Emily, todavía temblorosa tras la extraña experiencia que acababa de presenciar, clavó sus ojos en Thomas con una mezcla de ansiedad y curiosidad. Deseaba escuchar una explicación, aunque en su mente sabía que no había ninguna razón lógica para lo que había presenciado, lo cual hizo que su piel se erizara solo de pensarlo. —¡Ese no es un lobo normal! ¿Qué era esa criatura? —exclamó Emily, señalando hacia donde Alexander había desaparecido. Jaime y Thomas intercambiaron miradas antes de que pudieran responder, pero Emily no les dio tiempo y continuó hablando. —¿Los otros lobos son iguales a ese? —Definitivamente no, señorita Smith. Él es el único que puede hacer eso, cambiar de tamaño y otras cosas... —respondió Jaime rápidamente. Emily lo escuchó con el estómago revoloteando de miedo,