Mientras tanto, en la mansión de los Fitzwilliam, Isabella caminó con lentitud, tambaleándose lejos de las caballerizas mientras tocaba sus labios recordando una y otra vez como Thomas la besó. Su mente se encargaba de agrandar la situación y le quitó el salvajismo del momento, transformándolo en algo más romántico. La chica ni siquiera se dio cuenta de que ahora estaba caminando con lentitud bajo la lluvia.
—Me besó... y —Isabella no pudo terminar de hablar porque recordó que ella, como reacción involuntaria, lo apartó de su lado, lo que hizo que ella de inmediato se imaginara que su reacción posiblemente no fue bien recibida por el muchacho que, segundos después de haberse culminado el beso, se marchó en su corcel—. ¿Será que se enojó?
—¡Señorita Fitzwilliam! —exclamó una de las doncel
