bc

Deamonium 7 días antes del caos

book_age18+
76
FOLLOW
1K
READ
revenge
dark
second chance
badgirl
kickass heroine
bxg
bisexual
daemon
magical world
brutal
like
intro-logo
Blurb

Lydie Lacroix era un Demonio Rebelde, se alejó de ellos pues ya no quería ser parte de aquello, lo tomaron como traición a los suyos que tanto la habían "cuidado" y ahora es parte del clan Deamonium donde encontró cierta paz para olvidar el pasado. Pero una sola cosa pondrá su tranquilidad de cabeza: el monstruo que la perseguía en sueños señalándola como una traidora ahora habita su mundo con un plan de destruirla.

Lydie entiende que la invitación formal de aquel monstruo es sólo un aperitivo; hay algo mucho más grande preparándose, alguien mueve los hilos detrás de las cortinas para lograr lo que desea. Aunque: ¿Qué desea un demonio que nunca nada le podrá satisfacer? Lydie tendrá que enfrentarse a ello, en siete días antes de que el caos se desate frente a sus ojos.

chap-preview
Free preview
El anuncio.
Aullidos, siseos, gritos, sonaba a caos pero en realidad era diversión. Les encantaba la oscuridad y sus peligros. Los demonios celebraban la muerte con demasiado éxtasis por las noches, y usaban lentes de sol durante el día para la jornada laboral mundana. Abrían bastante la boca para reírse y disfrutar del espectáculo de la noche de luna llena, bebían sin control, saltaban y bailaban con entusiasmo, era una gran fiesta y en sus ojos rojos y amarillos, había sed de sangre, de recuerdos y de huesos. Era un ritual infinito, delicado y salvaje, orgulloso y tímido, con un intenso olor a azufre disfrazado en jazmín y lavanda; era destruir cuerpos de humanos o demonios, sacarles el alma, beber sus memorias y masticar sus carnes hasta el amanecer. Lydie creció así, rodeada de aquel dulce caos que prestaba la noche. Nació del pecado, fue abandonada en el bosque y criada por Demonios Rebeldes. Aprendió a controlar su poder, su sed de almas y miedos. Era conocida por ser un demonio poderoso, con una piel humana hermosa. Aprendió además, a sobrevivir dentro de su clan y de los cazadores humanos. Nunca fue fácil confiar, tuvo muchas cosas que aprender, pero sabía que en su mundo había algo más que esconderse, escapar y pelear por territorios. Los Rebeldes son aquellos a los cuales un clan grande les había dado la espalda, los habían expulsado por algún delito o simplemente nunca se adaptaron a las leyes de los Jefes de clanes. Querían saber tanto como Los Guardianes de cada clan, pero para ellos sólo existía el rechazo, nunca se había conocido en la historia un Guardián Rebelde; aunque las historias pueden tener muchas versiones, y en cada una de ellas había traición. Se hablaba de Rebeldes que decidieron dejar su vida de desorden para unirse a un clan y corregirse para ser demonios estables, Rebeldes que buscaron ser Guardianes pero el mayor cargo que les podían dar era de Jefes o manos derechas de estos, Rebeldes que tenían conocimientos antiguos que decidieron darlo a los Guardianes y servir como depósitos o buscadores de memorias para preservar la sabiduría de cada especie… Y la vieja, hasta absurda, historia de un Rebelde que logró ser Guardián, aprendió y desentrañó secretos, obtuvo poder y lo más importante: sabía cómo matar demonios para que no resurgieran en el infierno; una noche de luna llena, traicionó a todo su clan, mató a todos los Jefes y trajo caos con ello, los humanos se aprovecharon para cazarlos y destruirlos, y los demonios que sobrevivieron buscaron a ese Rebelde disfrazado de Guardián, pero desapareció sin dejar rastros. Sólo desató un gran desastre para sentarse a ver a lo lejos su creación, creyéndose un Dios Nocturno. Lydie conocía bien la traición, ella misma era una traidora a los ojos de su primer clan. Ya habían pasado 9 años desde que había abandonado a su gente, una