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1018 Words
Los hombres en la habitación me miraron apenas entré. Todos tenían preguntas que hacerme, y yo no estaba seguro de poder contestarlas. —¿Es ella? —preguntó uno. Asentí con la cabeza. —¿Cuándo te dará el amuleto? El tiempo pasa, Ivar se vuelve cada vez más fuerte. Los sajones vendrán y nos matarán a todos —me dijo. Todos allí reunidos asintieron con la cabeza. Yo estaba en una enorme encrucijada. No podía obligarla a darme lo que quería. —Pronto lo obtendré —respondí. Uno de ellos se levantó y se acercó a mí. —Necesitamos con urgencia derrotar a Ivar y vengar a tu padre —me dijo. La sala estalló en murmullos. —Necesitamos que soluciones esto ya —dijo uno con furia. Salí de la sala, sintiendo el peso de sus miradas en mi espalda. Caminé hacia donde ella estaba. Tiana me miró. —Necesito que me entregues el amuleto —le dije. Ella se rió un poco. —No sé cómo dártelo, ya te dije que has traído a la mujer equivocada —me dijo. Me acerqué con rapidez y la agarré de los hombros con fuerza. —No quiero lastimarte para obtener lo que quiero —le dije. Ella empezó a reír, y eso de alguna manera me molestó. Ella sabía lo importante que era para mí. —No te daré nada, Eirik —me dijo. Apreté su cuello con fuerza y la acerqué a mí. Sus ojos se abrieron por la impresión. Sí, ella era mi luna, pero yo no iba a sacrificar a miles de personas por ella. —Te doy una semana —le dije. Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos; se veía muy asustada. Yo la solté de inmediato. Quería abrazarla, pero no podía permitirme verme débil. —No sé cómo conseguirlo, te lo he dicho muchas veces —me dijo llorando. Respiré profundamente. Me estaba cansando su actitud. —La gente morirá por tu culpa —la acusé. Ella me empujó. —No es mi culpa, yo no tengo nada que ver, son ustedes los que quieren luchar —me dijo. Me acerqué a ella, pero Tiana retrocedió. —Sé que sabes cómo conseguirlo —le dije. Ella empezó a llorar mucho más. —No lo sé, te lo juro —me dijo. La agarré del brazo y la apreté con fuerza. Necesitaba que me lo diera ya. —Dámelo —le ordené. Tiana empezó a golpear mi brazo con brusquedad. —¡Suéltame! —me gritó. No la solté, apreté más su brazo y, con agresividad, la pegué a mi pecho. La miré a los ojos y le sonreí un poco. —Te mataré si no me das lo que necesito. No tendré piedad contigo —la amenacé. Ella tenía que ayudarme a como diera lugar. —Mátame —me dijo mientras me miraba con intensidad. La solté y empecé a caminar de un lado a otro. —Te equivocaste de persona, yo no soy lo que buscas, has cometido un error —me dijo. La volví a agarrar del brazo y la arrastré conmigo. Haría que me temiera; me daba igual si era mi luna, primero estaba mi pueblo, y si tenía que sacrificarla, lo haría. Caminé con ella hasta el calabozo y la lancé dentro. Ella corrió, pero yo cerré la puerta. —No puedes dejarme aquí —me dijo. Le sonreí. —Sí puedo y lo haré —le dije. Tiana empezó a gritarme. Yo me di la vuelta y salí del lugar. Un par de días aquí la enseñarían a cooperar. Me lancé al suelo y empecé a llorar. Si le decía la verdad, él me mataría para averiguar cómo sacar de mí el dichoso amuleto. Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro en la oscura y sucia celda. El frío de la piedra se filtraba a través de mis pies descalzos, y el miedo se apoderaba de cada rincón de mi ser. Tenía que pensar en cómo saldría de esta, tenía que escapar de él. ¿Pero cómo haría tal cosa? Necesitaba averiguar cómo volver a mi tiempo, y la única que podría decirme cómo era esa mujer que apareció en aquel bosque. Miré a mi alrededor en la oscura y sucia celda, tratando de encontrar alguna salida o debilidad en la estructura. El único sonido era el eco de mis propios pasos y el murmullo distante de los guardias en el pasillo. No podía permitirme perder la esperanza; tenía que ser astuta y paciente. Me senté en el sucio suelo y cerré los ojos, y pensé en ella. La necesitaba en este momento. —¿Me llamaste? —preguntó una voz. Abrí los ojos y la miré. Ella me observaba con una expresión seria. —Quiero volver, y no sé cómo hacerlo —le dije. Ella se acercó a mí, se agachó y me miró a los ojos. —Tu vida anterior ya no existe —me dijo. Negué con la cabeza; me negaba. Yo no podía quedarme aquí. —Si él se entera de lo que soy, me matará —le dije—. Tengo mucho miedo. Ella se puso en pie y desapareció. La puerta se abrió y entró esa mujer desagradable. Me miró y sonrió. —Te dije que se aburriría de ti. Ahora solo tengo que esperar hasta que me pida que te asesine —me dijo. Me levanté y caminé a los barrotes. —Aléjate de mí, no sabes lo que puedo hacer —le advertí. Ella metió su mano entre los barrotes y agarró un puñado de mi cabello, estrellándome con fuerza contra la dura madera. —Te mataré y me quedaré con Eirik, y juntos gobernaremos, justo como lo quería su padre —me dijo. Ella me soltó y salió del lugar. Respiré profundamente. Ahora más que nunca necesitaba salir de este lugar, pero siendo una completa idiota no lo lograría. Tenía que ser más gentil con Eirik, hasta que él confiara lo suficiente en mí, y entonces escaparía, para jamás volverlo a ver.
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