CAPÍTULO 6
—Te lo tienes muy creído —le digo, empujándole en vano. Su fuerza parece ser el doble que la mía, porque ni siquiera tambalea cuando lo hago. Toma la mano con la que quise alejarlo y deja un beso que me envía una descargas de sensaciones dónde no debería.
—Vístete —ordena.
Me rio irónicamente y pienso seriamente en mandarlo a un manicomio.
—¡Vete Bastian! Escúchame bien, no sé qué clase de juego estás...
—Vístete, vamos a cenar —repite, para sentarse en el mueble doblando sus piernas largas como si estuviese en la comodidad de su hogar. Boquiabierta por su atrevimiento no puedo evitar cruzarme de brazos—. Creo que ya quedamos en que no deberías hacer eso, cariño.
Siento el calor emanar por mis mejillas y trato de tomar aire. Si yo fuera una caricatura ya estuviese botando