decisión difícil y que logró cambiar totalmente su vida. A veces pensaba que el irse era como escapar de un gran monstruo que cada noche la buscaba en sueños para acusarla por darle la espalda a quienes cuidaron de ella, le enseñaron su poder y toda la historia necesaria para comprender qué era, su r**a, su poder. No era fácil escuchar cómo te explicaban que eras un demonio, que te alimentas de almas y que debías controlarte como si fueras un vampiro primerizo en un hospital de emergencias o puedes enloquecer hasta resquebrajar tu forma humana. Lydie veía que el mundo debía tener un orden, y los demonios también. No era difícil de entender, por ello le disgustaba la manera en la que vivían los Rebeldes. Comprendía por qué los tachaban de inmaduros e insolentes; eran los demonios que iban por allí presumiendo poder en sus pieles humanas perfeccionadas y sin detalles, eran los que podían controlar humanos y llevarlos a la ruina por simple diversión, estafarlos, volverlos locos, encaminarlos a la muerte o usarlos como mascotas o juguetes que torturaban. Y en los ojos amarillentos de aquellos demonios, sólo crecía un brillo de excitación al encontrar lo que deseaban, pero eso nunca era suficiente. “El placer de los demonios nunca está en busca de satisfacer una necesidad, sino de crear nuevas carencias para llenarlas con éxtasis momentáneos”; en palabras de Larisa, una de sus amigas que abandonó, así vivían los Rebeldes y así pretendían llegar hasta el fin de los tiempos del mundo humano. Aquel recuerdo ponía triste a Lydie, pero mantuvo su espalda erguida, mientras terminaba de redactar un artículo para el periódico humano en el que trabajaba. Irse de su clan significó encontrar otro clan que la aceptara, los demonios no sobreviven solos por mucho tiempo. Lo intentó, pero comprendió que así no funcionaba. Y en su búsqueda, dio con Adel, uno de los jefes de un clan de Demonios del Alma, los Seele, gente como ella que convivía con las otras dos especies de Demonios, que eran de la Memoria, o Memoriae, y Caníbales, o Kudya Munthu. Lydie debió adaptarse y Adel la guío para conseguir trabajo, le dio una casa en el bosque, cerca de la gente de su clan y así poco a poco, fue integrada y después de 3 años, llevada a juicio para que un Guardián de la Memoria revisara su vida y confirmara que no era una expulsada de otro clan, un Guardián del Alma para que dijera su juramento de lealtad al clan, un Guardián Caníbal para que le hicieran la marca en su piel demoniaca si rompía el juramento de lealtad. El clan que había pasado 3 años desconfiando de ella, por fin la miraban directamente a los ojos con confianza. Y así siguió siendo durante los siguientes 6 años. Aunque había algo esa tarde de jueves, que lograba que su instinto la pusiera en alerta. - Lyd, te buscan en planta baja. – Entró a su oficina Olivia, la jefa de su sección. - Gracias por avisarme, señorita Olivia. – Dijo Lydie con su habitual tono calmado. Respiró profundo y guardó el documento en la computadora. Lydie salió de su oficina, tomó el ascensor, veía como se marcaba la luz de cada piso hasta llegar a planta baja. Giró su cuello, chasqueó y salió del ascensor. - Lydie, que bueno que tengas tiempo para mí. – Saludó Adel con una sonrisa y sus brazos extendidos para abrazarla. – Me dijeron que estabas ocupada, pero insistí un poco para que me regalaran un poco de tu tiempo. - Me sorprende verte aquí, Adel, pero si es algo que no puede esperar a la reunión de esta noche, pues te escucho. – Lydie sentía que su pulso se aceleraba, había algo en la mirada de Adel que lograba poner el ambiente tenso. - No te asustes, niña. Vengo a contarte algo importante, acompáñame. – Adel le hizo gestos para que salieran del edificio. Caminaron hasta una panadería que había cerca, se sentaron en una de las mesas, ordenó un café para él y se quedó