CAPÍTULO VIIIAsi que me estabas espiando! Las palabras de Lord Ravenscar, combinadas con la expresión iracunda de su rostro, enmudecieron a Amanda. —Yo… no sabía que…— empezó, sólo para ser interrumpida por la voz de Lord Ravenscar, furiosa y acusadora, que decía: —¿Quién te dijo que me espiaras? ¿Fue ese fugitivo al que ayudaste a escapar? Como ella no contestara, casi paralizada de temor, él la tomó por los hombros y la sacudió. —¡Contéstame! Me vas a contestar, aunque tenga que matarte para lograrlo. Amanda sintió cómo su cabeza era sacudida hacia atrás y adelante. Entonces, con un movimiento brusco, Lord Ravenscar la soltó diciendo: —No, no puede ser. Este tipo no tenía ninguna importancia y ya debe haber sido capturado. Con el cabello desordenado cayendo sobre su frente, los o