4| ¿Un pasatiempo?

1225 Words
Llegué temprano a la mansión, ajusté la correa de mi mochila sobre mi hombro mientras cruzaba la puerta principal. Era mi rutina diaria: salir de la escuela y venir directo a trabajar. Pero esa mañana, mientras pasaba por el vestíbulo, sentí la sensación de que alguien me miraba. Al levantar la vista, me encontré con los ojos de Nicolás, observándome desde el pie de las escaleras. —Aurora, hola —saludó, con ese tono suave que usaba cuando me hablaba. —Buenas tardes, joven... Nicolás —respondí con un leve asentimiento, intentando mantener la compostura. Era difícil no ponerse nerviosa cuando él estaba cerca. Nicolás bajó los pocos escalones. Sus ojos se posaron en la libreta que sostenía entre mis brazos y mi pecho. —¿Vas saliendo de clases?—preguntó, señaló con su mano la libreta con un gesto curioso. —Sí, bueno… esto, —levante ligeramente la libreta para indicarle—, solo es un pasatiempo. —¿Un pasatiempo? —repitió, levantó un poco la ceja como si no hubiese entendido a qué me refería. Mantenía ese brillo curioso en su mirada, pero también una genuina confusión. Asentí, intenté no parecer demasiado nerviosa. —Es una libreta donde escribo ideas mías —expliqué a medias, sin darle más detalles. Lo que había en esa libreta era demasiado personal, algo que nunca había compartido con nadie. —¿Ideas? —Volvió a sonar confundido y claramente intrigado—. ¿Qué tipo de ideas? —. Tenía una expresión en la cara como parecía estar a punto de hacer más preguntas. Sin embargo, antes de que pudiera continuar, decidí cortar la conversación. —Lo siento, joven, —contesté con firmeza, ni siquiera me esforcé esta vez por pronunciar su nombre. —Pero tengo que empezar a trabajar, no quiero que me regañen por distraerme —concluí, pero antes de irme, le di una pequeña sonrisa tímida. Nicolás solamente asintió, aunque me observó con una intensidad que me hizo acelerar el paso hacia la cocina. [***] Horas después: El día había sido largo, y cuando finalmente tuve un pequeño descanso, en lugar de ir al jardín como solía hacer, me dirigí al cuarto de servicio. No padecía de claustrofobia, así que los espacios reducidos no me aterraban. Lo que ayudaba era la ventana que tenía esa habitación, por ahí entraba suficiente luz del sol. Se había convertido en un refugio reconfortante para mí desde que llegué a la mansión, donde podía estar a solas con mi libreta mientras profundizaba en mis pensamientos. Me senté en un rincón, saqué un bolígrafo y junto con mi libreta me acomodé para sumergirme en mis escritos. Estaba trabajando en un nuevo poema, algo que aún no había terminado, y cada palabra que escribía parecía más profunda que la anterior. Perderme en ese mundo era un escape que me servía para expresar todo lo que sentía sin miedo. Estaba tan concentrada que no escuché cuando alguien entró en la habitación. Fue solo entonces cuando la voz de Nicolás sonó a mi alrededor. —Estoy buscando a Rosa, —aclaró con un tono normal. Su presencia me sobresaltó tanto que casi dejé caer la libreta y mi corazón se aceleró en tan solo un segundo, puesto que me había tomado por sorpresa. Mientras me levantaba de un salto, me sentí como si hubiera sido atrapada haciendo algo prohibido. Aunque no estaba haciendo nada malo, la simple idea de que él me viera en ese momento tan vulnerable me ponía tensa. Nicolás frunció el ceño, es evidente que captó mi reacción. Sus ojos bajaron a la libreta que aún sostenía con fuerza entre mis manos. Parecía querer decir algo, antes de que lo hiciera; la escondí detrás de mí, como si eso funcionara para que no siguiera preguntando. —¿Por qué estás tan nerviosa? —inquirió, directamente, con tono serio. —No, claro que no... nada de eso —mi voz vibró vacilante, por más que intenté sonar despreocupada, no lo conseguí. Me apresuré a recoger mi mochila del suelo. Para ello, me giré y, en el proceso, la libreta se me resbaló de las manos y cayó al suelo. Antes de que pudiera reaccionar, Nicolás ya se había acercado y, con su rapidez, tomó mi pertenencia antes de que yo pudiera inclinarme. Mi corazón se detuvo un segundo cuando vi sus ojos recorrer mi escrito. No es que se haya husmeado a propósito, cuando aterrizó quedó abierta, dejando expuesto el poema en el que estaba trabajando. Era como si él estuviera leyendo una parte de mi alma, algo que nunca había mostrado. —¿Tú lo escribiste? Apenas lo dejé preguntar y me incliné hacia adelante mientras me ponía de puntillas para alcanzarlo, y le arrebaté la libreta de las manos. —Esto es personal —solté con firmeza. Sentí cómo la indignación y la vergüenza se mezclaban dentro de mí. Nunca antes me había sentido tan expuesta. Nicolás parecía sorprendido, quizás porque le había hablado de ese modo, hasta ahora. No sabía qué más decir, así que simplemente salí de la habitación, dejando atrás a un chico claramente confundido. No podía permitir que nadie viera esa parte de mí, era demasiado. Lo que quedaba del resto de mi jornada del día, se iba a volver incómodo, ya no solo por la actitud severa de Rosa, sino también cuando Nicolás ande cerca, algo que, por lo visto, cada vez será más difícil de evitar. [***] Narrado por Nicolás:  Aurora se había ido con una velocidad que casi la hacía parecer como si estuviera huyendo de algo. Su enojo, aunque breve, había sido lo suficientemente intenso para dejarme sin palabras. El poema que había en esa libreta, me dejó con muchas dudas. No pude evitar sentir una mezcla de curiosidad y respeto. Las palabras escritas no eran solo versos; eran fragmentos de unos sentimientos, suponía que de los suyos, porque dijo que era personal. Me pregunté qué más emociones estaban plasmadas en esas páginas, que guardaba con tanto valor. Mi interés hacia esa chica crecía cada día más, y con eso que vi, solo aumentó el doble de mi curiosidad. —¿Quién eres, Aurora, y qué escondes?—murmuraré, aún solo en la habitación. Su reacción desconcertada al ver que había leído su escrito fue reveladora, como si hubiera visto más allá de unas palabras. La manera en que se apresuró a proteger su cuaderno y la expresión de rabia visible en su mirada cuando lo tomé, me mostró un lado de ella que no había visto antes. ¿Por qué era tan necio? Quería conocerla, saber todo sobre Aurora. Me intrigaba ese lado dulce y débil, pero también la parte contraria a ello, aunque todavía no sabía si tenía uno. El hecho de que haya visto una parte frágil de ella, sin respuestas. Había sentido una conexión con ella que no podía ignorar desde que me di cuenta. Mi curiosidad no era solo por el contenido de la libreta, sino por lo que significaba para Aurora y por qué era tan importante para ella. Suspiré, sintiendo una mezcla de frustración y fascinación. ¿Cómo podía acercarme a ella sin invadir su espacio personal, sin presionarla más de lo que ya lo había hecho? ¿Cómo podría descubrir más sin romper la barrera que había a su alrededor?
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