en silencio. Adel estaba volviendo aquello una larga introducción. Lydie no era una niña, a sus 28 años humanos, y 180 demoniacos, tenía muchos conocimientos y dominaba perfectamente su poder. Era callada, pero sabía muy bien luchar, era inteligente, una líder innata y su raciocinio podía ser el de un demonio mucho más viejo. Destacaba en el combate cuerpo a cuerpo, ideaba estrategias de batalla y tenía un amplio manejo de armas, pero su preferida era la espada. Las balas eran el camino fácil para muchos, pero ella en particular disfrutaba del movimiento de la espada en sus manos. - ¿Sabes para qué será la reunión de esta noche? – Preguntó Adel, después de que le sirvieran su café n***o. - Van a elegir a los nuevos jefes, ya muchos están en la edad para tomar esa gran responsabilidad. – Lydie lo consideró obvio, pero le inquietaba que Adel viniera a develarle algo que debía manejar todo el clan al mismo tiempo. - Así es, niña. – Tomó un sorbo de café, juntó sus manos sobre la mesa y miró fijamente a Lydie. – Y yo te voy a postular a ti para jefa del clan. Los ojos de Lydie se abrieron y sus labios temblaron, buscando decir algo pero no lograba unir palabras para una oración coherente. - Sí, sí, sé lo que dirás. “Mis primeros años de existencia fui parte los Rebeldes, nosotros no somos postulados, sólo hacemos de mano derecha de los jefes”, blablablá. – Hizo un gesto con sus manos para restarle importancia. – Lydie, yo confío en tu lealtad desde hace nueve años, y confío en tu juramento de hace seis años. – Los ojos de Adel brillaban buscando los de Lydie. – Sé que eres muy lista, y considero que deberías ser Jefa ya que aportarías bastante a nuestro clan. Umay y yo ya debemos tomar otros caminos, ella no quiere aún dejar el puesto, pero sé que Seth encaminará bien a los que queden como Jefes. Te encaminará a ti, Lydie, para que seas Jefa de nuestro clan. Estoy seguro de que votarán por ti y quedarás a cargo del clan con Seth, lo veo muy claro. – Dijo con una sonrisa. Adel siempre había sido así, largas introducciones para luego soltar una gran bomba sin mayor problema. Lydie aún estaba tratando de procesar aquella información, igual postular no significa elegida, igual habrían tres más postulados para ser jefes y votarían por ellos para que una Rebelde no quedara en un puesto tan importante. Hacía siglos que un Rebelde no era Jefe, algunos decidían que era mejor mantenerlos como manos derechas de los Jefes, para así darles preferencia mas no poder. Y seguiría siendo así si confiaba en que nadie votaría por ella. - Yo… - Lydie tragó saliva antes de continuar. – Yo comprendo por qué me postulas, y está bien. – Asintió pausadamente. Sabía que la decisión de un Jefe debía respetarse, no había nada que discutir. - Lydie, sé que piensas que no te darán el puesto y por eso aceptas sin objeción. Pero te recuerdo que en el clan te tienen mucho aprecio, saben que se puede confiar en ti, saben que pueden contar contigo. – Señaló Adel. – No es un puesto sencillo, y deberás equilibrar tu vida mundana con las responsabilidades de todo un clan de demonios. - Sí, además de ser el clan Deamonium, del que más se espera… Uno que lleva años conformado y que consideran uno de los grandes entre los siete clanes de mayor existencia en este plano terrenal. – Murmuró Lydie con preocupación. Adel rió al ver la preocupación de Lydie, él confiaba en ella. Sabía que un demonio podía arrepentirse, pero jamás imaginó que un Rebelde podría tener los ideales de Lydie después de crecer y educarse bajo sus burdas normas. En el momento que Adel conoció a Lydie, sintió todo el poder que emanaba, era difícil negarlo o ignorar a una chica como ella, no vio a una muchacha perdida y abandonada, vio a una mujer decidida a cambiar y mejorar. Ella resaltaba entre los demonios y humanos de la calle por la que la vio