En la mansión de campo de los Wolfsbone, Alexander y Emily habían culminado su cena. Sentados uno frente al otro en la amplia mesa, que en esta ocasión no requería su orden de siempre con Alexander en el extremo superior y Emily a su derecha, compartían gestos y sonrisas como la pareja de recién casados que eran.
Una vez terminaron, Emily se dispuso a recoger los platos, pero Alexander la interrumpió repentinamente.
—Esta mesa es demasiado larga, ¿no crees? —murmuró, observando cómo Emily se detenía en su tarea.
—Sí, tiene espacio para hasta veinte personas. ¿Siempre estuvieron todos los asientos ocupados en el pasado? —preguntó Emily, mientras una curiosa expresión se dibujaba en su rostro.
—Casi siempre... —musitó Alexander, agregando con un destello de picardía y lujuria: — en fin ¿
