En cuanto Alexander volvió a su forma humana, se percató de un agudo dolor en su pierna. Lleno de molestia y furia, dejó escapar un grito ensordecedor que posiblemente todos escucharon. —¡Esa humana va a pagarlo caro! —exclamó, consternado por el hecho de que se hubiera lastimado el tobillo. Emily parecía ser de esa clase de personas delgadas pero poderosas, pensó Alexander, sorprendido de que su patada hubiera sido lo suficientemente contundente como para lastimar su pata en forma de lobo. —No fue su patada, fue el impacto contra la pared lo que me lastimó... esa desgraciada... —murmuró Alexander para sí mismo, moviendo su pie incómodo de un lado a otro. Sabía que la incomodidad desaparecería hoy mismo, pero probablemente cojearía durante el resto del día. Cuando un hombre lobo sufría