pasar. Le alegró encontrarla e integrarla, darle una oportunidad. Él mismo decidió ser su mentor y vigilar sus movimientos. Al pasar de los años, vio como desarrolló su potencial y que era un gran momento para establecer cambios. - Tengo total seguridad de que estás a la altura de ser Jefa de nuestro clan, Lydie. – Terminó de tomar su café, pidió la cuenta y se levantó. – Termina tu jornada mundana, te espero para la reunión de esta noche. Adel se fue sin esperar respuesta, Lydie se sentía un poco perdida pero encontró la fuerza para volver a su oficina y terminar de escribir el artículo sobre un robo que hubo en una joyería el día anterior. La noticia no la había sacudido tanto como esperaba pues se refugió en la idea de que nadie la elegiría y podría continuar con su vida como había estado hasta el momento. Enfocó su atención lo más que pudo al trabajo y adelantó otros artículos que tenía anotados para realizar el día de mañana. Re organizó su agenda, revisó su correo, y empezó a fijarse en la hora para salir, cosa que no estaba acostumbrada a hacer. La quinta vez que miró el reloj y vio que seguían siendo las 5:12 pm, sintió sus manos sudar. La reunión del clan sería a las 8 pm, un poco más temprano de lo que habitualmente las hacía, así que no sería una reunión corta. Salió de su oficina para hablar con su jefa y mostrarle unas correcciones para unos artículos del periódico, buscando hacer tiempo para salir del edificio y no sentirse perseguida por las horas. Conversó un rato con Olivia, era una mujer agradable y le tenía confianza, pero no para hablar con ella de su vida personal, su vida en el mundo de los demonios. Olivia le mostró una foto de su hijo, Taylor. Tenía 6 años, se parecía mucho a ella, ojos marrones y cabello rizado de un castaño cobrizo muy llamativo. Algo en Lydie se removió al escuchar el amor con el que hablaba Olivia de su hijo, de los planes que tenía de motivarlo a entrar al equipo de basquetbol y lo bien que le estaba yendo en la escuela. - ¿No has pensado en tener hijos, Lyd? – Le preguntó Olivia con curiosidad. Lydie ni siquiera había pensado en tener pareja. Su plan era simple: mantener una vida tranquila y sin presiones, estar alejada de su pasado, pasar desapercibida, ser una más. Se encontraba perfectamente con su vida mundana redactando diversos artículos para el periódico, algunos titulares y de vez en cuando prestaba apoyo a la revista de los domingos con algunas recetas de comida o correcciones en los chismes de las páginas centrales. Igual que su vida dentro del clan era simple, ayudaba a algunos chicos con los combates cuerpo a cuerpo, iba a las reuniones y se educaba acerca de su r**a para ampliar el dominio de su poder. Y Adel en unos 40 minutos decidió cambiar eso. - La verdad es que nunca me lo había planteado. – Respondió Lydie un poco apenada. - Eres joven, es normal. ¿Y qué tal van los novios, eh? – Lo pensó un segundo y añadió: - ¡O novias! Sabes que yo no juzgo. – Olivia se le acercó un poco y le susurró: - Además creo que a Jennifer le gustas, no deja de buscar excusas para que le ayudes con sus artículos de cocina. – Tapó su boca y rió. – No lo escuchaste de mí, ¿okey? Lydie se rió y asintió. Así quería su vida, chismes mundanos y tranquilidad dentro del clan. Así pasó las siguientes horas, conversando con su jefa de redacción hasta que se hicieron las 6:30 pm. - Si adelantaste trabajo, puedes tomarte la mañana Lyd. Ven en la tarde para terminar lo que tengas pendiente, pero no te preocupes por el resto. – Dijo Olivia mientras recogía unos papeles de su escritorio. - Está bien, gracias. – Lydie regresó a su oficina para recoger sus cosas y volver a casa. Bajó al estacionamiento del edificio y buscó su moto, Lydie trató de estar lo más calmada posible, se subió a la moto y abrochó bien su casco antes de encenderla. “Pues sí o