El hechicero Cornelius entrecerró los ojos con irritación ante la obstinación de Campbell, lo cual coincidía con el momento más inoportuno para interrumpirlo. Sabía que los licántropos, especialmente los Alfa, siempre hacían valer su autoridad, después de todo, no era casualidad el porqué de todos fueron la especie que había ostentado durante siglos el título de reyes de los seres mágicos. Sin embargo, Cornelius también era consciente del valor que esas mujeres tenían para él. Había invertido meses de búsqueda para encontrarlas, mientras estaba en medio de algo de gran importancia. Pero algo en la mirada penetrante de Nathaniel le dejó claro que no iba a rendirse fácilmente. No quería problemas con ellos, los licántropos, y mucho menos con los temidos zorros si la organización llegara a d