, ajena al asunto.   Nadie sabía muy bien qué hacer en ese momento. Todo se estaba volviendo oscuro, había demasiadas emociones surgiendo y el aire se sentía pesado para los que estaban allí.   - No sé qué decir Farah, yo realmente lamento que hayas visto a Adel en ese estado junto con los otros chicos.   - Las reacciones eran diferentes, pero la sensación era la misma. Habíamos perdido a un amigo, un verdadero líder. – Dijo Farah mirando al vacío.   Lydie aclaró su garganta y miró a Farah, tomó su mano, le sonrió para darle un poco de apoyo en ese momento que se sentían tan perdidas.   - Lo importante en este momento es por qué te relacionan a su muerte. – Farah apretó su mano con seguridad. – Umay había llegado bastante callada, pero cundo Seth empezó a reclamar por los responsables, decidió hablar con su habitual tono soberbio. Explicó que Adel le había dicho que te iba a ir a ver, y tal vez tú lo atacaste junto a otros rebeldes.   - Eso no tiene sentido. ¿Por qué haría eso? ¿Para qué buscaría yo a los Rebeldes, además, para ir a atacar a Adel?   - Adel tenía mapas de territorios y algo muy particular con él que es de vital importancia para los demonios.   - ¿El qué? – Lydie entrecerró los ojos sin entender.   - Cómo matar a otro demonio. – Murmuró con temor Farah.   “Así que de ahí surgía la inquietud de Adel”, pensó Lydie. Pasó las manos por su largo cabello n***o, sentada en el suelo de la habitación de la pelirroja trató de unir los puntos, pero nada le resultaba lógico. ¿Qué ganaban con matar a Adel así, o lograron sacarle información? Había muchos cabos sueltos, y no lograba dar entender las piezas de ese rompecabezas.   - ¿Por qué Umay está segura de qué fui yo?   - Dice que el mismo Adel le dijo que estaría contigo, y no lo vieron volver a la casa hasta que apareció muerto delante del salón. – Suspiró la pelirroja con cierta resignación. - ¿Tienes coartada?   - ¿Trabajo humano? – Preguntó encogiéndose de hombros.   - Estás jodida… 
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