sí debo estar allí, si no, no sabré qué pasará”, pensó al salir del estacionamiento y dirigirse a la autopista. Era una noche fresca de luna menguante, las vías de la ciudad estaban despejadas, tomó el camino más largo para llegar hasta el bosque. Vio su casa que estaba alejada del resto, era pequeña y sencilla, sintió que debía entrar o algo podría pasar afuera. Al entrar a su casa, pensó que estaba poniéndose una presión innecesaria, sería una reunión sencilla y el asunto sería cerrado al cabo de una semana o dos, habría Jefes nuevos y ella estaba segura que no sería elegida. Dejó sus cosas en la cocina, se dirigió a su habitación, tomó su toalla y decidió darse un baño antes de salir a la casa de los jefes. En algún momento de su vida, pensó que estaba haciendo algo cruel al dejar su tribu. Extrañaba a Nouk, él aún la consideraba su amiga y a veces le mandaba algunos mensajes o correos contándole los últimos sucesos emocionantes de la tribu. Larisa le había dado la espalda, un claro significado de que no quería saber más de ella. Aún sintiendo que estaba siendo egoísta, pensó en lo vital para sí misma y continuó para ser fiel a sus ideales. Salió de la ducha, el mejor lugar para reflexionar o castigarse por el pasado, se puso ropa cómoda y buscó algo en su cocina para cenar. Al ayudar a los chicos de la revista, descubrió increíbles y fáciles recetas, muchos chismes y que los mundanos se preocupan mucho por su apariencia. A Lydie la podían llegar a envidiar por ser considerada “perfecta” por su cuerpo con prominentes curvas, cabello largo n***o y ojos almendrados con un tono chocolate hipnotizante. Le resultaba fácil ignorar los comentarios cargados de odio contra ella, pues sabía que era un simple cascaron y debajo estaba su verdadera piel. Divagó un rato más mientras terminaba de comer, lavaba platos y revisaba su correo. No había nada nuevo o siquiera interesante, y cuando pensó que no podría encontrar algo más con que distraerse, se dio cuenta de que ya eran las 7:40 y decidió ponerse unos zapatos deportivos para salir de su casa. Su pulso estaba calmado, se obligó a mantenerse serena todo el trayecto mientras caminaba. Lydie llevaba su mente a lugares seguros para pensar lógicamente, pero aquello se escapaba de sus manos. Ya no eran sus decisiones, era la palabra de Adel, el hombre que la había ayudado porque compartían ideales, uno de los pocos que no la había visto con asco por su pasado. Había llegado a la casa de los jefes, el trayecto le resultó corto por primera vez. Divisó a lo lejos a los gemelos, Farah y Farid Niell, de 26 años y 97 demoniacos, ambos altos, con cabellos rojizos y con rizos muy marcados. Farid no era muy amigo de Lydie, pues este se la pasaba con Lois y Prisco, quienes habían crecido dentro del clan y tenían fuertes opiniones contra los Demonios Rebeldes. Farah, en cambio, se había vuelto muy amiga de Lydie, era joven, deslumbraba vitalidad y encontraba a la pelinegra como alguien distinguida y muy interesante. - ¡Lyd, qué bueno verte! – Saludó Farah con entusiasmo. Tomó a Lydie del brazo y entró con ella al gran salón de fiesta donde daban las reuniones. – Tenías casi dos semanas sin aparecer por aquí. - Mucho trabajo mundano, Farah. – Mencionó Lydie sin querer adentrarse en el tema. - Tienes la capacidad de absorber las almas de todo un estadio lleno sin volverte loca, eres casi inmortal, has vivido incontables cosas… - Bajó la voz, se sentaron hacía un rincón y continuó: - ¡Y te gusta hacer trabajo mundano que podrías tener listo en un chasquido de lengua de serpiente! Eres rara, Lyd, por eso me agradas, pero a veces no te entiendo. Y claramente Lydie sabía que Farah nunca la iba a entender. Ella era un joven demonio del alma, creció dentro de un clan y tenía ciertos privilegios gracias a la familia en la que había crecido. Su padre trabajaba en una cárcel, eso sí era toda una historia. Aquellos que habían nacido y formado dentro de un clan, tenían ciertos privilegios, protección, educación y muchas cosas aseguradas. Una de ellas, era el trabajo. Había una especie de tratado con las cárceles, donde los presos con cadena perpetua, el día que tuvieran pautada su muerte, serían llevados con estos demonios. Los cuales no debían cazar, sólo aprender el ritual para proceder a una absorción segura. Acababan por partes con el alma de los presos, luego pasaban a demonios de la memoria y finalmente eran entregados a los demonios caníbales. Era un ciclo perfecto, un trabajo fácil y una manera de sobrevivir por siglos, aún después de que las guerras extensas entre los humanos hubieran acabado. - Supongo que me agrada hacer algo de trabajo manual, no todo puede ser por el camino simple. Resulta aburrido después de unos años. – Lydie se removió en su asiento, vio como se llenaba el salón con las caras conocidas de otros chicos y chicas del clan. – Pero creo que es lo entretenido de la vida entre humanos, disfrutar de lo simple. El salón se había llenado más rápido de lo esperado, o así lo había sentido Lydie. Farah había notado su inquietud y quiso preguntar, pero en ese momento entraron los jefes y vio como los ojos de su amiga se posaron fijamente en los de Adel, como si quisiera dejarle un mensaje o darle una advertencia. Los tres Jefes se sentaron y esperaron que todos callaran dentro del salón. - Hermanos, hermanas, apreciados compañeros… Muchas gracias por asistir hoy a esta reunión. – Saludó Seth, el más joven de los Jefes, su voz era grave y profunda. – Como notarán, hoy sólo están los jóvenes del clan, no hay muchos vejestorios acompañándonos. – Soltó con sorna y una sonrisa ladeada. – Sé que una reunión un jueves de luna menguante no es lo común, pero el anuncio que tenemos es importante y no podía esperar a luna llena. Aunque muchos ya se imaginarán de qué va. - Como sabrán, en septiembre elegimos nuevos jefes cada 15 años. – Continuó Umay. – Este clan ha estado bajo nuestra protección por 14 años, y esta noche de agosto, nuestro deber como Jefes es hacerles llegar nuestra decisión. – Hubo murmullos y gestos de sorpresa. - Tal vez suene apresurado, lo sé, pero es nuestra decisión avalada por Los Guardianes. Elegir Jefes un año antes y en agosto, algo que choca totalmente con nuestras costumbres, pero resultó necesario. – Los murmullos cesaron bajo la voz de Adel. – Hemos observado y evaluado con detalle a quienes deseamos que sean nuestros predecesores. Nos tomó tiempo, trajo debate a la mesa, dudas y desconcierto. – Lydie tembló y Adel la miró. – Umay y yo hemos elegido, tomando en cuenta muchas cosas, y esperamos que nuestra elección sea la más acertada para ustedes. - Propongo a Lois Failde, de 127 años demoniacos y 28 humanos, nacido en el clan, como Jefe de los Deamonium. – Anunció Umay con cierto orgullo en su voz. Muchos aplaudieron, otros se lo esperaban. – Propongo a Prisco Rostall, de 105 años demoniacos y 25 humanos, nacido en el clan como Jefe de los Deamonium. - Propongo a Kir Malgor, mi mano derecha, de 192 años demoniacos y 37 humanos, nacido en el clan, como Jefe de los Deamonium. – Era una decisión poco común, pero una gran oportunidad para un Demonio Caníbal. Faltaba uno más. – Propongo a Lydie Lacroix, de 180 años demoniacos y 28 humanos, aceptada en el clan desde hace seis años, como Jefa de los Deamonium. – Dijo Adel, y el silencio reinó.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Mi Crush es un Alpha

read
15.0K
bc

El Alpha

read
197.8K
bc

Emparejada con el Alfa Bestial

read
55.4K
bc

El regreso de Mate traicionada

read
66.1K
bc

Beta, estás loco

read
90.3K
bc

La hija de la Diosa Luna

read
9.5K
bc

Blood Mates

read
7.7K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook